A 50 años del asesinato: cómo fue la investigación judicial del caso Aramburu
En el subsuelo del Palacio de los Tribunales, frente a la Plaza Lavalle, descansan los 18 cuerpos del expediente 247 de 1970, la causa caratulada "Pedro Eugenio Aramburu/Averig. Priv. Ilegal de la Libertad y Homicidio". Los acompaña un paquete, el 43 BIS, con 24 piezas de elementos o informes periciales.
Allí, en esos legajos del archivo histórico, está condensado todo lo que la Justicia hizo en los seis meses que van desde el rapto de Aramburu, el 29 de mayo de 1970, hasta el 16 de diciembre de 1970, cuando sentenció a tres de los cinco acusados del secuestro y asesinato del expresidente de facto.
Fueron condenados Carlos Maguid, a 18 años de prisión por integrar una asociación ilícita y ser cómplice de robo y homicidio; Ignacio Vélez Carreras, a 2 años y 8 meses en suspenso como partícipe de la privación de la libertad, absuelto por el homicidio, y a dos años de prisión en suspenso el cura Alberto Carbone, que escondió la máquina de escribir usada para redactar los comunicados de Montoneros de reivindicación del crimen. Fueron absueltas Nélida Arrostito y Ana María Portnoy.
No estaban entre los juzgados los protagonistas centrales del secuestro y asesinato de Aramburu en la estancia La Celma, de Timote,porque estaban prófugos o muertos: Mario Firmenich, Norma Arrostito y Carlos Capuano Martínez habían huido, y Fernando Abal Medina, Carlos Ramus y Emilio Maza murieron bajo las balas de la policía.
Vélez Carrera tenía 23 años; Firmenich, 22; Ramus, 22; Capuano Martínez, 21; Fernando Abal Medina, 23; Maza, 26, Nélida Arrostito, 28, y Norma era la mayor: tenía 30 años.
El condenado Maguid había prestado apoyo a la organización tipeando a máquina los comunicados en los que Montoneros reivindicaba el asesinato y sacando fotos en el laboratorio casero del baño de su casa al llavero, las lapiceras y otros objetos personales de Aramburu con los que la organización corroboraba que eran ellos los autores del crimen. No era del grupo fundacional de la organización.
Vélez Carreras había vestido el uniforme militar cuando integró el grupo que secuestró a Aramburu en su departamento de Montevideo, entre Charcas y Santa Fe. Pero nada de esto se supo en el juicio.
La condena no conformó a nadie, recuerda hoy la periodista María O'Donnell, autora del libro Aramburu, recién publicado, que investiga la historia: "Los familiares de los condenados protestaron, los familiares de Aramburu quedaron disconformes y los medios también se preguntaban ¿quién mató al expresidente? No se sabía ni cuándo ni cómo asesinaron a Aramburu".
Firmenich y Arrostito nunca iban a ser alcanzados por la Justicia por el asesinato. En 1973, Héctor Cámpora, en su breve paso por la presidencia, impulsó una amnistía que otorgó el Congreso y benefició a centenares de presos, incluidos todos los condenados y prófugos por el crimen. Condonó las penas y los delitos de Vélez Carreras, Carlos Maguid y el cura Alberto Carbone, y quedaron desactivados los pedidos de captura de Arrostito y Firmenich.
Al mismo tiempo, fue suprimida la Cámara Federal Penal, un tribunal de instancia única e inapelable ad hoc para estos casos, que había sido quien había llevado adelante el juicio a los acusados.
El juicio oral estuvo a cargo de los jueces Ramos Mejía, Ambrosio Romero Carranza y Gerardo Peña Guzmán. El fiscal fue Roberto Fernández Speroni. El juicio duró cuatro semanas y se desarrolló con custodia policial de la Guardia de Infantería, en la sala de audiencias de la planta baja del Palacio de Tribunales, por la tarde, cuando no circulara público, por razones de seguridad. Declararon 60 testigos y la sentencia se condensó en 60 carillas que leyó el juez Enrique Ramos Mejía el 16 de diciembre de 1970.
Ese expediente, que descansa en el subsuelo de los Tribunales, que instruyó el juez Rafael de los Santos, contiene la autopsia que revela que Aramburu recibió dos tiros a quemarropa (menos de 20 centímetros) en la frente y un tiro en el pecho efectuado a más de 50 centímetros. Allí, en esas fojas, está reunida la evidencia de cómo se llegó a los autores del secuestro y asesinato de Aramburu: fue por una mezcla de impericia de los propios montoneros con las torturas a las que los sometieron policías y militares, las que fueron descartadas por la Justicia, según relata O'Donnell.
El juez que estaba a cargo formalmente de la investigación era De los Santos. La tarea en el campo estaba a cargo de una comisión coordinadora conjunta. Tras la toma del pueblo cordobés de La Calera, cayó Ángel Maza, integrante de la organización, que acumulaba en su casa un centenar de fichas con datos de colaboradores de la agrupación y un papel doblado que contenía un permiso para manejar el Renault 4 que usó firmado por Arrostito.
El ataque a La Calera activó el protocolo para que la célula porteña buscara limpiar todas las evidencias. Pero los policías llegaron a la casa de Nélida Arrostito y la torturaron con picana. Empezó a caer el resto. A Maguid lo detuvieron en Canal 11, donde trabajaba. Lo llevaron a una casa donde lo acostaron en una cama, lo desnudaron desde la cintura hasta los pies, lo ataron y le aplicaron electricidad en el abdomen y en los genitales. Salvó a Nélida, de quien dijo que solo prestaba auxilio en tareas menores de archivo. Sus dichos ayudaron a que fuera absuelta en el juicio. Identificó con fotos y nombres de guerra a los principales líderes de Montoneros: Maza, Firmenich y Abal Medina. Y la policía llegó a la máquina de escribir donde se redactaron los comunicados, que Firmenich pidió al cura Carbone que le guardara.
Las pruebas en el juicio fueron las declaraciones de Maguid, ya que gracias a sus datos los investigadores encontraron la máquina de escribir, a los autores del crimen y el cadáver de Aramburu.
Al final del juicio, Maguid protestó: "¡Me han condenado por peronista!", gritó, y su familia denunció una condena política. Perón, desde Puerta de Hierro, convalidó esa idea en una carta que le dirigió dos meses después y que cita el libro: "Hemos seguido como propia la 'odisea' vivida por usted con motivo del ignominioso juicio que terminó en su inicua condena", le dijo. Vaticinó que el pueblo argentino lo iba a liberar y remató: "No se puede encarnecer a un pueblo sin que un día se sienta tronar el escarmiento".
Los beneficiados con la amnistía de 1973 retomarían las armas durante el gobierno de Isabel Perón y luego, durante la dictadura militar que se instaló en 1976. Firmenich vive en España y nunca se arrepintió del secuestro y asesinato de Aramburu. En los 90, lo consideró una "venganza del pueblo" por el fusilamiento de militantes peronistas durante el golpe de 1955.
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