A 40 años de Malvinas, los bajos presupuestos y un equipamiento degradado arrinconan a las Fuerzas Armadas
Hay un deterioro en la incorporación de unidades de envergadura; la inversión militar ronda el 0,7% del PBI, muy lejos de Brasil y Chile
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Bajos presupuestos, un equipamiento insuficiente, poca inversión en materiales de alto costo, en armamento y en municiones marcan una degradación en las Fuerzas Armadas, cuarenta años después de su última operación militar de envergadura, que fue la Guerra de Malvinas. A eso se suman instalaciones deficientes y una política salarial retrasada, especialmente frente a las remuneraciones en las fuerzas de seguridad.
La Argentina invierte hoy en defensa el 0,7% del PBI, por debajo de varios países de la región, como Brasil (1,4%), Chile (1,8%), Uruguay (2,3%) y Ecuador (2,4%). Y muy por detrás de Israel (5,6%), Rusia (4,2%), Ucrania (4,1%), Estados Unidos (3,7%), el Reino Unido (2,2%), Francia (2%), Canadá (1,4%) y España (1,4%), en una selección aleatoria de países.
“Es necesario integrarnos en la región, inicialmente con Brasil y Chile. Pero para integrarnos debemos tener una relativa equiparación, para poder aportar de acuerdo con nuestro potencial. Si no, es como ir juntos a un asado: ellos pondrán la carne, el vino y el fuego, y nosotros apenas podremos llevar el pan”, graficó una fuente militar de alto rango, en diálogo con LA NACION.
En las Fuerzas Armadas hay consenso en que la degradación es hija de los bajos presupuestos y se refleja en la falta de buques y aeronaves, sistemas de armas, equipos de campaña y otros materiales. La síntesis del deterioro es el hundimiento del ARA San Juan y la muerte de sus 44 tripulantes, en noviembre de 2017. Hoy la Armada no tiene ningún submarino operativo.
Desde Malvinas para acá, una imagen estática grafica el estado de las Fuerzas Armadas, a pesar de la creación del Fondo Nacional de la Defensa (Fondef), cuyo objetivo es disponer de una política de Estado para mejorar el equipamiento militar. Más allá de los recursos, que podrían llegar a 300 millones de dólares por año, la principal ventaja del Fondef es la posibilidad de planificar inversiones y garantizar su financiamiento en un período de varios años. “Eso permitirá prever compras de materiales de alto costo, que es el déficit número uno de todas las fuerzas”, señalaron en el Ejército, ante una consulta de LA NACION.
Tanques viejos
Los blindados en el Ejército (tanques, vehículos de combate de infantería y otros) tienen más de 30 años de antigüedad. “El material más viejo requiere más recursos para su mantenimiento”, es una sentencia que se dicta en los cuarteles.
El Ejército cuenta con unas 230 unidades del Tanque Argentino Mediano (TAM), que orillan los 40 años. Dentro de la misma familia de vehículos, también utiliza los vehículos de combate de transporte de personal (VCTP), construidos en el país con licencia de Alemania. La fábrica que construía los TAM en Boulogne fue desguazada durante el gobierno de Carlos Menem.
Está en proceso un proyecto con Israel para modernizar una parte de los TAM y que prolonguen su vida útil. Sería a través del programa TAM 2C, que se demoró por falta de presupuesto. Las primeras unidades podrían estar disponibles en 2026.
“En el Ejército no hay blindados a rueda, como los tiene cualquier fuerza militar del mundo. Se los ve en Ucrania y permiten movilizar una fuerza rápidamente, sin necesidad de unidades transportadoras”, explicó una de las fuentes consultadas. “Salen a la ruta como un auto. Los más comunes son los blindados a rueda 8 x 8 (una plataforma de cuato ruedas por cada lado) y 6 x 6″, comentó.
Al respecto, el gobierno de Alberto Fernández mostró interés por incorporar el vehículo blindado Guaraní (6 x 6), que se fabrica en Brasil y tiene componentes que se producen en la Argentina. El objetivo sería completar una brigada con vehículos a rueda, pero la propuesta aún no se concretó.
Fuentes militares revelaron que más del 70% de los vehículos de guarnición y campaña (camiones, jeeps, camionetas) tienen más de 30 años y comienzan a ser obsoletos. A partir del segundo mandato de Cristina Kirchner, en el cual se hizo una compra importante de unidades, comenzó un lento proceso de renovación del parque vehicular. Uno de los problemas es que se incorporan modelos de distintas marcas, lo que hace más compleja la logística para el mantenimiento.
Los parámetros internacionales indican que se debe renovar en diez años la totalidad del parque vehicular de las unidades militares. El Ejército argentino tiene cerca de 6000 rodados de guarnición y campaña, por lo que deberían ingresar unos 600 vehículos nuevos por año. Pero las últimas incorporaciones fueron a un ritmo anual de 60 / 80 unidades.
Vigencia de los Unimog
Los camiones medianos más valiosos en las Fuerzas Armadas, que permiten recorrer caminos intransitables, son los Unimog. La mayoría llegaron hace 46 años y algunos han sido recuperados. En el Ejército hay conciencia, sin embargo, de que muchos vehículos no pasarían una verificación técnica convencional. Varias unidades se exponen a problemas de freno, roturas de dirección y riesgos para los propios conductores, admitieron oficiales de la fuerza. Las restricciones presupuestarias llevaron, por ejemplo, a comprar camionetas 4 x 4 y no tantos jeeps, que son más caros. “Se las acondiciona para uso militar, como se ve mucho en Medio Oriente”, explicaron las fuentes.
En cuanto a materiales pesados, en las unidades militares se cree que la artillería también requiere de una renovación. Pero el talón de Aquiles son las municiones. “La munición es cara y hay que adiestrar a la gente en la práctica de tiro. Los bajos presupuestos llevaron a que no haya suficiente cantidad de municiones para que el personal se entrenara y también para formar una reserva operacional”, reconocen en las Fuerzas Armadas.
Las capacidades más afectadas después de Malvinas fueron las de defensa aérea y antitanque, que hoy no permiten batir blancos a mediano y largo alcance. Las unidades militares locales no poseen, por ejemplo, los misiles que se ven en Ucrania, como los Javelin, que son portátiles y tienen una notable precisión a mediana y larga distancia.
“Si el Ejército no tuviera el personal con el que cuenta, con tanta motivación, espíritu, esfuerzo y vocación, ya no estaría en condiciones operativas”, afirmó uno de los militares consultados.
Inversiones postergadas
En medio de las restricciones presupuestarias, en los últimos años se privilegiaron inversiones que llegaran a la mayor cantidad de efectivos. “Por ejemplo, en lugar de comprar un tanque, se optó por invertir ese dinero en la compra de armamento liviano, uniformes, cascos, materiales de diverso tipo y equipos de campaña”, reveló un jefe militar. Esa política, sustentada en la escasez de recursos, postergó inversiones de alto costo.
En ese sentido, la Armada y la Fuerza Aérea presentan mayores problemas, porque sus necesidades requieren de inversiones mayores. “Si la Fuerza Aérea no incorpora aviones cazainterceptores, de transporte o con sistema de alerta y control aéreo, no pueden suplirlos con otra cosa”, explicaron en el Ejército.
Lo mismo ocurre con los submarinos de la Armada, que con la tragedia del ARA San Juan se quedó sin esas unidades. Se paralizaron las reparaciones del ARA Salta y del ARA Santa Cruz. El ministro Jorge Taiana señaló hace dos semanas la necesidad de recuperar “la capacidad submarina” del país, lo que reflotó la idea de evaluar la posible adquisición de un sumergible.
En las Fuerzas Armadas consideran conveniente no retrasar la modernización de las corbetas y los destructores clase MEKO. El Gobierno incorporó cuatro patrulleros oceánicos franceses, para el control de la plataforma marítima. Pero no tienen capacidad para portar un sistema de armas, dado que no son unidades de combate.
Panorama aéreo
A 40 años de haber perdido aeronaves en Malvinas, en el Ejército consideran urgente renovar sus helicópteros. En primer lugar, los de montaña, y luego los demás. Algunos Bell UH-1H fueron modernizados a la versión Huey II, pero entienden necesario reemplazarlos a todos en un futuro cercano. Aspiran a concretar el anhelo con el Fondef.
En 1982, la Fuerza Aérea estaba bien equipada. Tenía aviones cazabombarderos Canberra e interceptores, como los Mirage, así como la Armada disponía de los Super-Étendard. Hoy el embargo impuesto por el Reino Unido después de la guerra condiciona las posibles compras de aeronaves y armamento militar de la Argentina, como ocurrió con las negociaciones para traer aeronaves de Corea, que tenían componentes británicos. Algo similar habría pasado con los Grippen que fabrican en Brasil.
“Si bien la Argentina ha descartado el uso de la fuerza para recuperar las islas Malvinas, los que están más tranquilos con las dificultades que encuentra nuestro país para fortalecer su potencial aeronaval son los ingleses. Eso les evita destinar más recursos a la guarnición militar en las islas”, razonó una alta fuente militar.
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