A 210 años, ¿cómo estamos?
El 25 de mayo de 1810, el reclamo del pueblo era "saber de qué se trata"; 210 años después el reclamo es que los dirigentes sepan qué quiere y qué necesita el pueblo. Parece haber una distancia tan grande entre lo que los dirigentes discuten y lo que realmente le está pasando al pueblo, que hace falta que entendamos algunas cosas, 210 años después: ¿Dónde está el pueblo argentino?
Primero tenemos que volver a pensar, seriamente, qué fue el 25 de mayo de 1810. Por un lado está la parte técnica, legal. Si estas tierras pertenecían a la Corona Española y el Rey estaba preso, la soberanía volvía al pueblo. Pero aquel día, los anteriores y todos los que le siguieron, hubo un inmenso movimiento hacía la libertad. Porque aunque oficialmente la Declaración de la Independencia se produjo recién en 1816, el pueblo que preguntaba "de qué se trata" estaba buscando también la democracia, aunque no lo expresara. Porque reclamar que el poder volviera al pueblo es la forma más simple, pero auténtica de la democracia: el gobierno del pueblo, para el pueblo y desde el pueblo.
¿Hemos alcanzado aquellos objetivos, cumplido aquellos sueños del 25 de Mayo?
La realidad dice que el gobierno del pueblo -la democracia- hoy está casi en estado de crisis. ¿Qué pone en crisis a la democracia? La posibilidad del autoritarismo, de volver a una especie de monarquía, donde un solo poder acumula todo los poderes. Por ejemplo, cuando desde el Poder Ejecutivo, el Procurador del Tesoro quiere cerrar causas sin explicación alguna, cuando se le ordena a la Oficina Anti Corrupción desestimar planteos judiciales en causas de corrupción o cuando el gobierno quiere gobernar por Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU). Frente a esta concentración de poderes, se produjo una reacción, en linea con la del Pueblo de Mayo, expresada en los cacerolazos contra la liberación de presos o en contra de los sobreprecios en los alimentos, demostrando que no todos los sueños de Mayo han quedado en el olvido y que aquel espíritu sigue vigente.
El pueblo argentino demostró estar a la altura del pueblo de Mayo de 1810. Ha respetado la cuarentena siguiendo las instrucciones y las decisiones que tomó el gobierno, porque pensó que era lo mejor para la Argentina, haciendo un sacrificio personal en pos del bien común. También expresó su disconformidad con las normas que violaban los principios de libertad y democracia, necesarios para vivir en una sociedad moderna. Por eso estoy convencido que también acompañará las decisiones que se tomen que, aunque impliquen un sacrificio, contribuyan al bien común.
El pueblo argentino está a la altura. ¿Está la dirigencia de hoy a la altura de la dirigencia del 25 de Mayo de 1810? ¿Qué condiciones necesita una dirigencia que quiere estar a la altura de la de nuestros próceres?
Creo que la primera es la solidaridad: la solidaridad entendida como el ponerme en el lugar del otro, entender su necesidad. Pero es también solidaridad para entender que tenemos que trabajar juntos para vencer los desafíos que enfrentamos. Dejando de lado las diferencias ideológicas y políticas, como lo hicieron ellos. Dejando las chicanas que se hacen cada vez mas presentes en conferencias de prensa por la búsqueda del objetivo principal que tiene que ser una Argentina como la que soñaron aquel 25 de mayo.
La segunda es el respeto a la libertad, esa idea que iluminó a aquellos hombres, libertad del tirano, del monarca, libertad para elegir el destino. Influenciados por la Independencia Americana y la Revolución Francesa de 1789, soñaban con pueblos libres, porque solamente los hombres libres alcanzan la felicidad. En la declaración de la Independencia Americana asocian directamente la libertad al derecho humano personal de búsqueda de la felicidad de acuerdo a los propios valores, que no colisionen con el pacto de la convivencia en paz.
La tercera condición es la humildad. No hay espacio político en la Argentina que no haya gobernado. Con lo cual, la suma de los problemas que enfrentamos -a los se agregan los que trae la pandemia y sus efectos- son responsabilidad de todos los dirigentes. La asunción de ese principio es una piedra fundamental del camino del diálogo, que debe estar basado en principios muy claros. Y que también primaron en aquellos tiempos: austeridad en el uso de los bienes públicos, desarrollo de una producción local pero que mire al mundo, un sistema impositivo justo como el que reclamaban esos argentinos que les permitió desarrollarse plenamente y que no sea una traba a las iniciativas locales, y la convicción de que la Argentina sea un país que asegure los beneficios de esa libertad a todos los habitantes del mundo que quieran habitar este suelo.
Sin advertirlo, vamos lentamente camino del Preámbulo de nuestra Constitución. Lo escribieron en 1853 y debería ser, nuevamente, el instrumento de paz y concordia en estas horas difíciles. "...Con el objeto de constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa común, promover el bienestar general y asegurar los beneficios de la libertad...". ¡Viva la Patria!
*El autor es senador nacional por Cambiemos.
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