El 17 de octubre de 1945, desde muy temprano, los trabajadores se movilizaron en diferentes puntos del país: pedían la liberación del coronel Juan Domingo Perón, quien ocho días antes había sido obligado a renunciar a sus cargos de vicepresidente, ministro de Guerra y secretario de Trabajo y Previsión. A partir de las 19, la Plaza de Mayo comenzó a llenarse. A pesar de los pedidos de los funcionarios del gobierno militar, los manifestantes se negaron a regresar a sus casas hasta que no apareciera el renunciante coronel, preso en la isla Martín García. A las once de la noche, luego de negociar con el gobierno, Perón habló a la multitud desde el balcón de la Casa Rosada y terminó de sellar un vínculo con los trabajadores.
El acontecimiento se convirtió en el mito de origen del movimiento peronista. Desde entonces, numerosos relatos, interpretaciones y memorias se combinaron para dar lugar a distintas versiones, más o menos favorables, sobre el acontecimiento. Pero memoria e historia no siempre van de la mano. Mientras la primera busca consolidar una identidad o legitimar un estado de cosas, la segunda pretende conocer el pasado y aspira a una verdad sobre los hechos que tuvieron lugar. En este último registro, numerosos historiadores se han dedicado a analizar la jornada que dio origen al "día de la lealtad peronista" y, entre muchos otros interrogantes, han recorrido los que se plantean a continuación.
1. ¿Fue una movilización espontánea?
Existe una versión que presenta a la movilización del 17 de octubre como un hecho espontáneo de trabajadores que desplazaron a un movimiento sindical pasivo. Sin embargo, Juan Carlos Torre ha demostrado que en esos días los dirigentes sindicales tuvieron un rol central en la preparación del acontecimiento. La coordinación entre una amplia red sindical se hizo evidente por la cantidad de personas que se movilizaron, no sólo en Capital Federal, sino en diversos puntos del país. Esta interpretación no quita relevancia a las masas obreras, cuya agitación y convicción sorprendió incluso a los mismos dirigentes sindicales, sino que restablece la importancia que tuvo la coordinación del sindicalismo en los días previos.
Cuando Perón fue trasladado a la isla Martín García, los dirigentes obreros iniciaron reuniones para decidir qué medidas tomar. Entre ellos existían tensiones internas que se evidenciaron en dos tácticas diferentes frente al conflicto. Mientras algunos querían llamar a una urgente huelga general, otros, representados por la Unión Ferroviaria, preferían adoptar una actitud más moderada y dialoguista con el gobierno militar. Finalmente, el 16 de octubre se reunió el Comité Central Confederal y acordó llamar a una huelga general para el 18 de octubre. Pero, como sostiene Torre, la CGT no era la entidad representativa que fue años después, y los sindicatos aceleraron la movilización para el día 17 de octubre.
2. ¿Se produjeron hechos de violencia?
En la memoria peronista se consagró una imagen que describía las movilizaciones del 17 de octubre como un evento popular, pacífico, armonioso y libre de conflictos. Pero no en todos lados la situación fue así. La imagen que tenemos de los eventos en la Plaza de Mayo y de los obreros entrando a la ciudad de Buenos Aires suele eclipsar lo sucedido en uno de los epicentros de la protesta: Berisso, Ensenada y La Plata. Allí, como ha demostrado Daniel James, hubo diversos ataques hacia universidades y órganos de prensa. Estos hechos de violencia no se ejercían sobre individuos sino sobre instituciones a las que consideraban enemigos políticos por su oposición al gobierno militar. Para James, con estos hechos violentos, los obreros buscaban reafirmar su poder simbólico y lograr el reconocimiento de sus reclamos en la esfera pública.
3. ¿Cómo reaccionó la Policía?
A pesar de que se observaron algunos incidentes con la Policía, en ningún momento se tomaron acciones concretas para impedir la llegada de los manifestantes a la plaza. Por un lado, la mayor parte de la Policía se solidarizó con el movimiento popular. Por otro lado, si bien los oficiales de la guarnición militar de Campo de Mayo le solicitaron al general Ávalos autorización para actuar, éste se negó a reprimir. Al preguntarse sobre los motivos de la pasividad de Ávalos, el historiador Robert Potash recurrió a elementos más psicológicos que políticos. El día del golpe militar de 1943, Ávalos dio la orden de invadir la ESMA (que permanecía neutral) y desató un enfrentamiento que se cobró la vida de 70 personas, entre ellas, muchos civiles inocentes y su ayudante personal. La negativa de Ávalos a reprimir llevó a Juan Carlos Torre a desarrollar una hipótesis contrafáctica: ¿qué hubiese pasado si Ávalos reprimía y no se producía el 17 de octubre?
4. ¿Cuál fue el rol de Eva Duarte?
Tanto la literatura peronista como la antiperonista le ha dado a Evita un rol central en el 17 de octubre. Según estas interpretaciones, Eva reunió a los aliados de Perón y juntos planearon las movilizaciones por su liberación. Otras versiones representan a Eva recorriendo los barrios y llamando al paro general. Algunos historiadores, como Félix Luna, han mostrado que no existen documentos o testimonios de la época que evidencien dicha participación. Eva Duarte todavía no tenía relación con los dirigentes sindicales, y según Marysa Navarro, la idea de que Eva tuvo una intervención clave fue un mito creado por el peronismo y luego adoptado por el antiperonismo.
5. ¿Cuál fue el rol de Perón?
El 10 de octubre, un día después de su renuncia y antes de ser arrestado, Perón se despidió de los trabajadores en un acto público que fue transmitido por la cadena nacional de radio en el que los exhortó a defender las conquistas laborales obtenidas. Tres días después, fue arrestado y trasladado a la isla Martín García. Desde allí escribió una serie de cartas a Domingo Mercante y a Eva Duarte, donde les comunicaba sus intenciones de retirarse de la política e irse a vivir, junto a Eva, a la Patagonia. Hay dos lecturas posibles en relación a estas cartas: o expresaban una genuina voluntad de dejar todo o fueron usadas como maniobra de distracción bajo la creencia de que serían leídas por el gobierno militar.
En la madrugada del 17 de octubre, Perón fue trasladado al hospital militar. Al atardecer se iniciaron las negociaciones con el gobierno y el hasta pocos días antes vicepresidente de facto pidió la renuncia de Ávalos y la formación de un nuevo gabinete con hombres leales a su persona. Una vez aprobadas sus condiciones, Perón aceptó dirigirse a las masas desde el balcón de la Casa Rosada para lograr su desmovilización.
Finalmente, a las 23, salió al balcón de la Casa Rosada y, según Mariano Plotkin, el orador recién liberado convirtió a ese "ritual de inversión", en el cual los obreros tomaban los espacios de la ciudad de donde estaban excluidos, en un "ritual de refuerzo", colocándose por encima de los trabajadores y transformando los eventos en un espectáculo. El acontecimiento de aquel día se consagró así en "mito fundacional".
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