12-O: otro masivo banderazo contra el Gobierno con epicentro en el Obelisco
En un contundente mensaje contra el Gobierno, una manifestación opositora que llevó como enseña la bandera argentina cubrió con vehículos 12 carriles de ambas manos de la avenida 9 de Julio, a lo largo de 15 cuadras, entre la avenida Santa Fe y la avenida Belgrano, en medio de bocinazos y el tañido de la cacerolas. El banderazo del 12O desbordó también los carriles peatonales de la avenida Corrientes, casi hasta Callao, pero impactó por su despliegue a lo largo y ancho de todo el país.
Las principales consignas fueron la libertad y la justicia, la defensa de la división de poderes, el reclamo de respuestas a la Corte Suprema y el castigo a los corruptos. También se repitieron las críticas por la extensión de la cuarentena y la crisis económica.
Los participantes habituales de estas manifestaciones opositoras coincidieron en destacar que fue la movilización más numerosa desde mayo pasado y en la que se veía mayor cantidad de gente de todas las edades y procedencias. Hubo quienes manifestaron haber llegado desde el interior bonaerense.
Con el mismo tono, manifestaciones similares desbordaron las plazas de las principales ciudades de todo el país en un movimiento empujado por las redes sociales, que combinó un clima de protesta y fervor patriótico. Frente a la Quinta presidencial de Olivos se produjo un enfrentamiento entre partidarios del Gobierno y un grupo opositor que reclamaba cárcel para Cristina Kirchner. Hubo insultos, pero los incidentes no pasaron a mayores.
El epicentro del acto opositor fue el Obelisco, y aunque el "banderazo" fue convocado para las 17, antes de esa hora la caravana de vehículos copó los carriles centrales y laterales de la avenida 9 de Julio. La avenida Santa Fe fue uno de los principales afluentes, con una procesión constante de vehículos y con las veredas de ambas manos copadas por familias que caminaban con barbijos, máscaras y recipientes de alcohol en gel que sobresalían del bolsillo.
Cuando el tránsito terminó por detenerse, la gente se bajó de los autos y continuó la protesta a pie. Algunos aprovecharon los estribos de las camionetas para ganar altura agitando banderas. Otros subieron a los techos de sus vehículos, mientras sacaban fotos con los celulares al rio de autos embanderados que se extendía hasta el Obelisco.
A diferencia de otras marchas, la mayoría de los carteles que se dejaban ver en la 9 de Julio eran manuscritos con birome o marcador y repetían dos palabras: libertad y justicia. Pero no faltaban otros que apuntaban a destinatarios más específicos. Uno, por caso, afirmaba que Mauricio Macri era el líder. "Gato, comete los ratones", reforzaba el mensaje, a los gritos, el portador del cartel.
Hubo de todo: desde adolescentes a adultos mayores. Y, por todos lados, las banderas: se las podía ver cubriendo los cochecitos que empujaban algunos los matrimonios jóvenes y hasta "enfundando" al perro que acompañaba a una pareja de jubilados.
"Es la quinta que vengo, voy a seguir viniendo y voy a venir más seguido. Vengo a protestar contra la intolerancia a los valores de la República y a pedir por la independencia de Poderes y el respeto a la Constitución", le dijo a LA NACION Sergio Palacios, que llegó a la marcha junto a su cuñada y una amiga.
"Vine a todas las marchas y creo que hoy hay mucha convocatoria. La gente está cansada de tanto atropello y de esta forma autoritaria de ejercer el poder contra la Justicia", afirmó por su parte Federico Castro Nevares.
Si bien el clima general era antiperonista (hasta había un cartel que condenaba al "peronavirus") no solo había votantes de Macri en la manifestación. Roberto Sánchez, por caso, votó a Roberto Lavagna en 2019, y se sumó a la marcha desde Los Polvorines, junto a un amigo. "Macri nos hizo bolsa con la economía, pero este nos traicionó a todos. No podemos más. Nos mató este Gobierno. Me hicieron pedazos con la pandemia: tenía negocio de ropa, puse una peluquería, probé de todo, pero no puedo más", gritaba parado en la caja de su camioneta, mientras ondeaba su bandera.
Las banderas se vendía entre 100 y 400 pesos y Gustavo -protegido con un barbijo patriota- estaba entusiasmado con la recaudación del día. "Esto no da para más", decía, repitiendo lo que sus clientes querían oír, aunque se cuidaba de no traicionar su "corazoncito peronista", como deslizó.
Los carteles eran de todo tenor. Desde los que trataban de delincuente a la vicepresidenta y pedían su encarcelamiento, hasta los que apuntaban a la Corte. Una señora se puso una careta de Cristina Kirchner y un traje a rayas de presidiaria, para parodiarla. Otra joven llevaba una cartulina escrita con marcador que decía: "SuperRosenkrantz VS lo$ Villano$", en referencia al presidente de la Corte, Carlos Rosenkrantz. "Soy espiritual y estoy muy triste por la República. Acá nos hundimos, pero nadie está en el mismo barco: algunos están en velero, otros en trasatlántico y otros en bote. Y ahora nos quieren robar todo el océano", se quejó.
Alrededor del Obelisco había fiesta. A las 18 se hizo una suelta de globos celeste y blanca, festejada con bocinazos a rabiar. Los globos se elevaron entre dos gigantescos zepelines publicitarios con leyendas contra la reforma judicial.
A las 19, desde una camioneta pusieron música de los Auténticos Decadentes con las letras modificadas que terminaban acusando a Cristina Kirchner de ser "la jefa de la banda". La canción terminó con estruendo de pirotecnia, que dio paso al Himno Nacional cantado a los gritos por la multitud.
Vanesa Andía, se emocionaba mientras filmaba con su celular girando en redondo. "Esto es una locura, es una dictadura, no hay libertad. Hay que unirse ahora", dijo bajo el barbijo beige, a tono con su atuendo. Era su primera vez en una marcha, a la que llegó desde Canning con una amiga.
Subidos a los estribos de un Jeep, casi nuevo, dos muchachos enfervorizados agitaban la bandera argentina, pero apenas hablaban se notaba que no eran de acá. Jhonny Gómez, especialista en marketing, y Guillermo Carvallo, licenciado en administración pero desocupado por la cuarentena. Ambos venezolanos. "Queremos libertad, democracia. Esta es una película para nosotros y ya sabemos los capítulos que vienen. No queremos irnos, queremos seguir viviendo en la Argentina", reclaman los jóvenes, veteranos de mil protestas.
Cerca de ahí, Renata, estudiante universitaria, se envolvía en una bandera más grande que ella. "Mis compañeras y yo comentamos que nos queremos ir del país, porque vemos que esto no da. Pero estamos entre lo que vamos extrañar y la crisis". Sus padres, Daniel y Renata, la miraban con desconsuelo.
Convertida en fiesta, la protesta se extendió por más de tres horas. A las 20 seguía el desfile de autos y banderas alrededor del obelisco, ya iluminado por los carteles, mientras sonaba en el parlante Noche Mágica, de Tan Biónica, una de las bandas sonoras de Cambiemos, tanto en las derrotas como en las reivindicaciones.
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