Volver a un lugar para ver si está
Viajes imaginarios de felicidad y nostalgia, viajes reales para repetir varias veces
A cierta altura de la vida, los viajes suelen ser de felicidad y nostalgia. Casi no es necesario hacerlos. Uno cierra los ojos y viaja.
De todas maneras, hay algunas rutas que a mí me gusta hacer. Cierro los ojos y voy a algunos pueblos de la provincia de La Pampa. A Ingeniero Luigi, Jardón, Nueva Galia, Telén, Victorica, Trenel, Caleufú, Castex, Pico. En algunos casos se mezclan estos nombres con nombres y pueblos de la provincia de San Luis: Fortuna, Bagual, Anchorena, Unión, Arizona... Pero de todos modos son reflejos que me vienen como señales de mi infancia y juventud. Y los nombres siguen: Conelo, Rucanelo, Emilio Mitre, La Salada, Pichihuinca, La Maruja, Arata...
Es maravilloso recordarlos porque en esos viajes está la abuela Pilar, joven; mamá, muy jovencita; el tío Elías (hermano de mamá que murió cuando tenía 28 años) y los autos en los que viajábamos. Esos son viajes maravillosos y viajes de felicidad. Punto y aparte.
General Villegas
En cuanto a viajes efectivos, cada vez soy más austero. Me gusta ir a algunos pueblos o ciudades de la provincia de Buenos Aires, un territorio para mí entrañable porque está lleno de señales de literatura, poesía, pintura, y de un paisaje tan afín con aquel en el que me crié que realmente me siento en esos lugares.
Mi centro es General Villegas -no es de gusto que esté en el ángulo noroeste de la provincia, limitando con Santa Fe (bendito sea Rufino), Córdoba (hola Huincarenacó), La Pampa (Intendente Alvear y Realicó)-. O sea, ése es mi centro, el lugar al que me gusta ir, pasear, estar con amigos, divertirme. Y si es en verano, mejor, y si es por caminos de tierra, mejor, y si hace mucho calor, mejor todavía.
El milagro de Venecia
Todo viaje es un prólogo a la repetición de ese viaje. Cada vez que uno va a un lugar nuevo va pensando en que después va a querer volver a ese lugar para ver si está.
Ese es el milagro de Venecia, por ejemplo. Uno dice yo me voy , y Venecia va a seguir ahí. Y yo me voy a ir de nuevo , y Venecia va a seguir ahí. Y dentro de 100 años, alguien va a venir, y Venecia va a seguir ahí. Esa es la maravilla de los viajes que uno hace repitiendo, o pensando en repetirlos. No hay nada más feliz, más petulante, más divertido.
Bueno, conozco una calle de Londres, o conozco un barcito de Florencia, o recuerdo un día con el Tano Gassman en un restaurante de Firenze. No hay nada más perfecto que eso. Es una forma de petulancia, es una forma de volver a vivir momentos felices. Creo que el viaje primero no es tan divertido ni tan interesante como el viaje de repetición, el viaje de otra vez.
Antonio Carrizo conduce El sábado, radio y El locutorio , por Radio Rivadavia.
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