Volver a la oficina. Cómo regresar a la rutina laboral luego del home office sin horarios
Y un día pasó: llegó una pandemia, nos mandaron a encerrarnos a todos en nuestras casas y la laptop que ya empezaba a juntar polvo se convirtió en lo más parecido a un escritorio que tuvimos. Poco importó si trabajabas en una empresa llena de iniciativas de recursos humanos, en una de la vieja escuela o si tenías un proyecto propio; de un día para el otro y sin preaviso, todos tuvimos que amigarnos con la idea del trabajo remoto. Así que acá estamos, después de años de soñar con un modesto viernes flexible, tratando de mantener la –a veces utópica– productividad desde el sillón del living, solas o excesivamente acompañadas.
Admitámoslo: estar todo el día en casa no es taaan fabuloso como una imaginaba. Separar el "me time" del tiempo dedicado al trabajo es bastante más difícil de lo que pensabas porque requiere mucha disciplina, voluntad y hábitos y, por momentos, pasaste a odiar un poco ese lugar del que antes te costaba tanto irte. Pero ¿qué pasaría si esto terminara mañana?, ¿te gustaría volver a cumplir horario en ese box que no tiene ni siquiera una ventana?, ¿renunciarías a la nueva costumbre de cambiarte a las 11 de la mañana (si es que lográs sacarte el pijama) y no ponerte ni siquiera un poquito de base? Sabiendo ya que tu trabajo se puede hacer sin mayores complicaciones estando sin corpiño en casa, ¿no te parece un poco caprichoso eso de amontonarnos todos? La crisis internacional que desató la COVID-19 tiene muchos más oscuros que claros, de eso no hay ninguna duda, pero no por eso deja de tener su costado de oportunidad. Mientras reeducamos hábitos y nos hacemos a la idea de que la vida como la conocíamos no va a volver tan rápido, sobrevuela la sensación de que estamos ante un verdadero quiebre: uno de esos momentos que las generaciones que vienen estudiarán, capaz, como el principio de algo.
RÁPIDO Y FURIOSO
La primera semana fue extraña, trataste de seguir como siempre a pesar de la sensación de encierro y caos latente como música de fondo. Varios de los proyectos que seguías quedaron en stand by y todo lo que en un día de trabajo normal se hubiera resuelto con una reunión de media hora se convirtió en calls de hora y media con treinta minutos de previa para el aclimatamiento tecnológico. Sin embargo, unos días más tarde, ya con un par de aplicaciones nuevas y un esquema de trabajo más organizado, descubrimos que muchas cosas pueden resolverse e incluso funcionan mejor que antes. Ahora que empezamos a generar una nueva normalidad y métodos de trabajo, lo que más pesa es la incertidumbre de cuánto más nos queda y cómo será el momento en que se levanten las restricciones.
Los expertos coinciden en que estamos viviendo un proceso sin antecedentes en el terreno de la organización del trabajo. ¿Nuestra propia revolución industrial, podemos anticipar? No tenemos la menor idea, así que seamos moderadas. Hasta ahora, lo que vimos fueron empresas de dos mil o tres mil empleados volverse 100% remotas de un día para el otro, algo que en ninguna otra circunstancia hubiera pasado. La explosión de las plataformas de gestión de tareas y los errores en su funcionamiento son parte de un proceso que fue tan urgente como desordenado. "Creo que el coronavirus actuó como una especie de catalizador en este punto; lo que hizo fue acelerar un proceso que muchas empresas tenían en estado de latencia o madurándose –explica Alejandro Melamed, economista y especialista en recursos humanos–. De repente, un evento externo hizo que todos tuvieran que hacerlo, y de manera acelerada. Esto implicó varias cosas: por un lado, hizo que muchas empresas se dieran cuenta de que no estaban preparadas, que entendieran que no tenían la infraestructura necesaria, pero más que nada, sirvió para que muchísimos vieran que, en realidad, podían hacerlo". Es que, con sus pros y contras, hoy el trabajo digital pasó a ser la única opción factible, ya no hay lugar a la resistencia.
SUBIDAS AL PÉNDULO
En psicología y política hay una teoría que se conoce como "el péndulo" y lo que sostiene es que cuando las sociedades o personas están ancladas en algún comportamiento extremo que quieren abandonar, necesitan explorar el opuesto. Aplica a comportamientos de adolescentes rebeldes, a movimientos de izquierda y derecha y, por qué no, a nuestro caso. Acá estamos todavía, sintiendo la inestabilidad de ese movimiento que nos sacó de un subte repleto a las 9 de la mañana para depositarnos en casa sin darnos siquiera el tiempo de pasar los documentos a un Drive o familiarizarnos con Zoom antes de hacer papelones frente a un cliente o un jefe. Como todos los extremos, hay algo en lo que coincidimos: trabajar mientras intentás entretener a los chicos, hacer la comida y lidiar con la inestabilidad emocional del panorama incierto no es lo ideal. A esta altura, más de una daría su reino por un día de oficina con small talk, distracciones reguladas y un horario de principio y fin. Permitiéndonos un poco de optimismo, lo más razonable sería que todos estos procesos no nos devuelvan al punto de partida, sino que se capitalicen y traigan algunos cambios. "Todas las personas tenemos una resistencia natural al cambio, lo que nos hace siempre volver a lo conocido. De ahí que hasta ahora no hubiera habido un solo avance en educación digital o en el trabajo –explica Santiago Bilinkis, emprendedor y tecnólogo–. Es evidente que esta situación tiene muchas consecuencias negativas, pero fuera de todo eso que ya sabemos, la crisis está dando algunos signos positivos. Que algo de eso se sostenga va a depender exclusivamente de nosotros, de los esfuerzos que hagamos para que así sea". De los peces en los canales de Venecia a la baja en la polución en el aire, pasando por los millones de estructuras de todo el mundo que se están reacomodando, los aprendizajes que ofrece el coronavirus son muchísimos, pero pueden quedar en nada si no cuentan con el impulso de quienes están interesados en que no retroceda.
Nadie pretende que, superada la pandemia, se sostenga esta modalidad de trabajo: entendemos que no es la ideal ni tampoco la más eficiente. Lo que sí sería interesante es pensar en un esquema laboral más flexible en el que los edificios corporativos llenos de oficinas se reemplacen por lugares más chicos con más salas de reuniones que escritorios. Bien resuelto, el trabajo distribuido y remoto puede lograr beneficios para empleadores y empleados; menos gastos fijos y más independencia.
MOLDEANDO EL ESTILO
Entonces acá estamos, con la economía paralizada y más dudas que certezas en un escenario incierto. Evidentemente, la preocupación no es la misma para la que trabaja en una productora o tiene su bar que para la dueña de un local de barrio o un fabricante de lavandina, pero, a grandes rasgos, podemos entender este momento como uno de profunda recesión. La mayoría de los consultores y especialistas coinciden en varios puntos clave para sobrellevar la hecatombe:
- El empoderamiento a la hora de dirigir: quienes tengan gente a cargo necesitan tomar las riendas de la situación y mostrar un liderazgo claro y empático. La capacidad de distribuir tareas, hacerles un seguimiento, ofrecer ayuda y mostrarse cercano a las personas es clave para el éxito.
- La comunicación: no todos tenemos la misma facilidad a la hora de conectarnos y dialogar con otros, pero en esta situación no hay mucho lugar al silencio. Estando distribuidos en distintos lugares, el único modo de hacerse presente es el mensaje, el llamado y la continuidad, y el que sepa de esto tiene una gran parte del trabajo en equipo resuelto.
- La empatía: va bastante de la mano del anterior y también es uno de los puntos que aparecieron con mucha fuerza. Todos estamos pasando por estados emocionales muy fuertes: incertidumbre, estrés, angustia... El estar encerrados no inhabilita el preguntar al otro cómo está, cómo está su familia, cómo lleva el trabajo, si está cómodo con la organización del tiempo. Son preguntas que hoy se vuelven imprescindibles.
Ni el orden ni la meticulosidad, incluso estando encerrados, las cualidades que más influyen en el trabajo son la empatía, la comunicación y el liderazgo.
Hacé espacio en el teléfono
El cambio a la modalidad de trabajo remoto trae aparejado un avance tecnológico inevitable. Solo en el mes de marzo, las videollamadas aumentaron en un 1000%. En el mismo mes, Zoom, una de las favoritas en tiempo de pandemia, sumó 200 millones de usuarios, un crecimiento de un 2000% respecto a diciembre del año pasado. Más allá de las llamadas y mensajes grupales, hay muchas aplicaciones que hacen que el trabajo remoto sea más fácil. Chequeá las que te aconsejamos en esta nota.
Apps
- ASANA. Es una aplicación colaborativa para la gestión de tareas. Está diseñada para facilitar a las personas y a los equipos la planificación y la gestión de sus proyectos y para saber también qué es lo que cada uno realmente hace. Ofrece el servicio gratis a equipos de hasta 15 personas. Si tenés una pyme o equipo chico, puede que sea tu mejor solución.
- SLACK. Es un servicio de mensajería que permite armar diferentes conversaciones con los equipos de trabajo vinculados con diferentes tareas y agrupa todos los medios de comunicación en una misma plataforma.
- TRELLO. También está diseñada para la gestión de proyectos grupales o individuales. Su esquema se basa en la organización de tareas sobre la base de pendientes, en proceso y terminadas.
- SKYPE, ZOOM Y HANGOUT. Skype fue pionera en el mundo de la videollamada. El Hangout de Google tiene la ventaja de que no exige instalaciones ni descargas: solo tenés que tener una cuenta en Gmail y un Chrome. Zoom es la revelación de la cuarentena. Tuvo sus críticas por problemas de privacidad, pero sigue en alza
En modo supervivencia
Esto va a ser una revolución a nivel trabajo, vínculos y convivencia. En el ámbito del trabajo, todo lo que podamos pensar respecto a lo que hacemos, el modo en que hacemos marketing, el modo en que trabajamos, vendemos... Todo va a atravesar un redescubrimiento que también va a implicar muchísimo costo y dolor. Ya sea que seamos más o menos optimistas, existen algunas regularidades en cuanto al funcionamiento de los grupos de trabajo y el éxito o dificultades en la adaptación. Así como la empatía, el empoderamiento y la comunicación son herramientas clave que atraviesan todas las ocupaciones, hay actitudes que está bueno tomar en situaciones particulares.
Si sos jefa. Tratá de distribuir las tareas poniendo el foco en los objetivos. Tené presente que del otro lado hay personas atravesando un momento movilizante: preguntales cómo están. Contemplá lo humano, preguntales por ellos y por su entorno. Tratá de estar conectada, hacete presente sin que eso signifique "vigilar". Hay muchas herramientas que pueden ayudarlos a organizarse mejor.
Si sos colaboradora o freelance. No desaparezcas, aun cuando tu tarea no te exija trabajo presencial, intentá hacerle un seguimiento a la distancia para garantizar que la cosa continúe. No es momento de hacer la plancha ni dejar de trabajar incluso sabiendo que son cosas que no se pueden cobrar; es muy importante mantener el vínculo aceitado. Después de todo, esto en algún momento va a terminar
Si sos empleada. En medio de las restricciones y cambios, hay muchos puestos que hoy no tienen siquiera tareas. Pero nada vale más que una persona proactiva, abierta y disponible para tomar nuevas tareas y hacer lo que se necesite.
Expertos consultados: Andrea Churba. Consultora especializada en organizaciones y autora de Liderá tu propio cambio. Alejandro Melamed. Consultor y speaker internacional en estrategias de recursos humanos. Santiago Bilinkis. Emprendedor y tecnólogo.
Por Lucía Benegas.
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