Volver a clases. 3 mamás de distintas partes del mundo cuentan cómo fue el regreso de sus hijos a las aulas
Silvina López
- Vive en: Blois, Francia. Mamá de Vicente (3) y Leonie (10 meses).
- "Prefiero correr el riesgo y sentir incertidumbre, pero su alegría lo vale".
En Francia los colegios estuvieron abiertos para los hijos de los trabajadores esenciales y el confinamiento duró de marzo a junio. En nuestro caso, fue el comienzo escolar de Vicente, porque aquí el jardín maternal arranca a esa edad. Antes del comienzo de la pandemia nuestro hijo iba a una guardería, pero dejó de ir porque mi marido es médico, trabaja en el hospital y tenía muchos casos de Covid, entonces no nos sentíamos cómodos con que volviera. Hasta que un día, a partir de que lo vimos muy angustiado por no poder salir a jugar con unos niños que estaban fuera de casa, decidimos que a él no lo íbamos a aislar más. Así que el lunes siguiente volvió a la guardería y estaba súper feliz. Entendimos que era preferible correr el riesgo y sentir algo de incertidumbre, pero que él no sufriera más por el aislamiento, y creemos que su alegría lo vale. En septiembre, decidimos que empezaría el jardín. Recibimos un mail con los protocolos: hay que tomarle la temperatura antes de salir, puede llevarlo solo un adulto, hay que lavarle las manos al ingresar al colegio. Para nosotros, fue doblemente complicado porque acá en Francia no hay adaptación. Así que tenía que dejar a mi hijo ocho horas, por primera vez, en un espacio nuevo, con adultos que no conocía y que tenían puestas máscaras. No es fácil, pero creemos que lo mejor para él es que tenga la vida lo más normal posible, dentro de este contexto. Ahora él pasa 8 horas diarias con las maestras y aún no les conoce las caras, pero eso es lo que está viviendo y lo tiene súper incorporado.
Natalia Flores
- Vive en: Madrid, España. Mamá de Olimpia (5) y Félix (10).
- "La vuelta al cole los ayuda a normalizar una situación que para todos es extraordinaria".
Los niños vivieron el momento del regreso muy contentos y emocionados. Creo que lo que en realidad tenían eran ganas de volver a lo que ellos recordaban como la "normalidad"; algo que les daba una estructura de días, rutinas y también para poder salir de casa. A nosotros como padres nos parecía importante que volvieran a la escuela porque era una forma de recuperar su vida, sus amistades, sus rutinas, sobre todo por la parte afectiva. Siento que ellos recuperaron autonomía, confianza en sí mismos, poder hacer cosas sin estar todo el tiempo bajo la mirada de los padres. Y bueno, nosotros también recuperamos tiempo para poder hacer otras cosas, que también es importante. La vuelta al cole los ayuda a normalizar una situación que para todos es extraordinaria y que los ayuda a bajar los niveles de ansiedad y preocupación que se generaban en casa. En los colegios se dividieron las clases para que sean de menos de 20 niños. También se organizaron para que la entrada al colegio sea escalonada y lo mismo para las salidas. Además, se puso una jornada intensiva desde las 9 hasta las 14 (antes era todo el día). Respecto a los protocolos, en el caso de OIimpia (5), el barbijo no es obligatorio, pero sí para sus profesores. Y para Félix, de 10, sí es obligatorio, tanto para niños como para maestros. Otra medida que se tomó es ventilar seguido las aulas. A veces pasa que algunos compañeros no se llegan a ver, porque entran en horarios diferentes, ingresan por una puerta y salen por otra, van al patio a horas distintas. Aunque mi hijo se queja de que no se ve con todos sus amigos, y eso nos da un poco de pena, sabemos que es lo mejor para ellos.
Juana Kelsey
- Vive en: Bruselas, Bélgica. Es Mamá de Keyla (13) y Maia (10).
- "La posibilidad de estar entre pares les permite recuperar lo constitutivo de la infancia".
Creo que hay muchas emociones juntas respecto a la vuelta a clases. Conozco gente que todavía tiene mucho miedo y otra que no. A nosotros nos parecía importante que los niños y adolescentes pudieran volver a socializar, a intercambiar ideas, opiniones, volver a estudiar en equipo y también poder volver a ver al otro como alguien a quien escuchar, amar o no, pero, sobre todo, no verlo como una amenaza invisible. Mis dos hijas van a escuelas públicas y empezaron las clases presenciales en junio, Keyla va a tercer año de secundaria y Maia, a sexto grado. Ambas estaban muy felices de volver a la escuela, al reencuentro con sus amigos. Creo que los niños y jóvenes están sobreinformados respecto del covid y la posibilidad de estar entre pares les permite recuperar y nutrir lo constitutivo de la infancia: la inocencia, el soñar, el jugar, el imaginar, el crear. Que se les dé la oportunidad de olvidar por un rato lo difícil de la situación que atravesamos mundialmente.
Respecto a los protocolos de cuidado, me preguntaba cómo iban a llevar el barbijo todo el día, me preocupaba si estarían lo suficientemente oxigenados como para aprender. Después me di cuenta de que lo usaban sin problemas. Son jóvenes y adaptables: es una de nuestras cualidades como seres humanos, ¿no? También otra medida es la ventilación de la institución constantemente, obviamente lavarse las manos con frecuencia y, en primaria, no permiten que en los recreos se junten los chicos de los diferentes grados.
Volver... ¿a qué tipo de escuela?
Por Francisco Anello. Lic en Ciencias de la Educación y MBA.
La pandemia afectó a las escuelas, rompió las paredes y aceleró cambios que no esperábamos que pasaran hasta dentro de 30 años. Agrandó las brechas y separó alumnos y docentes, encerrados en sus casas, en sus barrios, afectando a millones de alumnos en el mundo. Los chicos que tenían un vínculo más lejano con la escuela se alejan más día a día y los que tenían acceso a la tecnología siguen vinculados con sus docentes.
Por otra parte, adaptarse a una nueva forma de continuidad pedagógica fue un desafío grande. Empezar a usar plataformas que desconocían, recursos que no tenían preparados y aún así continuar aprendiendo.
En muchos países se debate qué riesgo correr: el de contagio con escuelas abiertas o el de perder a los chicos con las escuelas cerradas. No hay una respuesta única para esta pregunta, pero es verdad que es clave la continuidad de los alumnos, el trabajo día a día con sus docentes, con sus compañeros, para los que creemos en el poder transformador de la educación.
Otro de los grandes puntos que se ponen en crisis en este momento es el sentido de la escuela y para qué mundo nos prepara. Sir Ken Robinson hablaba ya en 2006, en su charla TED, de que la escuela había sido creada para una sociedad industrial que estaba en crisis. La pandemia ha acelerado la crisis de esa sociedad. Pero, a la vez que se paralizan y se destruyen empleos, también se crean nuevos y se acelera la transformación digital. Según un reciente informe de Microsoft, se van a crear 149 millones de puestos de trabajo para 2025, de los cuales casi 2 millones serán para Argentina. Todos vinculados con disciplinas digitales como programación y ciencia de datos.
La educación vive en la tensión entre educar para el mundo que fue y para el mundo que viene. Entonces: ¿qué debemos seguir enseñando? No se trata solamente de innovar o incorporar tecnología, sino también de formar competencias y habilidades para los protagonistas de un mundo que trae muchas oportunidades.
Si el mundo al que volvemos es un mundo que ha cambiado, entonces: ¿cómo debe cambiar la escuela? ¿Queremos alumnos que sean meros usuarios de redes sociales, objeto de algoritmos creados por unos pocos? ¿O que programen las nuevas herramientas que les mejoren la vida a millones de personas en el mundo?
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