Vivir en hoteles, un hábito de artistas
El Reina Victoria de Málaga, El Mistral de Montparnasse o el St. Regis de Nueva York funcionaron como hogar de Rilke, Sartre y Beauvoir, Dalí y Gala
La literatura le debe mucho al turismo. Sin los safaris de Hemingway algunas ciudades no serían nota. Y, si bien los escritores siempre viajaron mucho, desde el siglo 20 los hoteles fueron famosos, frecuentemente más que sus residencias estables. Por eso William Faulkner deseaba ser sereno nocturno en un hotel. Alojarse de paso es habitual. Pero no lo es quedarse a vivir durante meses o convertirlos en una segunda dirección. Es lo que pasó con Rainer María Rilke (1875-1926) Jean Paul Sartre (1905-1980) y Simone de Beauvoir (1908-1986), y Salvador Dalí (1908-1989)
Rainer María Rilke
Tenía 37 años cuando en 1912 llegó a Ronda, en Málaga, en el flamante Hotel Reina Victoria, parecido a nuestro Yacanto en Córdoba. Venía de ser secretario de Rodin y personaje ideal para las revistas del corazón. Detrás quedaba su largo romance con Andrea Lou-Salomé (también codiciada por Nietzsche) y varias mujeres bellas y aristocráticas que dejaron su huella en los cuadernos de Malte Laurids Bridgge. Un libro de cabecera que hace juego con Cartas a un Joven Poeta.
Tenía una asignatura pendiente: escribir Las Elegías de Duino, castillo cercano a Trieste, de su protectora y algo más, Marie von Thurn und Taxis. Sería su mayor obra.
Le dieron la habitación 208 sobre el enorme parque con almendros, caminos de tierra roja, y al fondo los montes blancos de la sierra. Una vista sensacional, doy fe . Coincidiendo con su descripción: " localidad muy española encaramada del modo más fantástico y grandioso a una montaña y reunida sobre dos enormes verticales moles de roca que corta el angosto y profundo tajo?"
Al principio estaba deprimido y no salía del cuarto; hasta se temió un suicidio. Luego en su estada de mes y medio hasta el 15 de febrero de 1913, mejoró notablemente y escribió Trilogía Española y el canto VI de Duino.
El hotel de cuatro estrellas, menos lujoso y caro que el nuevo Parador, tiene otros visitantes famosos como los reyes Felipe y Letizia y el ídolo del flamenco Camarón de la Isla. En cambio Orson Welles, enamorado de España y las corridas de toros, vivía en las tierras de su amigo el matador Antonio Ordoñez. Sus cenizas reposan en un arcón en un aljibe del fundo.
En la remodelación del hotel centenario le agregaron spa y piscina y su estatua de tamaño natural. El cuarto se transformó en museo, con un jarrón de su flor predilecta "Te veo, rosa, libro entreabierto, que contiene tantas páginas de dicha detallada que nadie leerá nunca. Libro-mago."
La habitación 208, lo mismo que la 704 del Hotel Castelar de Buenos Aires donde vivió seis meses Federico García Lorca (ver nota abajo), no se alquila, tiene status de museo.
Jean Paul y Simone
Sartre todavía no había publicado El Ser y la Nada y Beauvoir el Segundo Sexo cuando decidieron vivir juntos en El Mistral, un modesto hotel de tres estrellas en el barrio de Montparnasse, desde 1937 hasta 1942.
"Trabajaremos mucho, pero llevaremos apasionadas vidas de libertad", declararon anticipando su Amor Libre. Por esa razón vivían en cuartos diferentes. Ella eligió vista a un pequeño jardín interior en el hueco de manzana y el ventana a la calle.
Los dueños no los convirtieron en cuartos-museos y uno hasta podría ocuparlos sin saber quien durmió antes. Basta una placa en el frente para informar quiénes fueron sus huespedes más celebres
Está en un barrio silencioso pero divertido, más parisino que otros turísticos, cerca del mercado de Rue Daguerre y a pocas cuadras del cementerio más literario de París. Se pueden repasar datos y precios en su página en Internet (24, rue Cels, 14 arrondissement)
Estuve a punto de alojarme. Me gustó al visitarlo y el precio me convenía aunque no supiera (no me lo dijeron) cuáles eran esos cuartos ni sus historias personales custodiadas por el anonimato o el olvido.
Para recuperar a Jean Paul y Simone hay que ir a sus escritorios de hecho porque durante la ocupación alemana había calefacción en los bares, pero no en las casas o los hoteles modestos. Precisamente en el 2000 se inauguró una plazoleta pequeña con sus nombres entre Deux Magots y Café de Flore sobre la avenida Saint Germain des Prés También comparten lápida y la tumba, igual que Julio Cortázar y Carol Dunlop en el Cementerio de Montparnasse, en la División 20. Con una anécdota romántica al viejo uso. Simone quiso ser enterrada con el anillo de plata que le regaló el escritor norteamericano Nelson Algren (1909-1981) el hombre que más amó. Para cinéfilos, autor del Hombre del Brazo de Oro, película con Frank Sinatra y Kim Novak de 1955.
Patrick Modiano, el último Premio Nobel (un título que Sartre no aceptó) cita a la Rue Cels en varios pasajes de sus novelas.
Salvador y Gala
Durante 40 años, desde que llegó en 1934 por primera vez a Nueva York, convirtió la suite 1610 del Hotel St. Regis en su residencia todos los inviernos. Siempre la misma época y habitación. Nadie podía pretextar un cambio por ninguna circunstancia. Aunque no fuera la única celebridad entre Marlene Dietrich, Hitchcock que lo hizo una docena de veces, John Lennon o el elenco estable de pasajeros ricos, famosos y caprichosos.
De la misma manera que Sartre-Beauvoir atendían en sus cafés, Dalí la transformaba con Gala, musa y dama de compañía, en su palacio, el escenario para un "one man show". Los encuentros con Andy Warhol y otros igualmente sorprendentes como el de Harpo, su amigo entre los hermanos Marx. Agregaba un zoo personal para su mascota Babou, un ocelote (pequeño jaguar). Por supuesto no se limitaba porque su rutilante presencia se extendía por donde pasara hasta el restaurante Astor Court o el King Cole Bar, donde el código de vestimenta "informal presentable" no regía para él. Hasta la salida era un espectáculo con gente que sabía de su presencia anticipada con las señas del portero: "Dalí is here..."
Era el astro rey que mantenía costumbres que no se olvidan en el Hotel de la calle 55 y la Quinta Avenida. Por ejemplo, garabatear y dibujar sobre las servilletas en el desayuno que abandonaba al levantarse. Los mozos las guardaban y luego las vendían como un Dali auténtico.
Dejó al morir en 1989 un anecdotario que crece en Nueva York, más aún que su casa, castillos y museos en Cataluña. Lo único que hubiera extrañado es no haber conocido el espacio imperial que acaba de inaugurarse entre sus 171 cuartos y 67 suites.
Tiene mas de 500 metros cuadrados, todas las comodidades que puedan imaginarse, lo mismo que su precio 18.500 dólares por noche. Fue precisamente un compatriota, el tenista mallorquino Rafael Nadal uno de los primeros en ocuparla en el 2013 al ganar el abierto de Estados Unidos.
Otros huéspedes ilustres
Coco Chanel
Creció en un orfanato de Aubazine, donde aprendió a coser, a bordar a mano y a planchar impecablemente. Años después, cuando ya era una diseñadora consagrada y un referente de la alta costura, Gabrielle "Coco" llegó a afirmar que el hotel Ritz de París era su hogar. No es para menos: allí vivió desde 1934 has
ta el año de su muerte, en 1971. El hotel no sólo la honró con la elegante suite que lleva su nombre, sino que acaba de inugurar el spa Coco Chanel, con productos exclusivos de la casa francesa.
Se dice incluso que Anna Wintour, directora de la revista Vogue norteamericana, se hospeda en la suite Coco Chanel durante los desfiles parisinos.
Situado en un antiguo palacio de 1705 que domina la plaza Vendôme de París, el Ritz de París fue el primer hotel de Europa que incorporó en sus habitaciones electricidad, baño y teléfono. En junio último, y tras cuatro años de obras, el alojamiento reabrió sus puertas con un nuevo look, sin perder el refinamiento de antaño.
En el emblemático hotel se han hospedado íconos de la historia como Charlie Chaplin, la princesa Diana, Ernest Hemingway, Marcel Proust, Scott Fitzgerald o Maria Callas, atesorando entre sus paredes miles de anécdotas.
Elvis Presley y Warren Beatty
Algunos asocian al lujoso hotel Beverly Wilshire, en el corazón de Beverly Hills, con Pretty Woman, ya que aquí transcurrió parte de la película protagonizada por Julia Roberts y Richard Gere.
Mucho antes, el hotel construido en 1928 (cuando la ciudad de Los Angeles tenía menos de 18 mil habitantes) fue hogar de estrellas del rock como Elvis Presley o actores como Warren Beatty. El rey del rock & roll vivió allí durante varios años en la década del 50, ya que le quedaba muy cerca de los estudios de la Paramount, en los que rodaba sus películas (y porque Elvis residió allí, también John Lennon escogió este lugar para vivir una temporada, durante una separación de Yoko Ono).
También Warren Beatty vivió durante 11 años en la Veranda Suite en los 60, lugar donde entretuvo y sedujo a una larga lista de amantes,desde Julie Christie, Faye Dunaway, Vivien Leigh o Joan Collins hasta Barbra Streisand, Diane Keaton o Cher.
El Beverly Wilshire también ha visto caminar a lo largo de sus pasillos a grandes personalidades como Cary Grant, Aga Khan, el Dalai Lama o el emperador japonés Hirohito, entre otros.
Marilyn Monroe
Elegido como la primera sede de los premios Oscar en 1929, el Hotel Roosevelt sumaría otro hito en su historia al alojar, años después, a una jovencísima Norma Jean, más conocida como Marilyn Monroe. De hecho, los primeros pasos en el mundo del cine y la publicidad de la actriz estarían unidos a este hotel (sus primeras fotos para las revistas de actualidad fueron sacadas en el trampolín de la piscina del hotel), donde viviría durante dos años, antes de conocer definitivamente el estrellato.
Hay quienes aseguran que el espejo que se encontraba en la habitación de la actriz, y ahora se sitúa en el vestíbulo del hotel, está encantado con su espíritu. No son pocos los que incluso afirman haber visto el reflejo de la rubia, retocando su maquillaje y acomodando su pelo, en dicho espejo.
Federico García Lorca
Fue el 13 de octubre de 1933 cuando el poeta español Federico García Lorca (1898-1936) pisó por primera vez el hotel Castelar, horas antes de ir al Teatro Avenida. Allí, invitado por Lola Membrives, presentaría su obra "Bodas de sangre".
Se iba a quedar un mes en Buenos Aires, pero la ciudad lo atrapó. Se rodeó de amigos como Pablo Neruda y Alfonsina Storni y se quedó cinco meses más. Durante ese tiempo vivió en el hotel de la Avenida de Mayo, en la habitación 704.
Setenta y nueve años después de aquella visita, el hotel Castelar recreó en 2012 la habitación donde durmió el andaluz para abrirla al público.
Ubicada en el séptimo piso del hotel, la habitación fue utilizada por pasajeros hasta 2003; incluso la hermana de García Lorca la ocupó especialmente cada vez que vino al país.
Los personajes de "La casa de Bernarda Alba" y de "La zapatera prodigiosa" están pintados en la pared del hall que antecede el cuarto, ambientado como en los 30, con muebles de época. Un original del "Romancero Gitano" traído de España decora el ambiente y un reloj está parado a las 17, hora en la que comenzó la Guerra Civil española, que lo fusiló en 1936 por su orientación sexual y política.
Láminas explicativas, fotos, cartas manuscritas y copias de la partida de nacimiento y del bautismo de Lorca completan el homenaje.
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