Vitamina D: por qué es importante chequear sus niveles en tiempos de Covid
Uno de los temas más buscados durante 2020 en Internet fue “vitamina D”. Cobró protagonismo cuando la empezamos a extrañar, después de meses de encierro. Debido a la pandemia por coronavirus, todo el año escuchamos hablar mucho de la relación con el Covid, porque se comprobó que la vitamina D está involucrada en la inmunidad. Algunos ansiábamos tanto nuestra libertad, el viento en la cara y el sol de frente que, en el reclamo al universo, incluíamos la justificación: nuestro cuerpo necesita ver el sol, necesita vitamina D, esa es nuestra naturaleza.
Pero ¿qué sabemos de esta vitamina? La activa la luz solar, pocos alimentos de los que consumimos habitualmente la contienen en cantidades importantes y tiene múltiples funciones en diferentes órganos de nuestro cuerpo. De hecho, tal es su importancia –por eso algunos la llaman “casi hormona”– y tantas son sus funciones comprobadas que algunos hablan de ella como la “hormona Calciotropa”. Pero, más allá de las definiciones, lo concreto es que la vitamina D impacta a nivel cardiovascular y en la salud de la piel, tiene efecto de antienvejecimiento y trabaja sobre el sistema inmune. Además, es clave su acción sobre el intestino, ya que favorece la absorción del calcio contenido en los alimentos que consumimos; y como se sabe que está relacionada también con la absorción de fósforo, se dice que contribuye al desarrollo y mantenimiento del esqueleto y la salud ósea.
OBTENCIÓN Y ABSORCIÓN
La vitamina D se obtiene a partir de su síntesis en la piel cuando esta se expone a la radiación solar, así como a través de algunos alimentos específicos, como aceites de pescado, hígado vacuno, lácteos, quesos o yema de huevo.
En lo referido a la interacción entre el sol y la vitamina D, no hay un buen balance entre riesgo y beneficio. Esto significa que los riesgos que representa la exposición al sol sin protección exceden (o podrían exceder según la persona y el caso) los beneficios que esto genera, sobre todo si pensamos en el cáncer de piel. Por esa razón, hay muchos especialistas que descartan el sol y se enfocan, directamente, en la alimentación y los suplementos farmacéuticos. Más aún si pensamos que tomar sol con protector –que, obviamente, es lo recomendado– incide en una menor activación de la vitamina D, por lo cual la exposición de estas características debería limitarse a solo media hora por día, fuera del horario más peligroso, que va de las 11 a las 16. Pero inclusive si tomamos sol en esas condiciones, hay que tener en cuenta que, a medida que nos alejamos del verano, la vitamina D acumulada en sangre va disminuyendo paulatinamente; y por esa razón la utilización de suplementos no es una rareza. A partir de determinada etapa de la vida, sobre todo después de los 60 años, es recomendable conocer si una presenta alguna deficiencia en los niveles de esta vitamina y, si existe deficiencia, utilizar suplementos de dosis altas con indicación y supervisión médica, una vez por mes durante 3 o 4 meses.
¿CÓMO TESTEAR TU VITAMINA D?
La vitamina D se mide en sangre mediante un análisis. Si bien no se encuentra entre los dosajes de rutina, ante una sospecha los especialistas suelen indicarlo. Es posible que esto no ocurra en casos de falta de cobertura o cobertura baja porque es un análisis caro, entonces lo que se hace es suplementar tomando como referencia el resto de los análisis que sí son de rutina.
Obviamente siempre es mejor contar con el indicador específico y, en este sentido, la buena noticia es que con hacerlo una vez al año alcanza. Lo ideal es hacerlo en los momentos más “críticos”, que son el invierno o los períodos en los que hay menos salidas al aire libre, como ocurrió en 2020 mientras estuvimos en cuarentena. ¿Por qué? Por lo que decíamos antes de que cuanto más nos alejamos del verano y de la mayor posibilidad de exposición al sol, más disminuyen los niveles. Además, la suplementación debe administrarse cuando no hay exposición, así que el invierno es el momento ideal para realizar el análisis y luego empezar.
¿CUÁNDO SUPLEMENTAR?
El déficit de vitamina D es una condición que debe ser prevenida y tratada adecuadamente garantizando un consumo diario mínimo recomendado, parámetro que varía según la edad. Quienes tienen más riesgo de tener déficit son las personas que se exponen poco al sol, las que tienen sobrepeso (porque en ese caso la vitamina D se deposita en la grasa) y las mayores de 60 años.
En caso de déficit, los suplementos deben ser utilizados bajo indicación y supervisión médica, ya que se utilizan altas dosis para llegar a los niveles adecuados. Una vez pasada esa primera etapa, se puede recurrir a suplementos con dosis bajas (400 a 800 unidades) para mantener el aporte diario de mantenimiento. Si bien es muy difícil llegar a niveles tóxicos, esto es una posibilidad si se utilizan los suplementos de altas dosis de manera inadecuada. Por eso, ante un déficit, hay que consultar al médico siempre. •
Vitamina D y Covid
Como ocurre con muchas otras instancias de este virus, todavía no hay nada determinante, lo cierto es que aun con los estudios definitivos en curso y con los resultados favorables de pruebas solo observacionales, se sabe que los países cuyos habitantes tuvieron mejores niveles de vitamina D tuvieron menor mortalidad por Covid. Igualmente hay que decir que ya en la “prepandemia” la vida actual había reducido las horas que la gente pasa fuera de casa y, por ende, se expone al sol, con lo que el déficit de vitamina D ya se había instalado como tal (aunque antes era un problema circunscripto a las poblaciones más añosas o aquellos territorios con baja irradiación solar, como la Patagonia).
Expertas consultadas: Dra. Laura Maffei. Especialista en endocrinología clínica, miembro de la Sociedad Argentina de Endocrinología (SAEM). Dra. Leisa Molinari. Médica dermatóloga, directora del Centro Médico de la Piel (Belgrano) y miembro titular de la Sociedad Argentina de Dermatología (SAD).
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