Virginia Woolf, libros imprescindibles y curiosidades de una vida intensa
Se conmemoran 140 años de su nacimiento; una mirada de la escritora Silvia Hopenhayn, que nos habla de por qué es importante leer la obra de esta referente británica de las letras y el feminismo
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“Virginia Woolf, antes que Borges, inventó un Aleph”, así define la escritora Silvia Hopenhayn el aporte de la autora que nació un día como hoy hace 140 años. Y se explaya: “En su originalísima novela Orlando (escrita enamorada, en pleno romance con Vita Sackville-West, condimentada con sus celos y risas cómplices), su personaje, precursor de identidades variables, encuentra un lugarcito, debajo de un roble, donde comienza a ver que el tiempo no es cronológico, que las cosas pasan de otra manera en esta vida, o quizá no pasan, sino que siempre están, y nosotros somos aves de paso que las rozamos. Así lo escribe: ‘Vio dorarse las hayas y desrizarse los helechos tiernos; vio la hoz de la luna y después el círculo, vio cómo las lunas nacen y los soles se ponen...’”
Según cuenta la periodista cultural Hopenhayn, la nostalgia de dicho descubrimiento atraviesa toda su obra, sobre todo en su libro “más estremecedor” donde vuelca la memoria de su infancia, Al faro. “Allí está su madre, que tanto iluminó su vida, a pesar de su prematura muerte (a los 13 de Virginia); su padre, un intelectual que la nutrió de libros y decepciones; también aparecen retratados sus varios hermanos, familia ensamblada al estilo “los míos, los tuyos y los nuestros”, ocho en total, familia moderna, cuyos retoques y modales victorianos no la eximieron de abusos sexuales”.
Hopenhayn, coordinadora de talleres donde actualmente trabajan la obra de Woolf, cuenta que “se suele volver a esta historia oscura de Virginia y su hermano George para explicar las diversas crisis que padeció durante su existencia, incluso la que supuestamente tuvo junto a Leonard Woolf en la noche de bodas”. Pero aclara: “Sin embargo, su vida, también fue una fiesta, y cada libro suyo, un festejo de la vida. Escribía apasionadamente, en busca de verdades que sólo la ficción ofrece como respuesta a la realidad incomprensible, a veces insoportable. Y las halló, por suerte para los lectores, aunque a ella no le alcanzaran para apaciguar sus angustias ante el terrible avance del nazismo y sus propias desventuras psíquicas. Son memorables las dos cartas que escribe antes de suicidarse (1941) a su hermana y su querido Leonard, quizá una manera de despedirse con amor del bello e injusto mundo que tan bien retrató. Y por el que también luchó en relación al feminismo en disertaciones y libros de referencia fundamental, como Un cuarto propio o Tres guineas”.
La escritora argentina, que recuerda a Woolf con maestría, vuelve al paso del tiempo, “que Virginia hace pasar de otra manera al iluminar lo perdurable desechando las imposiciones de la cronología”. Agrega: “Es notable la escena de Orlando sentado bajo el árbol. Borges, quien tradujo la novela en 1937, a pedido de Victoria Ocampo, parece haber hallado su propio Aleph entre las hojas de Virginia. Así lo describe: “Vi el populoso mar, vi el alba y la tarde, vi las muchedumbres de América…”. Sin duda ambos, precursores de su tiempo. Y por ello mismo, tan actuales”.
Imprescindibles de Virginia Woolf
- Un cuarto propio (Planeta): En este libro la autora, principios del siglo XX, cuenta a mujeres universitarias la importancia de que tengan un espacio para ellas; a través de esta obra va narrando las condiciones materiales indispensables, para que una mujer pueda desarrollar una labor de creación y enriquecimiento personal.
- Orlando (Lumen): Cuenta las peripecias de un joven aristócrata inglés, rico, seductor y amante de la literatura, figura inspirada en la vida y la personalidad de la escritora Vita Sackville-West, gran amiga de la autora, que cabalga la Historia -con mayúsculas- desde el siglo XVI hasta el XX y que, durante el reinado de Carlos II, se convierte en mujer. Esta particular mudanza de épocas y de sexo supone un viaje por el tiempo, los espacios y las emociones, además de una meditación estimulante sobre la creación artística.
- Al faro (Edhasa): Durante una excursión a un faro, los miembros de la familia Ramsay se muestran al lector en toda su complejidad y se presentan enredados en una trama de sentimientos cruzados y contradictorios en la que la figura paterna ocupa un lugar central pero problemático (objeto especialmente del rencor del hijo).
- La vida por escrito: Irene Chikiar Bauer (Taurus): Este ambicioso trabajo, tan erudito como ameno, coloca al lector ante el desarrollo de la vida de Virginia y los suyos, permitiéndole asistir, como un espectador en el teatro, al devenir de la escritora tanto en su plano íntimo y privado como en el público y literario, ambos entrelazados con los grandes acontecimientos políticos y sociales, como las dos guerras mundiales, que tanto determinaron las fluctuaciones y derroteros de la autora.
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