Viajes transformadores: a dónde ir para conectarte con vos
No imagino un viaje sin un plan, un plan sin un viaje o un proyecto que no me lleve a viajar. Y esto es porque los viajes pueden ser transformadores. Reveladores.
Nos ayudan a cambiar la perspectiva con la que vemos las cosas. Lo que nos resulta fatal, con la lupa de todos los días, puede transformarse en minúsculo con la mirada calma frente al mar.
Viajar lleva tácitamente un cambio. Nunca volvemos igual que como partimos. Renueva nuestras emociones, nos resetea y activa nuestra capacidad de asombro.
De viaje nos liberamos, nos animamos, nos soltamos, nos mezclamos con la gente, nos desconocemos y nos conocemos aún más. Tal vez porque nos da el tiempo que nos quita la cotidianeidad de la vida. O quizá porque es un recreo que nos ayuda a mirarnos por dentro.
Lo cierto es que si descubrís esa sensación y la sabés aprovechar, los viajes son grandes aliados de los nuevos proyectos. Espacios de ideas creativas y abridores seriales de cabeza. Ideales para planear las cosas más simples o alocadas.
Uno de los viajes que más me marcaron fue el que emprendí para sanar la angustia de haber perdido un embarazo. Decidí irme a Nueva York, y fue a partir de ahí que dije: “Nueva York es todo LOCURA y todo LO-CURA”. En ese viaje fue planeado y creado “Chicas en NY”, cuando disfruté de una experiencia única con amigas. Y fue tan transformador que me inspiró paraconvertirlo en mi trabajo.
En otro viaje descubrí mi pasión por transmitir experiencias y emociones, y al volver me animé a dejar mi antiguo trabajo.
En un viaje corto me enamoré de mi marido, y en otro descubrí nuevas amigas que perduran en el tiempo.
La predisposición es mucho en la vida, y los viajes nos predisponen a recibir y ver las cosas de otro modo. Por eso hay que aprovechar el momento, porque a esa predisposición y esperanza la llevamos grande y más poderosa que nunca ¡al viajar!
3 destinos para conectarte con vos
Jaisalmer, un oásis en India: le dicen la Ciudad Dorada por sus construcciones en amarillo arena, que brillan con el sol. Desde ahí sale una excursión al desierto de Thar (mitad jeep, mitad camello) para dormir en un campamento bajo las estrellas.
NY siempre es un buen plan: si ya conocés, podés alquilar un auto y salir de Manhattan para entregarte a un road trip por el Valle del Hudson. En otoño se tiñe de naranjas y ocres y los paisajes son soñados. En 3/4 días podés recorrer varios puntos y pueblitos pequeños, de película.
Ushuaia, lo más austral: en la mítica Tierra del Fuego, una experiencia en un resort de lujo y spa en el Hotel Arakur, creado en un entorno natural soñado: la Reserva Natural Cerro Alarkén, que te invita a la calma, a la aventura o a las dos.
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