Viajar es sagrado: diez catedrales para conocer
De Notre Dame, en París, a San Juan, en Nueva York, y San Basilio, en Moscú, una colección de íconos culturales clave en la historia occidental y en la lista de prioridades de cualquier explorador por esos destinos
Los vitrales dejan filtrar una luz tenue, casi difusa, que llega desde el exterior como si se tratara de una bruma celestial e ilumina apenas la figura atormentada de Cristo en su cruz. Bajo el madero, un altar de mármol blanco mira hacia una muy larga nave central a la que flanquean decenas de arcos y bóvedas. Los fieles, arrodillados, murmuran plegarias y el humo de un incienso trepa serpenteante por la cruz.
Las catedrales son los más majestuosos símbolos de glorificación divina que pudo concebir la arquitectura cristiana. Arcos ojivales, bóvedas de crucerías, vitrales de espléndidos colores, naves centrales de gran altura, luces arrancadas de las sombras y capillas radiales son señales de identidad de muchos de estos templos cuyo nombre genérico proviene del vocablo griego cathedra, que podría ser entendido como el trono del obispo o el arzobispo.
Los cristianos denominan catedrales a aquellas iglesias de una diócesis en las que el obispo tiene su sede episcopal permanente. Su imponencia las ha convertido no sólo en irreemplazables símbolos religiosos sino también en sitios de enorme atractivo turístico que suelen figurar en los planes de cualquier viajero.
Góticas, barrocas, románicas, bizantinas o renacentistas, las catedrales tienen estilos que reflejan los gustos y vaivenes arquitectónicos de los últimos diez siglos de la humanidad. Conocerlas supone un magnífico viaje cultural en el que es posible sumergirse en la historia misma de las ciudades y pueblos en las que se levantaron. Notre Dame de París, el Duomo di Milano, Santiago de Compostela o San Basilio de Moscú son buenos ejemplos de ese recorrido fantástico que proponen las grandes catedrales del mundo. A continuación, un repaso por diez catedrales que todo viajero debería visitar al menos una vez en su vida.
Notre Dame de París
Ubicada en la pequeña isla de la Cité, en el corazón de París, Notre Dame es la más famosa de la catedrales francesas y también uno de los templos más célebres del mundo. Se terminó de construir en 1245, guarda un impecable estilo gótico y está dedicada a la Virgen María, de allí el nombre de Nuestra Señora.
Nada tan impactante como subir a lo alto de las dos torres de casi setenta metros que se levantan en la fachada. Con un costo de 8 euros, exige cierto estado físico, ya que se trata de ascender 387 empinados escalones. Una vez allí arriba, próximos a las míticas gárgolas que se asoman al vacío desde los techos del templo, es posible maravillarse con una postal increíble de la ciudad de París, el río Sena serpenteando entre centenarios edificios y la figura inequívoca de la Torre Eiffel como un descomunal guardián.
Santa María de Burgos
Construido entre 1221 y 1260, este magnífico templo de estilo gótico es la única catedral española distinguida como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en forma independiente, es decir escindida del casco histórico de la ciudad a la que pertenece. Emparentada con los diseños de las grandes catedrales francesas del final del medioevo, su fachada occidental consta de tres cuerpos rematados por dos torres laterales de planta cuadrada. En su interior, uno de los grandes atractivos para los visitantes es el Reloj del Papamoscas, una figura articulada que marca las horas con un golpe de campana y abre la boca al mismo tiempo. A la espera de esas campanadas, los turistas se quedan siempre mirando hacia el lugar donde se encuentra el reloj, próximo al techo de la catedral. No lejos de allí, en el suelo del crucero catedralicio, se encuentra el sepulcro del Cid Campeador, legendaria figura que lideró la lucha contra los musulmanes por la reconquista de la península ibérica para los reyes cristianos. Se lo puede visitar por un ingreso de 4 euros.
San Juan el Divino, Nueva York
Este enorme templo neoyorquino es la mayor catedral anglicana de todo el mundo. Tiene más de once mil metros cuadrados de superficie y una longitud de casi doscientos metros, lo que la hace ligeramente superior a la Catedral de Liverpool, el otro gran templo anglicano. Fue diseñada en 1888, aunque la costrucción arrancaron recién cuatro años después. Originalmente su estilo fue una síntesis del neorromántico y el neobizantino, pero en los comienzos del siglo XX se decidió finalizar el diseño con aristas claramente neogóticas.
Tras atravesar las grandes y pesadas puertas de bronce de su fachada, lo que más capta la atención del interior es un rosetón compuesto por diez mil piezas de cristales de color. Proyectando una llamativa luz a través de los cristales, este rosetón es el más grande de los Estados Unidos. Además, no lejos del rosetón, se encuentra la Capilla del Trabajo que rinde homenaje a los bomberos fallecidos durante los atentados del 11 de septiembre de 2001.
Santiago de Compostela
La tradición cristiana cuenta que en la Catedral de Santiago de Compostela se encuentran los restos del apóstol Santiago, lo que convirtió al templo gallego de estilo barroco en el destino final para las legiones de peregrinos que desde hace más de diez siglos desandan el rumbo piadoso del llamado Camino de Santiago. En la actualidad, cientos de kilómetros de suelo ibérico. Más allá de sus descomunales dimensiones, son sus fachadas las que merecen especial atención por parte del turismo. Cada una de estas fachadas forma un conjunto urbanístico con las plazas que rodean al templo. La de Obradoiro es la más impactante de todas
Para los visitantes, nada como asistir a las misas en las que se utiliza el botafumeiro, un gran incensario bañado en plata que pesa más de sesenta kilos y tiene casi dos metros de altura. Sostenido por una cuerda de 65 metros de longitud, el botafumeiro cuelga desde la cúpula del templo y es movido lateralmente por ocho personas, los llamados Tiraboleiros. En su desplazamiento, el incensario recorre un arco de 65 metros y alcanza una velocidad de 70 kilómetros por hora, saturando de humo e incieso la catedral. Un espectáculo memorable que sólo puede verse una docena de veces en el año, entre las que se cuenta la misa del Día del Apóstol Santiago, celebrada el 25 de julio. De todas formas, en ocasiones los fieles organizan colectas de unos 300 o 400 euros que permiten poner en funcionamiento el botafumeiro fuera de las fechas programadas.
Sé de Lisboa
La catedral de Santa María Maior de Lisboa es uno de los templos más antiguos de Europa y una de las principales herencias de la arquitectura románica. Fue construida en 1147 por un cruzado de origen inglés llamado Gilbert de Hastings. Desde entonces ha sufrido remodelaciones que modificaron su estilo original, una de ellas tras el terremoto de 1755 que destruyó por completo su capilla principal y el panteón real.
Conocida popularmente como Sé de Lisboa, la catedral posee en sus claustros numerosos restos romanos, árabes y medievales que fueron descubiertos en excavaciones arqueológicas recientes. De características similares al conocido Monasterio de los Jerónimos, el claustro de Sé de Lisboa es un lugar ciertamente hipnótico, que merece siempre una visita, así como también el tesoro del templo, desparramado en cuatro salas que exhiben joyas, trajes y reliquias de distintas épocas. Para ingresar en ambos, se debe abonar 2,5 euros.
Saint Mary de Salisbury
La imponente catedral de Salisbury es la muestra más acabada del estilo gótico inglés, que se desarrolló en forma casi independiente del resto del continente europeo. Su lenta construcción se inició en 1220 y demandó un total de cien años, hasta quedar finalizada en 1320. Aislada sobre un amplio terreno de césped que favorece su imponencia visual, tiene una longitud de 142 metros y cuenta con tres naves cubiertas con arcos de crucería. Más allá de ello, el símbolo inequívoco de Salisbury es su altísima torre en forma de aguja de 123 metros, la más alta de todas las islas británicas. La descomunal estructura de esta torre ha ocasionado varios problemas a la catedral a lo largo del tiempo, esencialmente por haber añadido casi siete mil toneladas de peso al edificio. Por eso, desde su misma instalación, se han sumado decenas de medios de sujeción para evitar que la torre se derrumbara sobre la catedral. Hoy la estructura es totalmente segura y sus fotografías siguen siendo la postal que busca todo viajero.
Duomo de Milán
Considerada la segunda catedral católica más grande después de la de Sevilla, el majestuoso Duomo de Milán tiene casi 160 metros de longitud, una nave central de 50 metros de altura y puede albergar casi cuarenta mil personas en su interior.
Es uno de los templos más elegantes que en el mundo. Su construcción comenzó en 1386, con un estilo gótico que poco tiempo después fue mutando hacia un renacentismo más propio de la cultura italiana de finales del siglo XIV. Sin embargo, en 1649 el gótico volvió a utilizarse para restaurar la fachada principal, que no fue finalizada sino hasta 1812. En los últimos dos siglos, las reformas han continuado aunque siempre manteniendo su excepcional belleza.
Asunción de María de México
La Catedral Metropolitana de México es considerada por mucho como la más colosal muestra del arte hispanoamericano. Está en el corazón mismo de la Ciudad de México y tiene un largo de 128 metros y un ancho de 59, lo que la convierte en la iglesia más grande del Americano. Dedicada a la Asunción de la Virgen María, cuenta con cinco grandes naves, dieciséis capillas laterales y un frente de tonos grises en los que sobresalen sus cúpulas de sesenta metros de altura.
En su interior se destaca el impresionante Altar del Perdón, un retablo de estilo barroco totalmente revestido con hojas de oro. Fue realizado por el escultor Jerónimo de Balbás en 1735 y su estructura luce columnas con formas de cuerpos humanos, perfectamente trabajadas por el artista. Otro imperdible rincón del interior es el Coro, cuya sillería fue diseñada en dos niveles destinados a los canónigos y los sochantres. En su parte superior lucen, en medio relieve, varias figuras de obispos y santos. Una excepcional muestra del arte virreinal.
San Basilio de Moscú
Conocida popularmente como San Basilio, la catedral de la Intercesión de la Virgen en el Montículo es el templo ortodoxo más famoso de Rusia. Se localiza en el extremo sureste de la Plaza Roja y fue ordenada construir en 1555 por el zar Iván el Terrible, al que la leyenda le atribuye haber mandado arrancar los ojos a Postnik Yaskovlev, el arquitecto responsable de la iglesia, para que nunca pudiera concebir una obra mejor.
Recientemente cumplió 450 años y, motivados por aniversario, los moscovitas decidieron introducir novedades. Así, hoy es posible realizar una excursión al campanario del templo. Esta actividad se abona por separado, 250 rublos (casi 4 dólares), y permite no sólo acceder al famoso campanario de San Basilio sino también aprender a tocar las campanas.
Situada frente al santuario, una estatua es posiblemente la postal más reconocida de la catedral. La misma muestra la figura de dos guerreros, labrados en bronce. El monumento homenajea a Dimitri Pozhharski y Kuzmá Minin, dos voluntarios del ejército ruso que lucharon contra los polacos en los comienzos el siglo XVII, durante una época conocida como el Periodo Tumultuoso.
Sé de San Pablo
También conocida como Catedral de Sé, la hermosa Catedral de San Pablo es uno de los cinco templos góticos más grandes del mundo. Dedicada a la Asunción de María, comenzó a ser contruida en 1913 pero su estructura definitiva no fue acabada hasta 1967. Sobre su frente de casi 50 metros de ancho se levantan dos colosales torres de 92 metros coronadas por llamativos tejados verdes. Esa fachada se abre a una amplia plaza en la que suelen amontonarse los turistas para tomar fotografías de ambas torres, en especial en las tardes cuando el sol impacta de lleno sobre ellas.
En su interior, donde entran alrededor de ocho mil fieles, se encuentran las criptas de varios personajes famosos de la historia brasileña, entre ellos el indio Tibiriçá, un aborigen de la etnia de los tupiniquim, que fue aliado de los portugueses y tuvo participación decisiva en la fundación de San Pablo, en 1554.
Ubicadas en una zona subterránea de la catedral paulista, estas criptas forman parte de un recorrido turístico de media hora cuyo costo ronda los cinco reales.
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