Vacaciones separados, ¿sí o no?
Puede ser el paraíso, pero a veces genera algunas polémicas internas. Qué tener en cuenta para los viajes pareja free.
"Me voy unos días con mis amigos". What??? Sí, sí, escuchaste bien. Él te informa que usará un par de sus días libres para unas minivacaciones con su "banda". ¡Glup! Te cuesta digerirlo, pero, en realidad, vos también venías pensando que un viajecito con las chicas no te vendría nada mal. O tal vez hayas encontrado el momento de emprender ese viaje sola, hacia el país que siempre soñaste con conocer... ¿Y si se va cada uno por su cuenta? ¿Por qué no? Lejos de ser una rareza, cada vez son más los novios, esposos y amantes que rediseñan los tradicionales acuerdos de convivencia para salir de vacaciones por separado. Sin ir más lejos, una encuesta determinó que un 59% de las parejas lo hace: él, ella o ambos parten por diferentes caminos, ¡y todo bien! ¿Todo bien? Analicemos los pormenores del asunto...
Los motivos
¿Te pasó irte de vacaciones en pareja con la idea de relajarte pero no poder echarte más de media hora en una reposera porque él quería que hicieran actividades todo el santo día? ¿Alguna vez sentiste que la comida semanal con tus amigas no te alcanza, que necesitás una sobredosis de esas charlas interminables para las que jamás hay tiempo? ¿Nunca te dieron ganas de viajar s-o-l-a, sin novio, niños ni mascotas? Las vacaciones por separado obedecen a tantísimas razones como la rutina que impide frecuentar a los amigos, la necesidad de reencontrarse con uno mismo, el hecho de que unos días sin verse pueden incrementar el extrañarse, practicar un hobby o deporte que no se comparte con la media naranja o simplemente que las vacaciones del trabajo de uno no coincidan con las del otro. Cuando hay crisis de pareja, un poco de aire también viene bien para refrescar la cabeza, aclarar el panorama y evaluar la marcha de la relación. Aunque suene paradójico, muchas veces es la distancia la que nos acerca a la decisión de poner punto final o seguir adelante.
Los celos
Lo sabés, desgastan mucho a la pareja, y no solo sufre el celoso con su miedo real o fantaseado a perder al otro, también los padece el celado, que se siente controlado y limitado en sus libertades. Es normal, cuando se genera una distancia geográfica, quizás puedan surgir algunas inseguridades. ¿Y entonces? Las vacaciones por separado pueden ser la oportunidad para trabajar el tema: una buena relación se basa en la tolerancia y en la confianza (ojo, no se da de un día para el otro, lleva tiempo e intimidad confiar en el vínculo), en respetar el espacio propio y el del otro, en disfrutar de la pareja sin renunciar a ser persona. El hecho de que nos hayamos elegido no significa que seamos iguales, con gustos, intereses y necesidades calcadas, y es lógico y sano que así sea. Ser pareja es compartir experiencias, pero es también tener momentos de intimidad –leer un libro, ir a una clase de yoga, salir a comer o viajar con amigos– que son importantes para conservar la individualidad y crecer como personas, lo que inevitablemente enriquece la relación. Sólo un vínculo maduro se da el lujo de reconocer la libertad del otro.
La plata
Lo económico no es un tema para nada menor. Sobre todo si el dinero se saca del "pozo común", lo que puede generar algo de resentimiento en quien se queda y bastante culpa en quien se va, aun apelando a promociones, paquetes y mil cuotas para que duela lo menos posible. Pero ¿por qué nos sentimos así? ¿Acaso estas cosas no nos suceden a diario? En la vida cotidiana, puede pasar que uno sea más gastador que el otro, que "invierta" en hobbies, en comer afuera, cambiar el auto o en comprar ropa, y esto no debería ser un problema cuando ambos estamos al tanto y conformes con la situación. Otro foco de conflicto puede darse si se van por separado y empiezan a controlar –a veces frenéticamente– cuánto gasta el otro. ¡Qué cosa tan desgastante! ¿Es posible apaciguar las aguas? Claro que no es necesario que gasten exactamente lo mismo, pero sí es aconsejable acordar un monto estimativo para evitar peleas y disgustos. Él puede irse de campamento y vos a un all inclusive, pero antes de tomar la decisión, debe haber habido un diálogo sincero y una buena negociación en la que los dos hayan quedado satisfechos.
El tiempo
El tiempo pasa a ser un problema cuando un integrante de la pareja se va y "gasta" sus días libres en desmedro del plan vacacional de la familia. También puede suceder que uno tenga más vacaciones que el otro o que no coincidan y haya que tomarlas en diferentes momentos del año. Para compensar las distintas situaciones que se dan por la falta de tiempo, es clave que aprendamos a administrarlo de la mejor manera posible aprovechando fines de semana largos y feriados para hacer escapadas, desconectarse y relajarse fuera de casa, lejos del trabajo, de los quehaceres y de la rutina diaria.
La logística
Hacer las compras, regar las plantas, limpiar, darle de comer al canario, sacar a pasear al perro, pagar las cuentas... Ausentarse por unos días implica delegar muchísimas tareas que habrá que apuntar en una lista para pegar en un lugar bien visible. Si el que se va se lleva el auto, el que se queda tendrá que amigarse con el transporte público en pleno verano y tendrá que encarar solo la impostergable visita semanal a la suegra (¡qué programón!). Cuando hay hijos de por medio, procuremos preparar el terreno con anticipación para armar un back up de niñeras, padrinos y abuelas deseosas de colaborar. Es importante que la casa mantenga su rutina, pero también está bueno que el que se quede encare nuevas dinámicas (¿qué tal si dormimos todos juntos en la cama grande?, ¿y si hacemos un antilunes y salimos a comer afuera?).
La vuelta
El regreso a casa es un torbellino de sensaciones: están las ansias de abrazase, la urgencia por compartir vivencias e historias, y aunque alguno de los dos quiera pasar factura ("no me fuiste a buscar a Ezeiza", "te olvidaste de llamarme"), no dejen que los reproches empañen el momento de verse después de tanto extrañarse. Hablen, escúchense, repasen cómo vivió cada uno la ausencia del otro, hagan balances, sáquense el jugo. Dejen volar la imaginación para celebrar el reencuentro a toda pompa. ¿Si sirvió vacacionar por separado? Puede que sí, puede que no, eso depende de cada pareja, el éxito no está asegurado. ¿Si repetimos o no la experiencia? Más adelante, quizá, porque ahora es momento de disfrutar de a dos. Y después, a planear otro viaje, esta vez juntos y a la par.
¿Te irías de vacaciones sin tu pareja? Además: dime cómo eres y te diré dónde alojarte y Socorro: ¡vacaciones con chicos!
Experta consultada: Adriana Guraieb, Licenciada en Psicología, especialista en parejas.
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