Un clásico perezoso
En un Citroën 2CV, el Paseo Estrafalario es un circuito para los que buscan descubrir facetas menos conocidas de la capital francesa
PARIS.- La ciudad no es la misma, cambia la perspectiva. Sólo basta levantar la vista para que París parezca otra, decididamente otra. No bajamos recién del tradicional bus turístico de dos pisos sin techo, sino de un clásico francés: el Citroën 2CV, que lejos de competir con los modernísimos autos híbridos y eléctricos tiene otro atractivo: el romanticismo. Y si bien sus dos caballos de fuerza lo hacen perezoso en la ciudad, vista panorámica no le falta: el techo descapotable deja al descubierto la París de las fachadas trabajadas, torres, monumentos y edificios de gran factura.
La consigna es salir a la puerta del hotel y esperar la llegada de la famosa rana , como se la conoce en muchos países de América latina. Puntualmente, Mathieu Jouen, de 25 años, nuestro guía-chofer de la agencia 4 Roues Sous 1 Parapluie, aparece de negro y blanco, con boina al tono como para retrotraernos al París del ayer.
Motor en marcha, el guía va rumbo al kiosque des Noctambules, la entrada de la estación Palais Royal-Musée du Louvre, inaugurada en 2000 para celebrar el centenario del subterráneo parisiense. Diseñada por el artista Jean Michel Othoniel, a la obra no le falta originalidad: una estructura de aluminio estilo art nouveau, con perlas de vidrio de colores y cristales empotrados. "Son 800 cuentas de vidrio y cristales de Murano, de varios colores. Una bóveda representa el día, con rojos, naranjas y amarillos, y la otra, la noche, con azules y lilas. Entre las dos simbolizan la eternidad. De noche, iluminado, es una belleza", explica Mathieu.
El tour se llama Paseo Estrafalario y está diseñado para aquellos que ya visitaron los lugares más turísticos de París y desean encontrarse con su faceta más desconocida y secreta.
Avanzamos hacia La Bourse du Commerce y L'Eglise Saint Eustache para después pasar frente a uno de los pocos ejemplos de la arquitectura militar feudal que conserva la ciudad: la tour de Jean Sans Peur, una construcción gótica, del siglo XV y de unos 30 metros, que formaba parte de una mansión levantada por el duque de Borgoña. Vale la pena subir sus 140 escalones para tener, desde lo más alto, una lindísima vista de la ciudad.
Mathieu estudia fotografía y periodismo, y se las ingenia muy bien al mando del Citroën. "No es difícil manejarlo, pero sí hay que tratarlo con delicadeza", dice sonriente.
Por momentos, da la sensación de que viajamos en una limusina. Es que el 2CV no pasa inadvertido. En muchas esquinas los turistas dejan de apuntar hacia los edificios para hacer foco en esta joyita, que se abre paso entre autos último modelo.
Mientras circulamos por la rue Montmorency, Mathieu habla de una casa con la numeración 51, levantada en 1407, considerada la construcción civil más antigua de la ciudad y ex residencia del famoso alquimista francés Nicolás Flamel. Por entonces -explica Mathieu-, la contraseña para ingresar en la vivienda era Ora y trabaja . Una frase que ya no es necesario pronunciar para ingresar en el restaurante de cocina francesa, el Auberge Nicolás Flamel, que funciona en la planta baja.
Mathieu toma la rue Mouffetard, con restaurantes, tiendas de quesos, puestos de artesanos y un mercado a cielo abierto que invita a pisar tierra firme. Cerca, la pintoresca plaza de la Contrescarpe y más adelante, la Place Fürstenberg, creada por el cardenal Guillaume Furstenberg-Egon en el antiguo patio de una abadía.
Al pasar por la plaza Vendôme, Mathieu habla del metro (como unidad de medida), creado en Francia. Y menciona la entrada del edificio del Ministerio de la Justicia, donde debajo de uno de sus ventanales se conserva el metro grabado en mármol que el gobierno instaló a fines del siglo XVIII para que los parisienses se familiaricen con esa nueva medida.
TAMBIEN A LA CARTA
EL INICIO. En octubre de 2003, Florent Dargnies comenzó con los tours, que buscan reflejar el arte de vivir a la francesa, con un auto. Hoy tiene 34 Citroën 2CV, fabricados entre 1968 y 1990.
CITA. Si el pasajero está hospedado en París, lo buscan en la puerta de su casa u hotel. Otra opción es encontrarse en la plaza Opera Garnier o la plaza de la Concorde. El Paseo Estrafalario o París de Noche, para tres personas, cuesta 54 euros cada uno. Dura una hora y media. Otra propuesta se llama París a la Carta, con recorrido y duración a pedido. También se puede alquilar el auto por 105 euros la hora; dos horas, 190.
SALIDA POR UN DÍA. A Normandía o a los castillos de Loira, para dos personas, desde las 9 hasta las 18, cuesta 149 euros el auto, sin conductor; 249, las 24 horas, y 449 el fin de semana. A los castillos de Versalles: dura 4 horas y para tres personas, cuesta 146 euros cada una; para dos, 199.
PERMITIDO. En todos los paseos es posible bajarse del auto, pero hay que avisarle al guía, antes de empezar el tour, las paradas que se desean realizar.
FESTEJO CURIOSO. Un pasajero hizo 17 veces el tour del Arco del Triunfo para celebrar sus 17 años de casamiento.
Para más información: www.4roues-sous-1parapluie.com
Desde 1948, del campo al culto
A la hora de diseñar el Citroën 2CV, su creador, el ingeniero francés Pierre Joules Boulanger, pensó en un automóvil para el campo, en el que puedan movilizarse dos agricultores con sus botas y una bolsa de 50 kilos de papas, y que además pudiera circular a 60 kilómetros por hora con 3 litros de combustible.
El auto revolucionó al mundo, fue presentado en el Salón del Automóvil de París de 1948 y resultó todo un éxito: se fabricaron, si le sumamos a la no menos conocida furgoneta, poco más de 5 millones de autos.
El año 1990 le dijo adiós al 2CV, convertido hoy, sin duda, en auto de culto.
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