Tribunal Internacional Monsanto: la empresa es culpable de Ecocidio
El 18 de abril se dio a conocer el fallo del juicio a la empresa Monsanto que se realizó ante el Tribunal Internacional Popular en La Haya, Holanda. Este tribunal extraordinario integrado por jueces en ejercicio y profesionales de la justicia, fue impulsado por el interés de la sociedad civil: más de mil organizaciones alrededor del mundo que consideraron que era el momento de unir fuerzas para detener a este gigante que en lugar de ser limitado por los gobiernos, cada vez es más poderoso.
Es necesario aclarar que el juicio no es vinculante, y no tiene consecuencias legales. ¿Por qué es importante, entonces? Porque su validez ética está basada en el derecho internacional de los Derechos Humanos y en el Derecho Humanitario Internacional. Sus conclusiones podrán ser utilizadas en futuras demandas y tiene el propósito de que Naciones Unidas lo incorpore como delito penal al Tratado de Roma. La empresa comprada por Bayer en 2016 no envió ningún representante, le restó trascendencia y se negó a participar.
Por mi parte, y en el caso de muchas personas que hace tiempo seguimos con atención todo lo referido a los perjuicios que provoca la multinacional, se trató de un hecho histórico, tal vez un punto de inflexión que determine lo que pase en adelante.
Las preguntas que formaron parte del marco de referencia, cuestionaban, según pactos de derecho Internacional:
- Si la empresa vulneró el derecho a un entorno seguro, limpio, saludable y sostenible,
- Si vulneró el derecho a la alimentación,
- Si vulneró el derecho al disfrute del más alto nivel posible de salud, (o el derecho del niño al disfrute del más alto nivel posible de salud).
- Si respetó la libertad indispensable para la investigación científica.
- Si fue cómplice en crímenes de guerra por utilizar el Agente Naranja en Vietnam.
Entre los treinta testimonios, presentados el 15 y 16 de octubre de 2016, se destacó el del médico argentino Damián Verzeñassi, Director del Instituto de Salud Socioambiental de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Rosario. Junto a su equipo, dirigió un campamento sanitario en el que recolectó datos de 96874 personas de 27 localidades del país, con resultados alarmantes en cuanto a los pueblos que sufrieron los efectos de las fumigaciones y que tenían un alto porcentaje de enfermedades como cáncer, malformaciones congénitas, problemas respiratorios y abortos espontáneos, y que estaban vinculados directamente “al uso de organismos genéticamente modificados, y a la exposición al glifosato producido y comercializado por Monsanto”. Se analizaron casos de Francia, Sri Lanka, y Brasil.
Después de la presentación de los testimonios, el tribunal integrado por la consultora de la Corte Penal Internacional, la senegalesa Dior Fall Sow; el Magistrado del Tribunal de lo Contencioso Administrativo de México, Jorge Fernández Souza; el canadiense Steven Shrybman; la ex jueza belga del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, Françoise Tulkens y la jueza mendocina Eleonora Lamm, se halló a Monsanto culpable por daños a la salud y el ambiente, y por “ecocidio”, un término que sirve para describir a las acciones que “dañan gravemente o destruyen el medio ambiente, hasta el punto de alterar de forma significativa y duradera el patrimonio mundial”.
Además se la encontró culpable por vulnerar el derecho a la alimentación de las comunidades, por afectar a la biodiversidad, contaminar los suelos y el agua, y por “emplear tácticas deshonestas para conseguir la aprobación de sus cultivos obtenidos por ingeniería genética y sus herbicidas asociados”. No hubo pruebas suficientes para para dar una respuesta definitiva para la acusación de haber sido cómplice de crímenes de guerra en Vietnam.
El informe con los testimonios y las conclusiones es amplio y vale la pena leerlo completo (me lo pueden pedir por mail). Si bien el panorama para tantas personas que vieron afectados su trabajo, su salud, y sus vidas, ya no se puede modificar; hay una apertura de la sociedad a enfrentar este tema, a unirse y sumarse con acciones concretas, a darle aun mayor visibilidad y comprender que no todo está perdido si los derechos humanos prevalecen por sobre los económicos.
Muchas gracias al abogado Marcos Filardi por su incansable difusión y tratamiento de este tema. Pueden leer más información sobre el tema en:
Fernanda Sández: desde la Argentina Fumigada a la cultura de la agroecología
Nuestro derecho a una soberanía soberana
Soberanía alimentaria, la elección en nuestras manos
Me encuentran en kariuenverde@gmail.com y Kariu en Verde
Abrazo.
Kariu