Transiciones y destinos
Juan,
Ya sabés, es algo que solemos decir muy seguido, la vida tiene vueltas inesperadas. Anne de los tejados verdes, protagonista de uno de mis libros favoritos de la adolescencia, lo llamaba "los codos de la vida", ese punto cuando el camino -que venía recto-, alcanza una esquina. No podemos ver lo que hay del otro lado, pero no queda más opción que doblar y dar los pasos hacia ese nuevo destino. Una nueva aventura.
Un codo de la vida llegó junto a Sofi, mi Hermana Sin Fronteras, cuando emprendimos el desafío de escribirnos todas las semanas. Nuestro reto era lograr una apertura, una fluidez, confianza y emocionalidad tal, que pudiéramos sentir como la lejanía, cual espejismo, se desvanecía para regalarnos la sensación de estar juntas, conversando quizás en el balcón de casa, con buena música de fondo. Fueron 7000 km burlados.
Hoy Sofi está a veinte cuadras de mi casa, con una enorme, hermosa panza de embarazada. A ella le espera EL codo de la vida. Todos dicen que ser madre o padre es la aventura más grande, diferente e inimaginable que te pueda tocar. Su intercambio, sus diálogos y conversaciones más íntimas hoy, son con ese ser que habita en ella, esa luz que brilla en la oscuridad. Este es su mayor compromiso por estos días: forjar lazos fuertes con una de sus relaciones más importantes de la vida. Hoy, la más importante.
Nosotros Juan, tal como le pasó a muchas personas en este mundo, nos conocimos de viaje. Fue en Tierra del Fuego, a 3000 km de Buenos Aires, y ¿a cuántos de Salsipuedes? Como muchas cosas de la vida, ninguno de los dos sabía si ese viaje era un destino o una transición.
Fue transición, pero ante todo fue viaje, que como sabemos, siempre vale la pena. Viajar te desafía, viajar te reencuentra, viajar te regala otras formas de ver el mundo y por eso te ayuda a comprender y juzgar menos en la vida.
Una lectora de Hermanas Sin Fronteras, nos contó que tenía al hermano a 500 km de distancia y que, a pesar de que no eran 7000 km, la lejanía muchas veces se sentía, haciendo desaparecer la cotidianeidad que solían tener. Es que ¿sabés qué creo? 500 km, 7000 km, los 800 que nos separan a nosotros dos, o las 5 cuadras que me puedan separar de la casa de una amiga, puede resultar exactamente lo mismo si uno no busca la manera de cultivar la relación. Puedo conversar todos los días con un compañero de trabajo que se sienta a tres metros mío. Puedo charlar acerca del clima, de alguna foto graciosa de Facebook o de un video de YouTube, y te aseguro que no construyo nada. Es cuando puedo hablarte de mis sentimientos sin incomodidad, que percibo que hay algo real que se está forjando de manera fuerte.
Juan, hace apenas unos días estuviste de visita en Buenos Aires y te propuse que nosotros continuemos con este espacio. Ya no se trata de dos hermanas, sino de dos amigos. Ya no son dos países, sino dos provincias argentinas, dos tierras que son muy disímiles, y con ritmos, humores y hábitos muy diferentes.
Tampoco seremos dos mujeres escribiendo. Y aunque tenés una sensibilidad especial, no dejas de ser hombre, lo que implica que en muchas oportunidades resultás más directo y un poquito menos enroscado y, como comentaste alguna vez en este espacio, el mundo de las mujeres, del transitar adulto, te resulta un desafío que despierta intrigas, esfuerzos, desilusiones y muchas alegrías.
Cara a cara, disfruto enormemente nuestras conversaciones en nuestras llamadas "noches punk", por lo que estoy segura de que este nuevo viaje será un placer.
No te voy a mentir…… y quizás esto te parezca un vuelco drástico en mi post; mientras escribo pensando en el reto que significa abolir las distancias entre dos personas, se me viene a la cabeza el enorme conflicto en Siria y otros países; esta crisis de humanidad por la que atravesamos. Esos seres son nuestros pares. Tienen amigos, hermanos, padres, hijos, abuelos. Son humanos.
Te pregunto, ¿cómo podemos desafiar esas distancias? ¿Cómo podemos acercarnos? Deberíamos poder ser también Humanos Sin Fronteras. Es una deuda que nos debemos como habitantes de este Planeta Tierra.
No me puedo imaginar Salsipuedes, su gente y sus costumbres, así que un país como Siria es pura incógnita para mí.
¿Cómo es tu entorno? ¿Cómo es tu pueblo? Nunca me hablaste demasiado de eso, quizás porque viviste en muchas provincias argentinas, y ni vos mismo te detuviste a reflexionarlo.
Me despido con la sensación de que te acerqué a un nuevo codo de la vida.
Gracias por animarte a doblar la esquina para ver lo que nos espera del otro lado.
Emprendamos el camino con esta canción:
Beso,
Cari
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