Trajo al país un nuevo tipo de tortas y creó un negoción vendiéndolas por $5.000
Te contamos la historia de Keku Tailhade, una emprendedora visionaria que introdujo en el país un tipo de tortas que acá no existían. A partir de ahí creó un negocio increíble, pero tuvo que pelearla cuando le surgieron competidoras por todos lados. Te contamos cómo lo hizo.
La historia de amor de Keku Tailhade con la gastronomía se remonta a sus más tiernos años. Ya de chiquita sus papás le regalaron una cocinita de juguete que amó a primera vista, y de la que nunca más se despegó, sin importar cuánta muñeca le pusieran delante. Era algo que tenía que ver con los colores, con el mundo súper variado que se abría ante sus ojos: los cacharritos y comiditas de plástico estimulaban su imaginación y la hacían buscar siempre algo nuevo para cocinar. A esa experiencia de base se sumaron sus dos abuelas, ambas amantes de la cocina, que supieron legarle todos sus conocimientos: "Con mi abuela paterna nos mandábamos por correo cartas con recetas de muffins y budines, que yo me ponía a cocinar apenas las recibía. Al final ella siempre ponía: ‘Posdata, siempre recordá que el ingrediente más importante es el amor.’ Tengo todas guardadas. Con mi otra abuela, en cambio, tengo el recuerdo de pasarme los veranos metida con ella en la cocina, feliz, haciendo mousses y tortas de frutilla, rogeles y piononos, mientras todos los chicos jugaban afuera en el jardín" recuerda emocionada Keku.
La vocación
Cuando terminó el colegio su destino ya estaba marcado: iba a estudiar algo relacionado con la comida. Si bien tuvo un breve paso por la carrera de nutrición, pronto se dio cuenta de que la cosa no iba por ahí y se dedicó de lleno a estudiar gastronomía y pastelería en el Instituto Argentino de Gastronomía (IAG). Mientras lo hacía, preparaba tortas que vendía a amigos y conocidos desde la cocina de la casa de sus padres, al mismo tiempo que trabajaba part time para tener plata suficiente para seguir con su mini emprendimiento. Así transcurrió el tiempo, hasta que finalmente, allá por 2014, se cruzó en Pinterest con algo que le voló la cabeza: unas tortas altas, lisas, coloridas y muy lindas que no había visto nunca, ni siquiera en la carrera de cocina. Averiguó y vio que se llamaban "butter cream" o "drip cakes", pero no encontró a nadie en la Argentina que enseñara a hacerlas. No le quedó otra que instruirse mirando videitos de Youtube, al mismo tiempo que aplicaba todo lo que había aprendido como pastelera. Después de algunas pruebas, empezó a promocionarlas y no tardaron en ser un boom. Los pedidos no paraban de llegarle y por primera vez se permitió pensar en que quizás podía vivir de eso que tanto la apasionaba. "Al principio solo me las compraban por un tema de estética, porque se había puesto de moda el armado de mesas. Incluso me las encargaban sin preguntarme qué tenían adentro", cuenta Keku aún asombrada.
El momento del furor
Envalentonada por la experiencia, en 2015 se fue a Miami a hacer un curso de decoración de tortas, en donde aprendió técnicas para hacer flores y varias otras cosas que aún aplica en sus postres. A la vuelta tomó la decisión y se lanzó cien por ciento con el emprendimiento: se mudó con su novio y actual marido y empezó a cocinar, por primera vez, desde su propia cocina, donde trabajaba 24/7 haciendo fotos de sus productos para después postearlos en Instagram y venderlos a una velocidad asombrosa. Los likes y comentarios se sumaban de a miles, haciéndole explotar la cuenta de fans de sus tortas, macarons, cake pops y hasta gemas de chocolate que no podían más de perfectas. ¿El saldo? Casi 70 mil seguidores que aún siguen en aumento. "La realidad es que fue un hit. En pocos meses tuve que contratar a una chica para que me ayudara por horas, después a una segunda y, ya en el 2017, a una tercera. Fue entonces cuando me alquilé un departamento para salir de mi casa y convertirlo en taller", cuenta Keku. Cuando dice taller, se refiere a un dos ambientes repleto de bolsas de harina, batidoras color pastel, frasquitos repletos de granas y estrellitas, cajas con chocolates, un horno portátil enorme y dos heladeras gigantes con puerta de vidrio en donde se exhiben perfectas y frescas sus tortas altas tan características, llenas de detalles temáticos según el pedido de cada cliente.
Escalando la montaña
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Pero no todo es perfecto en su emprendimiento: "Hay muchos subibajas. No es que uno la rema, logra el éxito y se queda ahí para siempre. Hay que remarla de acá al día que dejes de emprender. Lo que hoy es genial, mañana ya no lo es. Por eso hay que buscar la manera de seguir diferenciándose, ofreciendo un producto exclusivo y único, en el que la gente quiera gastar su plata" dice Keku, que sabe de lo que habla porque lo vivió en carne propia. Después de que lanzó las tortas, las copias no tardaron en aparecer, obligándola a ir por más. "Cuando arranqué era la única que las hacía, pero ahora estoy llena de competencia, sobre todo de chicas que, como yo en su momento, laburan solas desde su casa con cero costos, lo que hace que el precio final de su producto sea más bajo". A eso se sumó, a fines del 2018, el nacimiento de su hijo Felipe, al que tuvo que dedicarse de lleno, delegando la cocina en sus empleadas y encargándose ella desde su casa de todos los pormenores administrativos. Fueron tan solo un par de meses, pero ese período le bastó para ver cómo de a poco bajaban los pedidos. "Creo que fue una mezcla de crisis del país con no estar ahí para atajar los goles. 2019 fue un año muy difícil, porque lo arranqué para abajo. Así que cuando volví de la licencia tuve que sacar productos nuevos para poder competir y acomodarme a la nueva realidad. Lancé entonces las gift boxes de macarons y las porciones. Como mucha gente me decía que quería probar las tortas, hablé con la persona que me hacía las cajas para ver opciones. Hasta que finalmente llegué a la cajita, que me pareció buena, bonita y barata para la situación del país. Fue una alternativa buenísima, porque gracias a la ayuda de servicios como Glovo y Rappi se volvió más viable para la gente comprar, especialmente gracias al traslado fácil." Con ese volantazo el negocio volvió a repuntar, aunque Keku sabe que nunca tiene que bajar demasiado los brazos. "Hay días que te levantás pum para arriba, y días en que tenés energías más negativas... quizás se te rompe el horno o una máquina y tenés que gastar un montón de plata en arreglos justo cuando te aumenta el alquiler, la luz y el gas, y ahí sentís que vas a colapsar. Pero la realidad es que las crisis son las que te impulsan a sacar productos nuevos, así que hay que aprovecharlas" dice llena de una energía positiva, contagiando esperanza y optimismo a quien la escuche.
SU EMPRENDIMIENTO EN NÚMEROS
- Recibe 15 pedidos de mesas dulces completas por semana.
- Por mes hace un promedio de 40 tortas altas, 50 tortas clásicas y 5000 macarons.
- Actualmente tiene 2 empleadas, aunque llegó a tener 4.
- Entre $4000 y $5000 salen las tortas altas, que rinden para entre 20 a 35 comensales.
- Las tortas de dos pisos (de casamiento) salen $10000.
- 2 días le lleva hacer cada torta alta.
- $390 sale la caja de 7 unidades de macarons.
- $180 cada porción.
- Entre $800 y $1000 salen las tortas clásicas (como rogel, brownie o lemon pie).
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