Trabajo remoto. Conocí nuevos amigos que, como yo, estaban viajando y trabajando
Viajar y trabajar es la nueva forma de turistear. En esta nota tres mujeres nos cuentan cómo es su experiencia. Y vos, ¿te animás?
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El home office y el trabajo remoto le abrieron las puertas a una nueva forma de turistear: viajar y trabajar. Ellas nos cuentan cómo pusieron en marcha su propio proyecto.
KATIE JOHNSON
- 33 años, estadounidense, consultora en marketing
“Llegué a Argentina en enero de 2020 con la idea de quedarme 3 meses. Normalmente mi vida era así, trabajaba durante la semana en alguna parte del mundo y viajaba durante el finde. Me quedaba en un hostel o Airbnb, usando el espacio de coworking o trabajando desde la casa, pero nunca lo había hecho de una forma organizada. Por la cuarentena, me quedé 9 meses más acá y ahora ya me enamoré de este país, me parece un lugar perfecto para quedarme un ratito más, conociendo la cultura, el idioma y ¡la gente! En el medio me encontré con la oportunidad de sumarme al plan de 15 días de workation. Yo quería conocer Bariloche desde hacía un tiempo y, como hay muchas cosas para hacer, me pareció una buena idea combinar el trabajo con las vacaciones. El workation fue exactamente lo que buscaba y, además, fue interesante conocer otras personas viviendo la misma experiencia, comiendo todos juntos y haciendo actividades en grupo. Conocí nuevos amigos que, al igual que yo, estaban viajando y trabajando a la vez. Lo recomiendo sin dudas, ahora mi vara está muy alta”.
LUCILA COSTANTINI
- 39 años, Consultora y Digital Nomad Speaker
“Ya había probado la experiencia de irme como nómada digital a Bali, Brasil y Costa Rica. Ahora, probé en Argentina. La realidad es que la experiencia fue muy similar a lo que ya había hecho en otros países del mundo. Éramos un grupo mitad extranjeros y mitad argentinos, todos juntos en un hotel que tiene todas las comodidades: está tu habitación para dormir y, a 10 pasos, tu oficina. Tenés la mejor conectividad, conexión con el mundo y todo incluido. No tenés que pensar en nada, está todo resuelto y organizado. En esta locación había spa, pileta climatizada y abierta, tres bares, canchas de todo tipo..., podés elegir el plan que quieras. Yo empezaba con yoga 8.30 de la mañana, después me iba al cowork, me servían el desayuno y trabajaba. Había excursiones para ir a la playa, caminatas o visitas, lo mejor es que ¡siempre estás acompañada! Yo fui sin conocer a nadie, porque la experiencia también tiene que ver con abrirte a personas nuevas, que se dedican a otras cosas. Las conocés, compartís y convivís, porque todos vivimos en el mismo hotel, trabajamos en el mismo espacio...
Lo que más me sorprendió es que había muchos trabajadores en relación de dependencia, pensaba que iban a ser todos independientes. Yo era una de las pocas trabajando por mi cuenta, el resto respondía a una estructura, a un horario... Creo que lo que está pasando es que las personas no aguantan más tener que trabajar en sus casas, por lo tanto, esto es, sin dudas, una liberación: trabajar en un lugar paradisíaco, con una vista increíble y todo solucionado”.
SOFÍA GEYER
- 35 años, consultora y profesora en innovación
“Con mi marido, decidimos arriesgarnos a hacer la experiencia en febrero porque veíamos que en un futuro cercano el panorama se podía complicar. Alquilamos un departamento en Tulum, un auto y decidimos quedarnos todo el mes. Fuimos a México porque nos había quedado un pasaje congelado del año pasado, un viaje que no pudimos concretar. Siempre coqueteamos con la idea de vivir afuera, pero esta vez decidimos hacer una prueba e irnos un mes entero. Queríamos probar algo diferente, cambiar de aire. Yo trabajo independiente, pero mi marido trabaja en una empresa; y, dato no menor, tenemos un hijo de 3 años. Lo que hicimos fue planificar dos semanas full de vacaciones y otras dos laborales, que requerían mucha más planificación. Uno trabajaba a la mañana, otro a la tarde y nos enfocamos en ser realistas de la cantidad de trabajo que podíamos tomar desde allá para también poder disfrutar (cortar a una hora determinada y poder armar planes divertidos para hacer en familia).
Las dos semanas de vacaciones nos sirvieron para llegar tranquilos, aterrizar, conocer, acomodarnos... Nos ayudó, además, el cambio de horario: como allá son dos horas menos, arrancábamos temprano, pero cortábamos antes también, eso nos permitía ir a disfrutar de la playa local, por ejemplo.
Para trabajar, los tres en el departamento nos volvíamos un poco locos, así que mi marido empezó a ir a un coworking y, si no, yo me iba a un café en Tulum que está ambientado como si fuera un centro de yoga y está ¡en la mitad de la selva! Estuvo buenísimo porque en Tulum hay muchísima gente haciendo nomadismo digital, de todas partes del mundo, y nos permitió conocer personas de Rusia, de Polonia, de Colombia...
Las workations te permiten ver otra cultura, más en modo slow, porque tenés más tiempo, no como cuando vas de turista y, al tener que conocer todo rápido, metés 7 tours en una semana. Está bueno, además, encontrar lugares que te permitan ir los fines de semana a otras ciudades cercanas.
Particularmente, prefiero viajar de esta manera, en la que tenés más tiempo, porque está bueno dejar cierto tiempo libre en el que tu cabeza está fuera del trabajo para absorber lo que está recibiendo desde el afuera. Para los que gustamos del cambio, está muy bueno poder incluirlo en tu vida. Además, está bueno para los que tenemos hijos, porque te muestra que la vida no se acabó. Se lo megarrecomiendo a cualquiera que lo quiera intentar”.
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