Las principales cervecerías de Europa abren las puertas para mostrar el proceso de elaboración, la historia y degustar un chop
El Oktoberfest de este año terminó y las cifras del festival cervecero ya son oficiales. Dos semanas, 5.9 millones de asistentes, 7.7 millones de litros de cerveza (a un precio promedio de 10.22 euros por litro) son algunos de los resultados. Los números de su oficina de objetos perdidos también se dieron a conocer: 600 pasaportes, 580 billeteras, 320 teléfonos móviles, 230 anteojos, 2 anillos de casados, hasta 21 niños que gracias a los voluntarios de la Cruz Roja fueron reubicados con sus padres.
La fiesta de la cerveza es una tradición que lleva 205 años. Se celebra oficialmente en Munich y su historia se remonta al 12 de octubre de 1810, cuando los ciudadanos se reunieron por los festejos del casamiento entre el rey Ludwig de Bavaria y Theresie de Saxony-Hildburghausen. Interrumpida por las dos guerras mundiales, dos importantes brotes de cólera, la invasión de Napoleón a Bavaria, y la crisis económica de 1920, desde el pasado 19 de septiembre hasta el 4 de octubre se celebró su aniversario 182.
La próxima cita es el 17 de septiembre de 2016, pero por qué esperar tanto. En el resto de Europa fábricas como Carlsberg, Guinness, Heineken, Pilsner Urquell o Stella Artois muestran la elaboración de sus productos, su historia, y hacen de la cerveza una fiesta que no termina.
En Copenhague
Carlsberg invita a experimentar la cerveza con un juego de palabras: The Copenhagen exbeerience. Un recorrido que comienza con la bienvenida de un hombre que ofrece el primer trago ni bien uno pisa la entrada. Hay quienes aceptan y leen la cronología sobre la marca entre sorbos, y otros que esperan a tomar las dos consumiciones que incluye la entrada al final de la visita.
Antes de ingresar al resto de los salones, una escalera sube a la mayor colección de botellas (sin abrir) de todo el mundo. Certificado por el premio Guinness, el récord es de 22.562 botellas juntadas durante 160 años. Según la pizarra, por el momento hay 16.883 en exposición.
Después de esta curiosidad sigue la visita por la evolución de Carlsberg, desde 1847 hasta su actual presencia en 35 países con más de 500 marcas, entre cervezas, sidras, gaseosas y aguas saborizadas. Contrario a lo que afirmaba un comercial que satirizaba a los argentinos, Carlsberg no es de nuestros pagos, ni significa Carlos Berganti. Carl era el hijo del fundador, Jacob Christian Jacobsen, y berg en danés significa montaña.
Cada sector está dedicado a un proceso, que empieza con las semillas y termina en la distribución con los antiguos camiones de reparto. También hay un espacio reservado para el arte, un jardín de esculturas con la reproducción de La Sirenita, un detalle que no está ahí por casualidad. En 1913, Carl Jacobsen regaló la famosa imagen (hoy ícono de la ciudad) a Copenhague. Por supuesto hace dos años, el cumpleaños 100 de La Sirenita mereció una botella de edición especial para celebrar.
Abierto de martes a domingos de 10 a 17, la última admisión es media hora antes del cierre. La entrada para mayores de 18 es de 85 DKK (11.5 euros). Menores de 6 a 17 años 60 DKK (8 euros) con dos gaseosas incluidas.
Gamle Carlsberg Vej 11, København V
Guinness para Dublín
En 1759 Arthur Guinness inició esta empresa, que en 1833 llegó a ser la mayor fábrica cervecera en Irlanda, y hoy es la famosa cerveza negra que se exporta a más de 150 países.
Su edificio es una de las atracciones turísticas de Dublín. Tiene cinco pisos que se dividen entre los inicios del producto y el resultado final. Por ejemplo, el segundo nivel es exclusivo para la degustación; el tercero tiene una muestra de las gráficas y campañas publicitarias; y en el último está la frutilla de la torta: el Gravity Bar, un mirador para pedirse una pinta y tomarla ante una vista de 360 grados sobre la ciudad.
Aunque puede sonar a una simple coincidencia no lo es, el libro de los records Guinness tiene su historia emparentada con esta cerveza. En 1955 los Guinness se publicaron por primera vez como una idea de Hugh Beaver, el director de la empresa en aquel momento. Tan grande fue el éxito que el libro se vendió en 77 países y se tradujo a 38 idiomas.
Abierto todos los días de 9.30 a 17. La entrada para mayores de 18 años es de 20 euros en la puerta, o 18 euros por Internet. Menores de 6 a 17 años pagan 6.5 euros. El ticket incluye una Guinness o una bebida sin alcohol. St. James ‘s Gate, Dublin 8
Amsterdam piensa en verde
Al ver la fila de gente en la puerta de Heineken Experience, se entiende que esta atracción es una de las más concurridas de la capital holandesa. La ventaja es saber que si se compran las entradas por Internet, no sólo se ahorran dos euros (lo que no es mucho) sino que se evita esa larga espera (lo que es bastante).
Gerard Adriaan Heineken compró las instalaciones de Haystack el 15 de febrero de 1864 y fundó lo que más tarde se transformaría en el actual imperio cervecero que lleva su apellido. Aunque la fábrica se mudó en 1988 fuera de la ciudad, la primera destilería se conserva y funciona como museo desde 1991. Museo es una forma de decir, porque la propuesta es pura experiencia sensorial: ver, oír, oler y degustar el proceso de la cerveza a partir de estaciones didácticas e interactivas. El recorrido se hace sin guías y lleva alrededor de una hora y media.
Abierto todo el año de lunes a jueves de 10.30 a 19.30 con acceso hasta las 17.30. De viernes a domingo de 10.30 a 21, y la puerta cierra a las 19. Entre julio y agosto el horario se extiende de 10.30 a 21 todos los días. El valor de la entrada es 18 euros si se paga en la puerta, 16 euros si se compra por Internet. Stadhouderskade 78, Amsterdam
La cerveza de Pilsen
La primera Pilsner Urquell se produjo en 1842, en la misma fábrica donde hoy funciona una máquina moderna que procesa 120.000 botellas y 60.000 latas de aluminio por hora. Un cervecero de Baviera, Josef Groll fue el que logró el sabor de la pilsner que con los años fue inspiración para dos tercios de todas las cervezas del mundo (con denominación pils, pilsner o pilsener).
El histórico establecimiento queda al oeste de Bohemia y a poco más de una hora de viaje en auto desde Praga, República Checa. Por supuesto se puede visitar con una guía, conocer los secretos de la elaboración, entrar a un cine panorámico, y bajar a los sótanos para probar la Pilsner Urquell sin filtrar ni pasteurizar, tirada directamente de los barriles de madera de roble. El tour dura dos horas, incluye una cerveza y se recomienda reservar al menos con tres días de anticipación.
Abierto todos los días. Entre abril y septiembre de 8 a 18, el resto del año hasta las 17. La entrada cuesta 199 CZK (7.5 euros). U Prazdroje 7, Plzen
Leuven tiene estrella
La Stella Artois nació en Bélgica, en 1926, como una cerveza especial de Navidad. Su éxito comercial fue tan importante que la fábrica Artois decidió incorporarla como parte de la producción permanente.
El primer registro de la cervecería es de 1366 cuando era conocida como De Hoorn. Años más tarde, en 1708, Sebastien Artois fue el maestro cervecero y finalmente en 1717 le dio su apellido. Stella Artois llegó casi por casualidad muchos años después para quedarse. Hoy es una bebida líder que se vende en ochenta países.
El recorrido que comienza con el proceso de fermentación y termina en la línea donde rellenan las botellas dura una hora. Para hacer esta visita se recomienda reservar entrada en la oficina de turismo de Leuven.
Abierto de martes a sábados, la primera salida es a las 9 y la última, a las 19.30. El tour clásico cuesta 8.5 euros y es gratis para menores de 12 años. Brouwerijplein 1, Leuven
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