Dicen que El Bolsón tiene una energía especial, una especie de aura magnética que atrae todo tipo de fenómenos: desde los más simples y terrenales hasta una ruta ubicada en el cielo, detrás del cerro Piltriquitrón, por donde van y vienen naves espaciales.
Dicen que su gente también tiene cierta mística y que, lejos del espíritu hippie que los caracterizó en los años 60 y 70, existe una comunidad poderosa, especializada en distintas disciplinas capaz de resignificar en una sesión chamánica los errantes caminos de la vida. Bajo el signo de Tauro, con luna y ascendente en Capricornio –o sea, tierra por todos lados–, siempre tuve algún recelo hacia las técnicas espirituales. Sin embargo, mis editoras me convencieron: "Es un viaje de bienestar, te van a hacer masajes y vas a comer cosas ricas", dijeron cuando me ofrecieron la invitación a El Bolsón.
Con cierta ingenuidad acepté el itinerario para descansar, y aunque me habían enviado el cronograma de las actividades, nunca imaginé lo que me esperaba entre las montañas: encontrarme con lo que, tal vez, fui en otras vidas en medio de una sesión chamánica. Así comenzó este viaje a las lejanas tierras del sur.
DÍA 1: adiós al prejuicio
- Mi primera clase de yoga: el día arrancó helado y la primera actividad era una clase de yoga. Para mí, que había practicado boxeo durante una década, entregarme a una sesión de respiración y saludos al sol era casi más aburrido que esperar un turno en el consultorio del dentista. Hasta que conocí a Germán Garro. Estaba sentado en posición de loto detrás de la puerta vaivén de vidrio y madera. Tocaba el armonio y movía su cabeza al compás de los sonidos que despedía el instrumento. "Vamos a hacer una clase muy tranqui", dijo, y a continuación comenzó a recitar los pasos de una coreografía intensa, que sonaba casi como en loop. El vinyasa yoga se tomaba revancha a través de cada músculo de mi cuerpo. Después llegó el momento de la relajación. Me recosté sobre la colchoneta y traté de concentrarme en el sonido. Así, el mantra a Shiva me sumergió en una nebulosa estupenda y quedé en un blanco absoluto. Nunca viví algo igual. Fue tan simple y fuerte que empecé a sentir cómo mis ojos se llenaban de lágrimas. Estaba derribando mi primera muralla y Germán lo sabía.
- El aura está escrita: con emociones revueltas, me entregué a la lectura del aura, una herramienta para limpiar, sanar y ver con claridad nuestros aspectos salientes. La sesión empezó con un círculo de mujeres sentadas alrededor de Clara Walker, encargada de leer las auras. Se preguntó sobre las exigencias que nos imponemos en la familia y en la profesión. En esa sesión apareció una Romina acartonada, rígida, cuya luz no dejaba pasar los rayos del sol. Volví a la cabaña en silencio, pensando en las cosas que dejé de hacer por contentar a los demás. Las piezas del rompecabezas empezaban a ordenarse de a poco.
DÍA 2: conexión profunda
- Masaje a cuatro manos: la segunda jornada arrancó un poco más tranquila. Venía de momentos bastante movilizadores y nada mejor que decantar toda esa info con una sesión de masajes amans. Anabel Brain, una mujer con una sensibilidad especial y con vasta experiencia en rituales de autoconocimiento, fue la encargada de brindarnos esta terapia. Ella trabaja con técnicas espirituales de pueblos originarios y con chi nei tsang para despertar la conciencia corporal. Me recosté y me entregué al recorrido del masaje, que con toques profundos y ligeros busca sanar órganos internos y sistemas vitales del cuerpo. Las palmas de Anabel y su ayudante circulaban cada vez con más intensidad y de a poco empecé a sentir cómo algunos puntos de mi cuerpo se acalambraban hasta sentir un ardor doloroso. Anabel empezó a emitir sonidos guturales, bostezos y sílabas en "o", como si expulsara una especie de malestar que había desbloqueado de mi interior. Luego, apoyó su mano en mi pecho. "Lo que sientas, manifestalo", me aconsejó, y al instante apareció un llanto insostenible que, por unos segundos, llegó a quitarme la respiración. "Mujer valiente, mujer..., tus raíces están presentes..., la Madre Tierra", invocó una voz en el lugar. Con esas palabras me conecté con mis raíces y con la imagen de mi padre en su San Luis natal. Había dejado de pensar en él en este último tiempo. Entonces, mi cuerpo se volvió ligero y una sensación de felicidad me cubrió entera.
- Astro facts: la jornada siguió con la lectura de la carta astral en el mismo recinto. Sentadas en otra ronda, reafirmamos lo que venía apareciendo en este trip esclarecedor: "Hay que animarse a soltar, convertirnos en mujeres valientes y seguir nuestro instinto", fue el consejo de la astróloga Mónica Guinzburg. "Tauro viene con cambios", predijo. Respiré profundo y le agradecí al universo por conspirar a mi favor.
DÍA 3: sanación femenina
El lunes viajamos hacia Lago Puelo, en Chubut, para la ceremonia de sanación del linaje femenino. En esta propuesta, lo que se busca es desarmar recuerdos y soltar las cargas que arrastramos de generaciones anteriores (madres o abuelas) para mejorar nuestro presente. A orillas del lago, nos entregamos a curar nuestras raíces de la mano de buenas intenciones. "Antes de irse a dormir, piensen en esa mujer de su familia que quieren recordar y dedíquenle un bello pensamiento", nos dijo la guía. Algo tan simple, pero lindo a la vez. Entonces, me senté frente al lago y pensé en mi mamá, que cada vez que la necesitaba, ella siempre estaba, con una sonrisa, con un café con leche y un abrazo, viendo siempre lo positivo en todo, y agradecí su presencia en mi vida y en la de mi hijo.
- Vidas pasadas: con el atardecer cayendo sobre la ruta 40, emprendimos el regreso hacia El Bolsón y llegamos al recinto Lumina para tomar un baño de gong. Aluminé Honik, la experta que nos introdujo en esta experiencia, contó que los baños se toman de noche y que se trata de una inmersión total en el sonido armónico de este instrumento. Dicen que en una sesión podés liberar bloqueos mentales y emocionales y conectarte con tu verdadera esencia. Una vez más, entregué mi alma a los chamanes. Con los ojos cerrados y un poco aturdida, apareció la primera manifestación: unas ganas inmensas de vomitar. Después, empecé a temblar sin poder contenerme y sentí un dolor de cabeza intenso. Mágicamente esas sensaciones desaparecieron y mi cuerpo se relajó hasta que dejé de sentirlo. Entonces, tuve mi primera visualización: la imagen de un bebé recién nacido y una luz que me llevó a otra dimensión. De repente, los gongs se transformaron en cientos de aviones que pasaban por arriba de mi cabeza. Uno tras otro, sin descanso. "¿Dónde estoy?", pensé. Experimenté el zumbido maximizado de las abejas y caminé por un bosque lleno de árboles, con raíces gigantes que salían de la tierra y me abrazaban para darme paz. Después del gong, Aluminé recomendó descansar y tomar mucha agua para eliminar impurezas, e hizo hincapié en prestar atención a los sueños y las reacciones del cuerpo.
DÍA 4: estupa budista
En la entrada de Epuyén, en Chubut, se encuentra la estupa más grande del país. Este monumento budista fue construido en 2011 y está rodeado por un increíble paisaje de arroyos, bosques y plantas de rosa mosqueta. Clara, una compañera de viaje, me contó que las estupas tienen un efecto protector y pacificador sobre su entorno y que uno de los rituales consiste en circunvalarla en el sentido de las agujas del reloj y hacer girar sus ruedas para recitar los mantras. Me pareció una buena manera de agradecer todo lo que había vivido, así que pasé mi mano por los rodillos. La vista no podía ser más perfecta. Detrás del cerro iban apareciendo los rayos del sol. El aire era helado y muy puro, y de fondo se escuchaba el sonido del arroyo que llevaba su corriente a todo galope. Para cerrar el viaje, decidimos hacer una pequeña ronda invocando una frase aprendida en los encuentros: "La vida no es un problema a resolver, sino un misterio a ser vivido". Allí estábamos, Malen, Caro, Clara y yo, emocionadas y guiadas por Miriam Capasso, la organizadora y encargada de sostenernos en cada parada de este largo camino al bienestar.
Dónde tomar las terapias
Clase de yoga: Centro Yoga Anahata. monadoulas@hotmail.com.
Lectura del aura y baño de gong. Lumina Espacio Holístico.
Astro tarot y masajes amans. Centro Casa Isis.
¿Cómo llegar?
En avión: en un vuelo de dos horas, Andes Líneas Aéreas te lleva al aeropuerto de Bariloche por $3400 finales ida y vuelta.
¿Dónde dormir?
Las Nalcas Hotel Boutique & SPA de Montaña.
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