Todo sobre el lenguaje igualitario: ¿qué dice la RAE?
En esta nota vamos a ser inclusives. Porque algunes creen que es una moda, un jeringozo, un esnobeo, "hablar en plan de le mer estebe serene", como decía un tweet. Otres, en cambio, lo ven como una señal de que la lengua, la principal herramienta que tenemos no solo para comunicarnos, sino también para pensar el mundo, es hoy el ámbito donde la cuestión del género está dando una de sus grandes batallas. Nacido en el seno de la conversación digital, el llamado lenguaje inclusivo, no sexista o igualitario se fue desbordando hacia otras esferas de la realidad como los centros de estudiantes, los medios, las series o hasta las academias de letras; y a su paso, el debate (o la grieta) entre quienes lo impulsan y quienes lo rechazan alcanzó tal nivel de virulencia que quedó más que claro que lo que está en discusión nos afecta a todes. A veces, aunque ni sepamos bien de qué se trata.
¿De qué estamos hablando?
De una serie de recursos que desde hace un par de años empezaron a usarse para intervenir el discurso, con la intención de denunciar una injusticia social: la inequidad entre los géneros (de las personas) que los lenguajes duplican (en los géneros gramaticales). La gente que detectó problemas en esos sistemas comenzó a ensayar soluciones de forma espontánea, en redes sociales, blogs y otras plataformas de comunicación digital. ¿Por qué "recursos"? Porque la "x", la "e" y hasta la "@" ya existían, pero ahora funcionan como una marca de fractura, un quiebre, una llamada de atención. En el momento en que una persona elige usar "todas y todos" o "todes" o "todxs, pasan un montón de cosas. Quien lo dice o escribe se posiciona políticamente ante una cuestión. Quien lo recibe pasa a pensar en eso, aunque sea de manera subconsciente. El problema se vuelve presente.
La cuestión del sistema binario
La lengua, se supone, refleja la realidad. Y una de las características que definen la realidad actual es que muchas personas, más que cuestionar el género que les fue asignado al nacer, están cuestionando todo el sistema binario (hombre-mujer) históricamente considerado el único y el correcto. Existe un fuerte movimiento global que desdibuja las barreras entre los roles y las características tradicionalmente vinculadas con lo femenino y lo masculino porque no se identifican con ninguno de los dos.
Es aquí, más allá de la "a" y de la "o", donde aparece la terminación en "e" neutra, junto con los pronombres "elle" (en vez de "ella" o "él") y "le" (en vez de "la" o "lo"). Por eso, el lenguaje inclusivo no es un tema solo de mujeres, sino de un montón de gente que está redefiniendo un problema humano complejo y mayor.
La cuestión del plural mixto
En castellano, y es probable que en la totalidad de las lenguas modernas, el femenino plural cumple solamente la función de designar un conjunto de mujeres, mientras que el masculino plural cumple la función de designar un conjunto de hombres y, además, la función de ser lo que los lingüistas llaman plural "no marcado" o neutro (o mixto). "Los argentinos", "los que menos tienen", desde el punto de vista de la gramática, abarcan hombres y mujeres. Este uso gramatical está firmemente arraigado en el habla diaria y es una de los principales argumentos a favor del lenguaje inclusivo.
¿Quién discute qué?
Generalizando terriblemente, por un lado, está la gente preocupada por la lengua como objeto de observación científica, que dice: "No puede ser que venga un grupo, históricamente minoritario, por si fuera poco, a decirnos que tenemos que usar el género de otra manera". Del otro lado está la gente preocupada por el cambio social y cómo expresarlo en el día a día, y dice: "No puede ser que estén perpetuando con la lengua las categorías de desigualdad y la invisibilización de los géneros".
Para los "grupos activistas", la postura de los "grupos académicos" es leída solamente como una reacción patriarcal. Y para los "grupos académicos", lo que pretenden los "grupos activistas" es una intervención intolerable, porque implica querer obligar a todes les hablantes a decir algo.
En contra
La Real Academia Española se pronunció sobre el lenguaje inclusivo en un análisis muy exhaustivo que hizo Ignacio Bosque, uno de sus catedráticos más importantes: "Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer" (2012). "No creemos que tenga sentido forzar las estructuras lingüísticas para que constituyan un espejo de la realidad" es una de las frases que resumen su posición. Ante la consulta por el "todos y todas", el community manager de la cuenta de Twitter de la RAE responde que es redundante, esto es, contrario al principio de economía de recursos de la lengua: "Es innecesario, pues el masculino gramatical ya cumple esa función", repite.
A favor
Estos recursos de intervención del discurso cumplen una función social, no gramatical. Y si los considerás como gramaticales, desde el momento en que existen muchas identidades de género, el plural masculino es, por lo menos, impreciso para describir el mundo actual. "Los políticos", "los profesionales", ya no son lo que eran (ni en su mayoría hombres, ni hombres y mujeres). Tampoco el principio de la economía es el único dios de la lengua. Si no, entre muchas otras cosas, a esta altura tendríamos una sola grafía para cada sonido, por ejemplo, el de "s", no como en "sí", "cielo" y "zorro"; de cerca de 500 millones de hablantes de castellano en el mundo, más de 400 millones vivimos en América y no diferenciamos estas consonantes en nuestra pronunciación.
No es un invento argentino
El cuestionamiento del sistema de género gramatical, con su priorización de las formas masculinas, es un problema universal, como lo es el de la minorización de las mujeres. En 2015, la Academia Sueca, la que elige el premio Nobel de Literatura, agregó al diccionario oficial de la lengua sueca el pronombre neutro hen, que puede usarse cuando se desconoce si alguien es ella o él o bien para personas que no se reconocen como hombres ni como mujeres (pero también se hizo común en los jardines de infantes).
No existe la policía de la lengua
La función de las academias no es crear nada, sino describir: observar qué están diciendo les hablantes, cómo utilizan tal palabra, qué estructuras sintácticas prefieren o dejan en el olvido, etc., y posteriormente sistematizar lo que registran en diccionarios y gramáticas. Las academias van detrás de la lengua, no al revés. Todes deberíamos saber esto. Y también que, en cualquier caso, la institución de referencia sobre la variante del castellano que utilizamos en este país es la Academia Argentina de Letras, que también tiene cuenta en Twitter y se expide sobre el tema todo el tiempo.
Algo ya cambió
Si mirás el debate en torno al lenguaje inclusivo, por un lado parece que el grueso de la opinión pública piensa que la lengua es inamovible. Y del otro lado está la gente pendiente de si la RAE le da o no permiso para decir algo, que así le entrega todo el poder (simbólico) a un grupo diminuto que supuestamente puede tomar decisiones sobre la lengua. Estas dos ideas conviven en la mayoría. Muches académiques, mientras tanto, reaccionan con vehemencia y crispamiento, como si temieran que quienes levantan la bandera del lenguaje igualitario terminen imponiendo una redefinición de todo el sistema gramatical del género de la noche a la mañana.
La lengua está cambiando de manera permanente desde que existe; el cambio es natural, pero no lo decide nadie. Un cambio sucede cuando, a lo largo del tiempo, la gente lo adopta, lo generaliza, y normalmente cuando tiene una necesidad comunicativa que satisfacer. Pero nadie puede controlarlo.
Tal vez mañana nuestra cultura logre superar las desigualdades y el masculino usado como neutro sea solo un vestigio del pasado. Tal vez triunfe el lenguaje inclusivo, aunque eso no depende de que se vuelva gramática; es un fenómeno político que busca un cambio social, y por eso circula en espacios que están a la vanguardia de esta lucha política. Apoyar o rechazar un uso disruptivo de la lengua, que tiene por objeto reclamar derechos larga e injustamente negados, hoy es una decisión política también. Y ya veremos, dentro de un tiempo, cómo terminamos escribiendo y hablando sobre estas temáticas.
Letra chica, prejuicio grande
Lenguaje sexista también es:
- Nombrar ciertos roles o trabajos solo en masculino ("Queridos papis", "Si ya sos cliente, discá 1").
- Referirse a la humanidad como "el hombre".
- Usar las formas masculinas como impersonales (universales): "Uno busca lleno de esperanzas". "Vamos los vecinos"; "Juntos estamos transformando la ciudad".
- Redactar leyes o enunciar preceptos en masculino. "El propietario y el inquilino", "No desearás a la mujer de tu prójimo" (¿y al marido de tu prójima?).
Expertes consultades: Santiago Kalinowski. Director del Departamento de Investigaciones Lingüísticas y Filológicas de la Academia Argentina de Letras. Karina Galperín. Directora académica de la maestría en periodismo del diario LA NACION y la Universidad Torcuato Di Tella.
Tambíen te mostramos "Man enough": de qué se trata esta movida que cuestiona los estereotipos masculinos
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