Todo lo que Japón me enseñó de sexo
Viajamos a Oriente con una experta en sexualidad para entender cómo se mueven el deseo y el erotismo del otro lado del mundo. ¿Estaremos ante el futuro de lo hot?
Además de considerarse mundialmente como el gigante tecnológico, Japón es el país en el que más creció la industria de la sexualidad en todo sentido: desde robots con los que se puede mantener una relación “casi” real hasta sexshops que ocupan edificios de siete pisos, salas de masturbación y todo lo que se puedan imaginar.
Enloquecida con ese desarrollo, planeé un recorrido erótico por Tokio, agarré mi valija, sumé a mi pareja al trip –que, por supuesto,¡no se negó a acompañarme!– y nos fuimos dispuestos a tener una aventura por una ciudad que siempre vimos como lejana, distinta y fascinante.
El país de los “sexless”
En mis fantasías, todo me hacía pensar que Japón era la ciudad de los fanáticos del sexo, pero al conocer mejor a las personas y poder hablar con ellas, pude descubrir que la creciente industria del porno está totalmente emparejada con la baja de las relaciones sexuales tradicionales.
Por eso, si vos estabas pensando en que este año lo hiciste pocas veces, no te imaginás mi reacción cuando me enteré de que más de un tercio de la población no hace el amor, es por eso que la mayoría de los japoneses son llamados “sexless”.
Según una encuesta realizada este año por la Asociación Japonesa de Planificación Familiar, este país tiene uno de los índices de natalidad más bajos del mundo, a tal punto que temen perder un tercio de la población para el año 2060.
Los números no mienten y se vuelven alarmantes; el 47,2% de las parejas aseguran directamente no mantener relaciones sexuales y las razones son variadas: más del 22% de las mujeres encuestadas afirmaron que encuentran el sexo “problemático” y el 35% de los hombres justifican la falta de sexo con el exceso de trabajo.
Una industria del placer
Aunque suene paradójico, mientras el sexo “convencional” entre parejas cae en picada, la industria del placer crece a pasos agigantados. Es que los japoneses, si bien se rehúsan a mantener relaciones entre ellos, de ninguna manera renuncian al placer. ¿Cómo es esto? Se ha formado toda una industria dirigida a satisfacer sus necesidades de múltiples, originales, muy creativas y poco usuales formas:
•Video Box: son unas cabinas de video donde los japoneses van para ver películas eróticas y masturbarse. Muchas veces alegando conseguir más tranquilidad en estos espacios que en sus casas, otras veces solo por gusto, pero, sin duda, estos espacios son furor en Japón.
•Shoppings eróticos: sí, aunque te cueste pensarlo, acá vas a encontrar megatiendas departamentales –¡de hasta 7 pisos!–en el famoso barrio de Akihabara que están enteramente dedicadas a la tecnología del placer(la más conocida se llama M’S). A diferencia de los sexshops que todos conocemos, en estos hay pisos prohibidos para las mujeres, espacios dedicados a la cultura animé con poca ropa, muchos videos explicativos para cada sextoy y todo lo que puedas imaginar para el disfrute.
•Sex boutiques para mujeres: así como hay espacios prohibidos para nosotras, también encontramos un lugar prohibido para ellos. Se llama LovePiece Club y es la única boutique erótica exclusiva para chicas. Su fundadora, Minori Kitahara, creó un paraíso para que las japonesas también puedan experimentar su sexualidad de una forma cómoda y sin miedo a estar siendo observadas al comprar sus juguetes.
•El súper se puso horny:¿ir de la góndola de los fideos a la de los sextoys? Sí, en Japón es una imagen que podría darse, porque los principales supermercados tienen oferta de juguetes eróticos. Están en sectores cubiertos por una minúscula cortina transparente y exhiben objetos para hombres y para mujeres mezclados entre las tradicionales góndolas de bebidas o de tecnología.
•Arriba lo excéntrico: dada la falta de contacto real y de un vínculo más amoroso, en diversos barrios de Japón hay espacios para dormir la siesta en cucharita y hasta bares en los que se pueden probar vibradores. Otra cosa que es súper común –hasta se te acostumbra el ojo–es ver a mujeres usando disfraces sexies por las calles de Tokio.
Masturbarse es cool
Los japoneses no solo son fanáticos de los animés, de las marcas de lujo y de los disfraces;también es una cultura que desarrolla muchos fanatismos, y uno que me llamó especialmente la atención fue el del amor por una marca de juguetes sexuales para hombres. Tenga es la primera empresa japonesa que nació desarrollando juguetes masculinos, cuidando que no fueran “vulgares” y poniendo especial atención en el diseño y la estética. Así, cautivó la atención a partir de los inusuales packagings, que van desde huevos dentro de una huevera hasta cápsulas que llevan ilustraciones del Mundial de Fútbol, del Gay Day ¡o incluso hasta de gatitos! Bajo su eslogan “masturbate better” (masturbate mejor), esta marca logró que el autoplacer sea algo cool: los hombres llevan gorras o remeras de la marca y hasta usan tazas para el té con alusión al tema.
Esta misma marca, pensando en los problemas de fertilidad de los jóvenes japoneses, desarrolló una lupa en la que el hombre pone unas gotitas de semen, la conecta al celular y puede saber en minutos y en su casa si su semen es sano, como un test casero de fertilidad.
De copas con los “sexy hosts”
Otra variable que tienen las japonesas en Tokio son los “host clubs”. Se trata de bares donde las chicas pueden tomarse un trago en compañía de camareros muy sexies, llamados “hosts” (anfitriones). El trabajo de estos hombres es responder a todas las necesidades de una mujer, escuchar sus problemas, coquetear y levantarles la autoestima a full. Hay ciertas reglas para este “juego”:cuando la clienta –que generalmente oscila entre los 20 y 60 años– llega al bar, se le da un catálogo con fotos de cada host para elegir el que más le guste. Pero, claro, todo tiene un precio: las clientas deben hacerse cargo de las bebidas que consuman tanto ellas como los camareros, pero además estos chicos están acostumbrados a recibir todo tipo de regalos, incluyendo relojes con diamantes, autos de lujo o incluso departamentos. O sea, todo un presupuesto.
Lo mismo pasa en el Butlers Café, un restaurante bar que está abierto desde el año 2006, donde atienden mayordomos sexies, que se desviven por servir a sus clientas y hacen todo lo que esté a su alcance para complacerlas. Además de la charla, el servicio incluye la posibilidad de posar junto a la clienta en una fotografía que después se llevarán impresa.
¿Se viene el sexo con robots?
Otra de las cosas que me llamaron la atención son las muñecas de siliconas y lo reales que pueden llegar a verse. Pueden llegar a costar 6 mil dólares y algunas pueden hasta reírse y jadear. Algunos japoneses no solo usan las love dolls como la típica muñeca inflable, sino que realmente pasan a ser parte de la vida de ellos. Los fans van más allá de lo que uno se imagina: desde comprarle diversos looks hasta llevarlas de paseo, prepararles la cena e incluso enamorarse de ellas. ¿Viste la película Lars y la chica real, con el bombón de Ryan Gosling? Bueno, algo así, pero absolutamente real.
Glosario hot
Imekura: así se llaman los clubes de imágenes, son burdeles temáticos donde los hombres japoneses suelen ir a cumplir sus más profundas fantasías sexuales.
Hentai: son dibujitos animados un poco subidos de tono, que se usan como un estímulo pornográfico.
Sopurando: también llamados soaplands son lugares muy comunes y están por todo Japón; ahí van hombres dispuestos a ser “bañados”, cubiertos en lubricante y llevados al orgasmo, así como también pueden bañar a prostitutas. También existen algunos pocos destinados solo para mujeres.
Telekura: son los clubes de teléfono, en los que los hombres pagan por recibir llamadas de chicas dispuestas a tener una cita con ellos.
Kabukicho: es el barrio rojo más famoso de Tokio.
Shunga: son dibujos de contenidos sexuales que se estampan en diferentes telas.
EbuiAidoru: son actrices eróticas que tienen hasta clubes de fans propios.
Rabuhoteru: también llamados lovehotels, son los clásicos telos orientales.
Francesca Gnecchi
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