Terapia de pareja: miedo al compromiso
Nuestra sexóloga indaga: “¿Las mujeres también somos ‘evitativas’ a la hora de avanzar en una relación?”.
Vivimos en la época de lo efímero. Y las frases más comunes que escucho sobre relaciones podrían resumirse en una sola: “Conozco un montón de tipos, salimos tres o cuatro veces, está todo bien y de repente me dicen: perdoname, pero no estoy para una relación”.
¿A qué se le teme cuando se habla del miedo al compromiso? ¿Las mujeres también somos “evitativas” a la hora de avanzar en una relación? Sabemos que el concepto de compromiso cambió: ya no se trata de un noviazgo en el que el compromiso era la promesa de casamiento. De lo que hablamos hoy es de relaciones que avancen en una actitud comprometida con el otro en términos de continuidad, de fidelidad y de proyecto. Un mínimo proyecto: queremos sentir que hay un mañana y que el otro no va a desaparecer así como así, sin dar explicaciones.
¿QUÉ HAY DETRÁS ?
Analizando las cuestiones que pueden hacernos reticentes a formar un vínculo sólido, estas son las que me parecen más significativas:
Dificultad para dejar atrás la etapa de enamoramiento: muchas personas desean prolongar la adolescencia amorosa y vivir con “mariposas en la panza” eternamente.
Problemas para asumir responsabilidades familiares: no todos tienen ganas de dedicar tiempo y dinero al armado de una familia, sino que prefieren seguir invirtiendo en sí mismos.
La soltería ya no está mal vista: los “solos” y las “solas” de hoy no la pasan mal: viajan, estudian, ganan bien, se cuidan físicamente, tienen amigos. No quieren resignar esos espacios.
Vivimos en una sociedad de “estados” más que de “procesos”: se pasa de una experiencia a otra sin dar tiempo a la madurez del proceso, lo que puede impedir pasar del enamoramiento al amor. Estamos así, impacientes y vertiginosos.
algunas claves para pensar
Ante esta realidad, podés, sin embargo, intentar posicionarte de una manera más interesante para acercarte a un vínculo sólido y duradero:
Que las cosas estén claras: lo primero es tener en cuenta en qué tipo de relación estás involucrada. Si elegiste un hombre para tener buenos encuentros sexuales y pasar lindos momentos, no te quedes esperando un cambio de las reglas del juego, a menos que lo explicites y el otro esté de acuerdo. Uno de los principales problemas es que, a poco de salir con alguien, se pretende que haya un nivel de involucramiento para el que no hubo ni tiempo ni intención.
No intentes cambiar al otro ni que te cambien a vos: algunas personas son claras y dicen que no desean tener una pareja. Sin embargo, cuando empezás a salir y ves que están tan bien juntos, podés equivocarte y pensar que cambió de opinión, que es cuestión de tiempo. Te presenta a sus amigos, se queda a dormir, te dio la llave de la puerta de abajo de su edificio. “Bueno, eso no lo hace con cualquiera”. Pero llegan las vacaciones y se va con los amigos un mes a Europa sin contarte nada, pasan días enteros sin mensajes, se aleja, se acerca. Cuando vas por el reclamo, te mira con ojos desorbitados sin entender. Y es verdad, la que está leyendo mal las señales sos vos. Si te parece que la relación fue cambiando y suponés que son una pareja, mejor preguntá.
Sé flexible, hay otros modelos: no te cierres a un ideal preconcebido. Por ejemplo, si conociste un hombre separado y con hijos, te gusta, pero no querés compartir tu tiempo y tu espacio con sus hijos mientras ustedes no tengan los propios, podés pensar opciones. No te estanques en que compromiso significa vivir juntos en el mismo espacio y compartir la economía. Hay muchas maneras de vivir el amor y la experiencia de pareja en nuestros días. •
Y vos... ¿Estás para un compromiso de pareja? ¿Creés que el no compromiso está de moda? Leé también: Nuestra pareja es adicta a las redes sociales y Diván XL: llegó el momento de la terapia de pareja
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