"Tengo hambre todo el tiempo"
Si te convertiste en una experta en picoteo es hora de hacer foco en tus emociones
No pasó ni una hora desde que terminaste de desayunar y ya atacás la alacena. El efecto almuerzo te dura solo unos minutos y, cuando llega la tarde, no hay snack que te contenga. No es un tema que te preocupe, pero, si te ponés a analizarlo, te das cuenta de que el picoteo es algo con lo que convivís casi todo el día y de que el qué comer es un pensamiento recurrente.
Sabemos que en nuestra cultura la comida tiene un fuerte componente social, que puede pesar más que lo estrictamente nutritivo. Comer nos da placer y, si bien todas tenemos etapas en las que estamos más voraces, la sensación constante de hambre puede ser la manifestación de que algo nos está faltando y queremos (y creemos) poder llenarlo con comida.
Por eso, si advertís que estás comiendo no solo cuando tenés hambre real, sino como lo primero que hacés cuando no sabés qué hacer, está bueno identificar qué te está pasando, para saber si es temporal y para activar mecanismos para que el picoteo deje de ser tu aliado.
Por qué el picoteo
Los motivos pueden ser varios:
HORMONAL: estás embarazada, estás ovulando o te estás por indisponer. Es decir sos víctima de los altibajos emocionales que provocan las hormonas en nuestro cuerpo
DESORDEN: simplemente sos medio caótica con las comidas y desayunás mal y poco o te mataste en el gimnasio a la mañana sin alimentarte bien. No llenarte en las comidas te lleva a balancear con picoteos el resto del día.
FAN DE LAS COLACIONES: puede que seas una “fundamentalista” de hacer entre 6 y 8 comidas al día, algo que no está bueno porque arraiga y prolonga en el tiempo el hábito de comer sin tener hambre. Por ende, contribuye a acumular calorías innecesarias: científicamente, es casi imposible que dos horas después de haber comido bien (es decir, una porción lógica de alimentos nutritivos) tengas hambre, porque en ese preciso momento todos los nutrientes están en niveles óptimos tanto en la sangre como en el cerebro.
HAMBRE EMOCIONAL: aunque pienses que es por hambre, la realidad es que si estás todo el día picoteando, probablemente lo estés haciendo por aburrimiento, porque no tenés nada mejor que hacer, porque estás esperando a que pasen a buscarte y muchos etcéteras. Y eso pasa porque la comida disminuye –un poco y por un ratito– el nivel de cortisol, la hormona que regula el estrés y la ansiedad. Entonces, comés y te sentís mejor. Por ende, ¿qué hacés la siguiente vez que te sentís igual de ansiosa, estresada o emocionada? Comés, y lo hacés convencida de que tenés hambre.
Cómo combatir el picoteo
ANALIZÁ POR QUÉ ESTÁS COMIENDO: “la” clave para darte cuenta de si comés porque tenés hambre real o emocional es física. En el primer caso, el cuerpo te lo pide. En cambio, en el segundo caso, lo que buscás es el placer, por eso los elegidos son los hidratos (¿alguna vez que te hayas sentido angustiada te comiste una ensalada de rúcula?; lo más probable es que hayas elegido un cuarto de helado).
IDENTIFICÁ QUÉ TE PASA: lo ideal es que puedas manejar la ansiedad (que se lleva el puesto número 1 entre las emociones que nos hacen comer más). Fijate qué te pasa, ya sea hablando con una amiga o escribiéndolo, pero siempre dándole real entidad a esa emoción y no dejándola dormida en un plato de comida.
ACTIVÁ: el ejercicio aumenta la secreción de hormonas que tienen que ver con la sensación de placer, además de bajar la ansiedad y mejorar el estado de ánimo.
HACÉ ALGO QUE TE GUSTE: encontrá placer en otras actividades, como charlar con un amigo, ver una película o una serie, sacar fotos, leer, escuchar música, meditar.
ARMATE SNACKEOS SALUDABLES: tené a mano algo de alta densidad nutricional y poco calórico (ojo, la idea no es quedar “prisionera” de la barra de cereal en la cartera sino usarlo como un recurso más).
NO COMAS SIN HAMBRE: las comidas marcan nuestro ritmo social. Más allá de las rutinas, debemos decidir qué y en qué horario comer escuchando a nuestro cuerpo.
¿CUÁNDO TOMAR MEDIDAS MÁS SERIAS?
Hay una frase conocida que dice: “situaciones extremas requieren medidas extremas”. Por eso, si advertís que la ansiedad con la comida se vuelve incontrolable y que los consejos para abordarla desde el punto de vista emocional no te alcanzan, quizá sea el momento de pedir ayuda profesional.
El sobrepeso y la obesidad no son saludables en sí mismos y, además, pueden convertirse en un ambiente ideal para el desarrollo de enfermedades asociadas. Es importante que puedas abordar el problema como un todo, vinculando la compulsión por comer con tu salud y tu bienestar físico y emocional. Por eso, una buena opción es realizar un tratamiento integral que incluya la consulta con un psicólogo, que seguramente te sugiera sumar un plan a cargo de un nutricionista.
Algunos centros especializados
Clínica de Nutrición y Salud Alberto Cormillot
Centro Médico de La Posada del Qenti
Centro Doctora Katz
Qué leer
Comer sin miedo, J. M. Mulet (Destino, $300), Inteligencia nutricional, Magda Carlas (Plataforma, $320) y El equilibrio a través de la alimentación, Olga Cuevas Fernández (Autor-Editor, $340)•
¿Y vos? ¿Sos de picotear durante todo el día? ¿Tenés alguna técnica para controlar el hambre constante? También: Natalia Oreiro: "Necesitamos más solidaridad de género" y Bendición de útero, un ritual para honrar tu fertilidad
Expertas consultadas: Dra. Mónica Katz, médica especialista en nutrición; Lic. Gabriela Martínez Castro, psicóloga especialista en trastornos de ansiedad.
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