Tareas domésticas ¿Sigue existiendo una desigualdad en cómo se divide la responsabilidad entre hombres y mujeres?
En el “Día del Ama de Casa” volvemos a abrir el debate y nos preguntamos si algo cambió en estos últimos años.
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No hay dudas que estamos en un momento de transición y que, en diferentes niveles, el mundo está atravesando un revisionismo sobre muchísimas ideas preestablecidas y hasta naturalizadas. En este contexto, también es verdad que todavía hay un gran camino por recorrer y que existen grandes prejuicios alrededor de la responsabilidad en las tareas del hogar y la crianza de los hijos. Deberes que por generaciones enteras cayeron sobre los hombros de las mujeres solo por su condición de mujer y algo empezó a cuestionarse con fuerza ¿Qué es la “responsabilidad compartida”? ¿Por qué no alcanza con el “Yo te ayudo” o “Decime qué hago”? ¿A qué se refieren cuando hablan de “carga mental”?
De acuerdo a un reporte compartido por Amnistía Internacional Argentina, 19% de los 1.200 casos confirmaba no estar involucrado en la crianza de sus hijos. En tanto tareas como lavado de ropa, reparaciones del hogar, limpieza, cocina y administración del hogar, en promedio, el 50% respondió que solo a veces participa de estas tareas. Siendo -en cada una de las categorías- el porcentaje menor el que afirmaba participar activamente.
La educación como foco de cambio
Desde los juegos de la infancia hasta la disparidad en cómo las tareas del hogar se reparten entre hermanos y hermanas, hay algo que es claro y es que a limpiar se aprende y se practica. Como todo proceso de aprendizaje es muy importante entender a qué estamos exponiendo a los más chicos, qué tipo de modelos les estamos mostrando y tener conversaciones con ellos en donde -de acuerdo a su edad- vayamos involucrándolos en la temática.
Inspiradas en esto y en la búsqueda de seguir visibilizando esta problemática, mujeres en todo el mundo comparten contenido bajo el hastag #weaponizedincompetence (incompetencia armada) en TikTok. En sus videos comparten ciertas falencias de sus parejas a la hora de resolver tareas del hogar y, lo fácil y cómodo que es para ellos declararse incapaces de realizarlas: “A vos la salsa te sale mucho más rica”; “Yo no sé con qué se lava la ropa”; “Con vos se duerme mucho más rápido”, entre tantas otras frases son algunos de los disparadores.
“Son todas prácticas que se aprenden en el hacer, en la prueba y error, que nos enseñan, en las que mejoramos cuando le dedicamos tiempo y las hacemos una y otra vez. Las mujeres tenemos un aprendizaje a lo largo de toda nuestra vida que nos predispone a hacer estas tareas y a asumirlas como propias. Esto no ocurre con los varones que justamente tienen otra socialización, que le asigna otras funciones sociales alejadas del cuidado del hogar y de las familias a excepción de la provisión económica y valores como la protección. Entonces es probable que muchos varones cuando comienzan a hacer estas tareas se sientan incompetentes, no sepan, no estén acostumbrados” - Delfina Schenone Sienra, Responsable del Área de Políticas de ELA
No es ayuda, es compartir responsabilidades
Otro debate que tomó muchísima fuerza tiene como frase cabecera “¿En qué te ayudo?”. Pregunta que -de manera implícita- habla sobre el hombre colaborando con la mujer, en vez de tomando completa responsabilidad de la tarea. “No hay corresponsabilidad, es decir no hay responsabilidad compartida. En los hechos, las mujeres seguimos siendo las responsables últimas de asegurar que estas tareas y estos cuidados se realicen, en muchos casos asumiendo la carga mental de tener que organizar, planificar y asignar tareas al resto de los integrantes de las familias” opinó Delfina. “El verdadero cambio va a estar cuando se deje de percibir que se presta ayuda, que son tareas que se realizan cuando nos sobra tiempo o cuando tenemos ganas, que pueden ser fácilmente reemplazables si surgen otras prioridades y se asuma la responsabilidad real de un trabajo que es tan esencial para la vida y el bienestar”, aseveró.
En este contexto Delfina hace una observación también muy importante: “Creo que hay que correrse un poco de cierta exigencia que podemos tener al momento en que pedimos involucramiento. Si una persona comienza a involucrarse y rápidamente juzgo lo que hace, le digo que lo hace mal, lo comienzo a hacer yo para que salga bien, difícilmente pueda dar lugar a que algo cambie. Personalmente creo que es importante que cada vez más varones se involucren en estas tareas y para eso se requieren distintas cosas: desde un lugar individual, si hay una predisposición del otro lado a tomar responsabilidades, hay que poder dar lugar a que eso suceda y dar tiempo a la práctica, a la prueba y al error, entender que las cosas nunca cambian de un día para otro y que si bien el proceso puede ser tedioso para quien está acostumbrada a realizar todas las tareas, es una inversión de tiempo que va a ser mejor para todos y todas”.
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