Son argentinos, migraron a Estados Unidos y nos cuentan cómo es vivir con el miedo a los tiroteos escolares: “Con cada masacre, te planteás que podría haber pasado en el colegio de tu hijo”
Según datos oficiales, los tiroteos en colegios son la principal causa de muerte entre los niños y adolescentes norteamericanos
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Es imposible no sentirse movilizado frente a una noticia como la de la masacre en Texas. Un hecho que a pesar de percibirse como algo repetido (sucede con tanta frecuencia que se convirtió en la principal causa de muerte entre los niños y adolescentes norteamericanos) y hasta alejado de nuestro día a día, nos deja en un profundo shock y con cientos de preguntas girando en nuestra cabeza. ¿Cómo puede ser que siga pasando? ¿Cómo vivís con este miedo constante de que ocurra algo así en la escuela de tu hijo? ¿Cómo muchos norteamericanos pueden seguir defendiendo la portación de armas? Preguntas que, sin lugar a dudas, tienen otro peso y significado cuando efectivamente vivís en Estados Unidos y esta problemática te toca de cerca.
Jacinta es una mamá argentina que hoy vive en Wisconsin: “Migramos en 2017 y nos instalamos en la ciudad en donde está la casa matriz de la empresa en donde trabaja mi marido desde hace 16 años. No es una ciudad muy popular o siquiera turística, pero sí estamos muy cerca de Chicago”, nos cuenta y suma: “Soy mamá de dos hijos varones (de 8 y 6 años) y estoy embarazada de una nena... que va a nacer en unos dos meses. Los chicos van a un colegio privado y esa elección estuvo bastante influenciada por la problemática de los tiroteos escolares”.
“Al existir el derecho a portar armas... nada, de nada, te salva de que alguien pueda tener una en su mochila”
“Es importante aclarar que la educación pública en Estados Unidos es -en general- muy buena. Obviamente depende mucho de la zona o barrio en el que vivís, pero es buena y también es cierto que al existir el derecho a portar armas... nada, de nada, te salva de que alguien pueda tener una en su mochila”, nos cuenta Jacinta y agrega: “Pero las escuelas públicas de la zona en que vivimos, primero, no eran muy buenas en tanto en lo académico y, segundo, son colegios que tienen muchísimos alumnos. Eso no nos hacía sentir cómodos porque era una institución que tenía 7 divisiones de preescolar con 25 alumnos cada una y nos parecía que eran demasiados chicos para una sola maestra. O sea, ni la maestra, ni los profesores de actividades especiales o los directores iban a estar atentos a nuestro hijo como a nosotros nos gustaba”, nos explica y agrega: “En el colegio privado, al tratarse de grupos más chicos, sentimos que hay menos chances de que algo se les escape. Ya sea que existan situaciones de bullying o si nuestros hijos necesitan algo especial o hay algún chico que está atravesando por algo difícil en su casa”.
“Cada seis meses, mis hijos tienen un entrenamiento”
“Son diferentes: hay de incendio, de tornados -porque acá es zona de tornados- y también tienen entrenamientos de tiradores. Sí, así como lo escuchás y es súper difícil porque es algo en lo que nadie quiere pensar ni imaginar, pero es necesario. En nuestro caso se lo conoce como ‘Protocolo ALICE’ (Alert, Lockdown, Inform, Counter and Evacuate)”, nos explica y suma: “A nosotros, los papás, nos avisan cuando van a hacer el simulacro, y a los chicos les enseñan que no tienen que entrar en pánico, que tienen que estar callados, que tienen que ponerse contra la pared y caminar despacito y agachados. En el jardín de infantes lo hacen -más o menos- como si fuese un juego y usan una metáfora de un lobo para así enseñarles desde chiquitos”, entonces agrega: “Obviamente que es muy fuerte saber que los chicos tienen que pasar por este tipo de entrenamientos porque -de nuevo- es algo que que nadie quiere ni pensar... pero también este tipo de protocolos salvaron muchas vidas”.
“Nosotros siempre estamos atentos a ver si escucharon de algún amigo que habló del tema o si vieron algo medio de refilón; entonces les preguntamos sobre qué escucharon, qué vieron... Creemos que la educación empieza por casa”
“Cada vez que hay una noticia de una nueva masacre, te planteás que podría haber sido tu hijo”
“Convivir con este tipo de tragedias es difícil. Cada vez que hay una noticia de una nueva masacre, te planteás que podría haber sido tu hijo, que podría haber sido en el colegio al que lo mandás. Pasa todo el tiempo y no solo en este contexto; imaginate que el año pasado durante un desfile, un loco entró con una camioneta y atropelló a no sé cuántas personas... y en el 2020 un chico de 17 años con un rifle empezó a dispararle a un grupo que estaban en medio de una marcha”, nos relata Jacinta y agrega: “Y cada hecho te lleva a a pensar en lo mismo: en el control de la venta de armas, en cómo cualquiera puede acceder un rifle automático. Es una locura pensar que si yo quiero mañana voy a Walmart y me vuelvo con un arma, es mi derecho como ciudadana tenerla y salir a caminar con ese arma en el cinturón”.
“También nos pasa que por ahí los invitan a la casa de algún amigo y para nosotros es importante saber bien cómo es esa casa, entonces hablamos con la mamá, le preguntamos si tienen armas. Esto puede herir susceptibilidades pero para nosotros es clave porque, la verdad, si las tienen... ese no es un lugar al que queramos mandar a nuestros hijos a jugar”
“Es fundamental entender que Estados Unidos es un país en donde la salud mental no está al alcance de todos”
“En estas situaciones es clave hablar del tema de salud mental”, nos dice Jacinta y agrega: “En Estados Unidos el acceso a la salud es muy, pero muy caro... y la consecuencia de eso es que hay muchas personas que no tienen acceso a un psicólogo o psiquiatra. Entonces creo que mucha de la violencia que existe tiene su origen en este hecho... y por eso es clave que nos empecemos a preguntar qué pasa con la persona que quiere tener un arma en su poder ¿Está bien, está mal? Porque lo que es claro es que está mal que no se hagan los chequeos necesario”, y suma: “En ese sentido los controles o los chequeos no son para nada exhaustivos, ni siquiera al momento en revisar los antecedentes de la persona que está comprando ese rifle automático. O sea... imaginate la ironía de la reglamentación que en Estados Unidos no se puede tomar alcohol hasta los 21 pero a los 18 sí podés acceder a un arma”.
“Para mí es fundamental entender que Estados Unidos es un país en donde la salud mental no está al alcance de todos y -en líneas generales- cuando este tipo de masacres sucede (ya sea en un supermercado, en un colegio, en la Iglesia, en la comunidad afroamericana, hispana o asiática) tienen en común que la persona responsable sufre de una problemática de salud mental”, dice Jacinta y nos invita a pensar: “Por eso creo que -además del debate de la regulación que, sí, es 100% necesario, también es clave que se empiece a hablar de salud mental y cómo está conectada a esos actos de violencia”.
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