Solsticio de invierno: por qué se celebra el Día Internacional del Sol
La Tierra alinea su eje de una forma muy especial para celebrar este día; ¿Por qué se celebra cada 21 de junio? ¿Qué sabemos de la estrella que nos da vida? ¿Y qué pasaría si se apagara? Todo esto y más para descubrir hoy
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Nuestro sol, esa descomunal bola de plasma dentro de la cual cabrían un millón de planetas como la Tierra, merece tener su propio día. Este 21 de junio, cuando en el hemisferio sur tenemos la noche más larga del año, en el norte disfrutan del día con mayor cantidad de luz solar. Por eso, desde 2015 se celebra el Día Internacional del Sol.
Así es que para nosotros empieza el invierno; para quienes viven en el norte, el verano; para la astronomía es el solsticio y, para el sol, este es su día.
Para destacar la importancia de nuestra estrella madre es bueno tener presente que toda la vida sucede en la Tierra gracias a la energía que nos brinda el sol. Si bien la principal fuente de energía del sol que nos viene a la mente es la que denominamos solar, a través de paneles que transforman sus rayos en electricidad, no es la única. De hecho, el calor del sol se aprovecha para calentar un fluido con el que producir vapor y con este a su vez electricidad, lo que se conoce como energía termoeléctrica. Pero hay muchas fuentes más que nacen de nuestra estrella.
La energía eólica, que tanto crece, se produce porque el sol al calentar distintas regiones de la atmósfera genera diferencias de temperatura en el aire que desencadena los vientos. Incluso la energía hidroeléctrica no sería posible sin el sol. El ciclo del agua, que produce las lluvias, precisa también de nuestra estrella principal y es la forma de transporte del agua, que luego termina a través de ríos en los embalses. Por último, las olas del mar que se aprovechan a través de la energía olamotriz y estas olas se generan por el viento, que dependen del sol. El Día Internacional del Sol celebra el ciclo mismo de la naturaleza.
Y más allá de la energía transformada a corriente eléctrica, la vida en nuestro mundo solo es posible con la energía que recibimos del sol cada día. Comenzando por las plantas que producen fotosíntesis, pasando por los animales herbívoros que necesitan de esas plantas para vivir, o los carnívoros que se alimentan de los anteriores y los humanos, que nos comemos todo. Nada sería posible sin ese impulso energético primigenio que nos da el sol.
Pero el Día Internacional del Sol nos permite ir más allá: incluso nuestra forma de percibir el entorno funciona principalmente recolectando los fotones (las partículas que componen la luz) que emite esta estrella, rebotan en las superficies y estimulan nuestras retinas. Estos fotones se generan en el núcleo del Sol y les lleva más de 100.000 años llegar a la superficie (sí, muchísimo tiempo, porque va rebotando con otras partículas infinidad de veces). Una vez que atravesó el cuerpo del sol sale disparado al universo a la velocidad de la luz (que para eso es un fotón) y llega a nuestro planeta es apenas 8 minutos.
Si todavía parece lento, pensemos que el fotón en el vacío puede pegar más de 7 vueltas completas a la Tierra en un solo segundo. Luego ya al llegar a nuestro mundo rebota por última vez contra algún objeto para morir luego en nuestros ojos, lo que nos informa del color y la intensidad de esa superficie. Ya luego nuestro cerebro hace el resto y pinta lo que llamamos realidad.
¿Y qué fue de esa palabra extraña: Solsticio? Hay un día especial al año en que la noche es la más larga, y por ende el sol está menos tiempo que nunca sobre el cielo. Ese día es el 21 de junio en el hemisferio sur, la mitad del planeta que queda “debajo” de la línea del ecuador (entiendo que es una convención, ya que el universo no tiene “arriba” y “abajo”). Cuando por estos lugares la noche parece eterna, en el hemisferio norte sucede justo a la inversa.
Esto se debe a que el eje de rotación de la Tierra se encuentra inclinado y en ese momento le “muestra” más el hemisferio norte al sol. Allá se conoce como solsticio de verano, porque le da inicio a esa estación, y acá lo conocemos como solsticio de invierno. Hay que decirlo, celebramos el Día Internacional del Sol cuando mejor le queda al norte.
Por último ¿y si el sol se apaga? Sobre la base de todo lo que descubrimos tenemos varias pistas ya. Primero, que tardaríamos 8 minutos en enterarnos, porque aún viajaría durante ese tiempo la luz que ya salió. Naturalmente, se nos haría de noche, pero en todo el mundo al mismo tiempo. Las primeras horas no sería un gran cambio, tenemos bastante energía almacenada. Incluso si justo cuando se apagó estás en el sector del planeta que es de noche, casi que ni te enterás. Pero con el paso de los días la temperatura iría bajando más y más. Las plantas se irían marchitando. El ganado no tendría qué comer. Una nueva era glaciar abrazaría la Tierra, pero ya sería la última y definitiva.
Seguramente la vida se extinga en nuestro planeta. Por lo que, este 21 de junio es una estupenda fecha para celebrar, y valorar, el Día Internacional del Sol.
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