Sobre la autoestima y otras dificultades
Juan,
Qué lindo que hayas descripto algo de tu Córdoba querida en el último post. Me encantaría sentir aún más el pulso de esa tierra a través de tu mirada. ¿Es muy diferente de los otros lugares en los cuales viviste? Estuve de pasada nomás en tu destino actual. Creo que es muy difícil conocer realmente una ciudad, al menos que vibremos su energía, caminemos con su ritmo, nos fundamos con su cotidianeidad. Pero bueno, por suerte en su reemplazo contamos con libros, películas y los relatos de nuestros amigos que habitan aquellos otros suelos.
Acá, en Buenos Aires y desde la ventana de mi hogar, puedo ver una lluvia muy fina caer. Hay viento y suenan las campanas de la Catedral a lo lejos. Me gusta que llueva. Y me gusta el frío. Con el clima áspero, siento que disfruto el doble de la música, la escritura, el té negro y las cucharadas de dulce de leche puro, directo del pote.
Mientras me dejo llevar por las sensaciones del momento, me maravillo pensando cómo últimamente cada semana me trajo consigo un tema "candente", una palabra o expresión que la definió. La anterior, con la visita de la autora española, estuvo marcada por el "cómo salir de la zona de confort". Estos últimos días, en cambio, la palabra fue "autoestima".
Para lo que sigue te dejo esta canción. Me encanta la voz de ella, adoro a la compositora – Linda Perry-, y la letra y el video dan en la tecla.
Sinceramente me cuesta mucho abordar el tema. Tengo casi secretos, emociones, dolores, malos recuerdos que sé que me afectaron la autoestima hasta el día de hoy. "Deberías creértela más, en el buen sentido. Te llevarías el mundo por delante", me dijo hace poco un hombre que es importante en mi vida.
Sabés, estoy trabajando sobre eso, y cada día me siento más cómoda en mi piel y en mis acciones. Sin embargo, a veces las marcas del pasado dejan memorias físicas, actos reflejo de aquellas personas que fuimos; personas en el camino del autodescubrimiento propio y del mundo, un mundo no siempre amable.
Pienso en el tema muy seguido, sin embargo esta semana se conjugaron un par de situaciones que pusieron a la cuestión de la autoestima como protagonista.
Estábamos charlando con una amiga, cuando de pronto me dijo: "Tengo esta persona que quiero mucho y que está con un brote terrible en la cara. ¿Algunos consejos?"
Tengo muchos consejos, por eso me los pidió. A partir de los doce años padecí durante mucho tiempo brotes severos en mi piel. Por mí pasaron sesiones, medicamentos, cremas, dietas (igual ya te digo, no es una cuestión de dieta, es genético), burlas –muchas dolorosas-, caras de "pobre" por parte de los demás, caminar con la cabeza gacha, no querer salir, no querer ir al colegio, no querer levantarme. Taparme de pies a cabeza y soñar con despertar un día con la piel de bebé de esas modelos de revista. No era un granito, era grave. Fue muy difícil para mí, en especial en la adolescencia y hasta los veinticinco y más.
Después de años de mucha constancia, no salir ni en el día más nublado sin protector solar, no olvidarme jamás una sola noche de lavarme la cara y tratarme la piel, un día lo peor pasó.
"No puedo creer que alguna vez hayas pasado por lo que contás. Ni se nota.", me dijo la amiga que pidió los consejos.
"Es cierto, y sin embargo es como si mi cerebro todavía no lo procesara del todo. Muchas veces cuando me miro, sigo viendo a esa persona, no veo una piel impecable y siento que los otros ven lo mismo, lo de antes. No es que me pasa siempre, cada vez menos. Sé que suena loco, pero no lo puedo evitar. Y sé que afecta mi autoestima.", le contesté. Ella entonces me contó que le había pasado y le pasa mucho con el peso y la celulitis que, aunque casi no esté más, ella la sigue viendo.
Justo en estos mismos días, otra amiga me comentó cómo le afectan unas manchas que le salen por el cuerpo, que ya había probado con todo y que no sabía más qué hacer. "Se me hace difícil la idea de estar expuesta ante un hombre. Sé que lo que digo suena superficial, sé que tengo que trabajar el tema de mi autoestima.", terminó diciendo. Te aseguro que ella es hermosísima en todo sentido.
Autoestima. Querernos, amarnos con lo que nos tocó. Mimarnos y observar lo bueno de cada uno de nosotros. Mirarnos con ojos bondadosos. No castigarnos. No es siempre simple, pero creo es importante hacerlo. No es fácil porque es cierto que el mundo juzga, el mundo se burla (yo descubrí a los catorce, por ejemplo, anotaciones horribles sobre mí, descripciones puramente físicas y que me hicieron sentir muy rechazada.) Mi sobrino, cuando tenía tres y con mucha inocencia, me apuntó a mi cara y me preguntó qué me pasaba. Así que sí, es instintivo buscar la belleza y reconocer "la verruga de la bruja" desde que somos muy niños.
Somos tanto más, hay tanta hermosura en nuestro interior. Creo es muy importante fortalecer nuestra espiritualidad y salirnos de nuestro centro. Todos, cada uno de nosotros, tuvo o tiene esas luchas internas relacionadas a temas físicos. Aun el ser físicamente más bello. Y en el caso de algunas enfermedades, como el acné (aunque creo que vale para cualquier otra afección), mi consejo es trabajar sobre lo físico y lo espiritual a la par. Lo físico es importante en el sentido de que el cuerpo es nuestro templo. Un templo imperfecto, pero siempre precioso. Y considero que ir al médico, cuidarse, tratarse, regular las hormonas; es decir ,hacerse cargo, eso también es cuidar la autoestima desde lo espiritual, y es permitirnos superar ciertas trabas para salir al mundo con mayor confianza.
Como anécdota, te cuento que un par de las compañeros que se burlaban de mí en el colegio, me cruzaron en la vida más adelante y me invitaron a salir. Tengo que aceptar que en ese momento me dio placer decirles que no. Ja.
Otra cosa que me pasó en estos días, es que dos personas me dijeron algo así como "vos, que debés tener treinta bla bla bla", y yo me quedé callada , no dije "nono, tengo cuarenta." No, me callé. Eran hombres. No sé si me callé por miedo a que me miren con otros ojos o qué. Cuarenta suena a mucho, ¿no?
Qué tema la autoestima, en serio.
Y ayer me corté el pelo. Lo tenía por la cintura casi, y lo llevé a un rebajado apenas por debajo de los hombros. Hace un rato nomás me saqué una foto y la compartí en facebook. "Así la ven mis hermanas, primos, tíos y demás amigos que viven lejos, y aparte para que me quede registrado para mí. El Facebook es como un diario personal.", pensé.
¿Compartí la foto por eso o para ver las reacciones? A mí me gusta como me quedó el pelo, pero no sé por qué a veces sigo necesitando la aprobación de los demás para corroborar que algo en mí está lindo. De nuevo la autoestima.
"¿Entonces cuál es el consejo para esta persona que está toda brotada y se siente muy mal?", repitió mi amiga el otro día.
"Que sentada, sintiendo pena por ella misma, no va a lograr nada. Sólo acumular enojo. Que se ocupe de ella tanto por dentro como por fuera, y con constancia. Ocuparnos de nosotros mismos creo que es el primer paso para mejorar nuestra autoestima. En ese simple acto ya nos estamos queriendo."
Mientras tanto, yo voy a seguir también trabajando sobre eso. Dicen que la felicidad es sentir amor.
Empecemos por amarnos a nosotros mismos.
Beso,
Cari