Síndrome de Burnout: cómo detectar este trastorno que se potenció durante el aislamiento
No importa el cuándo, el cómo ni en qué nivel. Es muy probable que alguna vez hayas sentido que tu vida estaba en llamas y que tu respuesta casi en automática era: "Estoy quemada". Así fue como esta frase se convirtió en una señal de alerta y de que estabas pasando por un verdadero incendio que no sabés si es personal, laboral o ambos.
Si bien hoy en día se habla mucho del tema, ya en 2019, al incluirlo en la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE), fue la propia Organización Mundial de la Salud quien les dio entidad a estos sentimientos conocidos como el síndrome de burnout o del "trabajador quemado". Pero ¿qué significa esto? De acuerdo con el organismo, es un trastorno mental asociado al empleo y desempleo que se da "por un estrés crónico en el trabajo que no fue gestionado con éxito". Básicamente, es cuando entramos en un estado de agotamiento físico y emocional causado por un alto y prolongado estrés: es decir, la sensación de que estamos sobrepasadas y de que ya no es posible atender todo. Al principio, la mayoría de las consecuencias de este síndrome nos afectan a nivel personal: sentimos agotamiento emocional, tenemos una actitud anímica negativa, perdemos simpatía y empatía en el trabajo, nos sentimos desinteresadas o ineficaces en lo que estamos haciendo. Luego, el malestar se transforma en pérdida de rendimiento en el terreno laboral.
¿Quiénes se queman?
Si bien es algo que nos puede afectar a todos por igual ya que, como dicen los especialistas, no distingue cargos, existe un grupo de profesiones en las que el riesgo de burnout es alto. Por ejemplo, los médicos, enfermeros, rescatistas y personas que atienden quejas y reclamos de usuarios. Todas ellas son personas que están sometidas a altos niveles de estrés y que podrían verse más afectadas. Más aún si son mujeres. En ese sentido, el informe de la Universidad Siglo 21 reveló que las mujeres reportan mayor estrés crónico. También son más susceptibles a padecerlo personas sin pareja o con poco apoyo familiar.
¿Por qué nos pasa?
Este síndrome fue descrito por primera vez en los años 70 por el psicólogo Herbert Freudenberger. Una década después, las psicólogas Christina Maslach y Susan Jackson crearon uno de los instrumentos más usados para medir el síndrome de burnout: el Maslach Burnout Inventory. Sin embargo, el aislamiento por el covid fue lo que volvió a poner este tema sobre la mesa e, incluso, ya se empieza a hablar de un "nuevo burnout" pospandemia.
El home office repentino, la incertidumbre, la soledad, la desorganización, reuniones virtuales una tras otra y los chicos encerrados y dando vueltas alrededor de nuestro nuevo espacio de trabajo –por solo nombrar algunos factores– modificaron los síntomas clásicos del estrés laboral y reavivaron las llamas de este síndrome creciente. Otro factor de la pandemia que impactó fuertemente en este nuevo burnout es que hoy es casi imposible distinguir los planos entre lo laboral, lo social, lo personal y lo íntimo. Todo ocurre en el mismo espacio y al mismo tiempo, lo que genera un nivel de demanda muy superior para lo cual no estamos preparadas.
Según explica Alejandro Melamed, especialista en estrategia e innovación disruptiva en recursos humanos, el síndrome de burnout ya se percibía en un gran grupo de personas, pero la pandemia puso en evidencia un sinfín de situaciones extras: se generaron un montón de condiciones novedosas que en muchas personas dispararon esta sensación de agobio, de sentirse desbordadas y, obviamente, con un montón de responsabilidad que tuvieron que asumir. Era algo que existía, pero que creció, se potenció y se desparramó en muchos segmentos sociales y etarios.
De acuerdo con una reciente investigación de la Universidad Siglo 21 que evaluó cómo la pandemia afectó a los trabajadores, la Argentina registró un aumento interanual del 5% del agotamiento por burnout en comparación con el año pasado. A su vez, incrementó la tendencia a la depresión y ansiedad. Entre las problemáticas relevadas se destacaron las relacionadas con la familia y trabajo, pertenencia, interés y desconexión.
Otra encuesta también encendió la alarma: según un estudio del portal de empleos Bumeran, casi el 90% de los argentinos encuestados afirmó sentirse o haberse sentido quemado laboralmente durante la cuarentena. El estrés, el no lograr desconectarse y el agotamiento fueron las sensaciones y experiencias negativas atravesadas durante la cuarentena con relación al trabajo. Un 22% de los argentinos encuestados mencionó un agotamiento fuera de lo normal por la carga excesiva de trabajo. Asimismo, el 44,5% de los empleados argentinos aseguró no poder separar la rutina laboral de la vida personal en un contexto en el que ambas se llevan a cabo dentro del hogar; y el 48% afirma que así siempre le resulta difícil relajarse después del trabajo.
¿CÓMO SABER SI TE QUEDASTE SIN PILAS?
Estos son los síntomas principales de quienes lo padecen:
- Dificultad para concentrarse. Pasás de una tarea a otra, pero todas te quedan a mitad de camino. Cuando un trabajo es monótono o caótico, se necesita una triple dosis de energía para mantener la concentración, lo que puede provocar fatiga y agotamiento.
- Agotamiento físico y mental, con un descenso drástico de energía. Una cosa es estar cansada porque dormiste pésimo o te la pasaste en el gimnasio y otra es ese cansancio que aumenta a medida que la jornada laboral avanza y te pide frenar.
- Estado permanente de nerviosismo e irritabilidad. Desde ese informe que no lograron entregar a tiempo o el compañero que no para de hablar de su fin de semana… ¡hasta el ruido de la cafetera! Constantemente sentís que hasta lo más mínimo puede convertirse en una guerra.
- Baja o nula autoeficacia y ausencia de realización personal.¿Intentás controlar todas las tareas y acciones, incluso las de otros equipos? La sensación de falta de satisfacción personal es otro de los aspectos clave y puede ser el resultado de un intento de asumir más responsabilidades de las que deberías... Y de las que podés.
- Falta de motivación y desapego con respecto al trabajo. Nada alcanza ni vuelve a encender esa adrenalina intensa que sentías cada día o cuando hablabas de tu trabajo: ya no te motiva el aumento prometido, ni un ascenso de cargo, ni la satisfacción personal de ser buena en lo que hacés.
Alerta
Si no lo padecemos pero sentimos que estamos "al límite", ¿qué podemos hacer para que no aparezca y aliviar el estrés crónico laboral mucho antes? El primer paso es volver a conectarnos con esas cosas que sabemos que nos gustan, con lo que disfrutamos, o duplicar la dosis de eso que nos genera placer, tanto dentro como fuera del espacio laboral. Por ejemplo, si ya estamos trabajando de manera presencial, dejar un espacio de la jornada para tomar un café con una compañera, para charlar y hablar de otros temas que no son estrictamente laborales. Esto nos va a ayudar a recordar qué cosas del trabajo nos gustan o esas que en algún momento nos convocaron a estar ahí. Es clave prestar atención a nuestras ganas, a nuestro entusiasmo. También es importante estar atentas al feedback tanto de jefes como de compañeros de trabajo o amigos y familiares que nos cuidan y pueden ver algo que nosotros, en medio de las llamas, no logramos percibir.
Estancamiento vs. entusiasmo
Diversos estudios demuestran que el burnout afecta más a las mujeres que a los hombres. ¿Cuál puede ser el motivo? Nos cuesta más balancear la vida laboral con la personal (y eso lo sufrimos), sumado al estancamiento profesional que se genera en muchos casos por el todavía existente techo de cristal. El 80% de quienes renuncian a sus trabajos lo hacen por falta de reconocimiento y, en gran parte, se trata de mujeres a las que no les permitieron crecer. El burnout es una condición multifactorial y también existen muchas maneras para revertirlo. Pero hay una palabra que hoy está muy de moda por las métricas de las redes sociales y que también tiene su importancia al momento de apagar los incendios laborales: el engagement (compromiso). En un artículo de Harvard Business Review, Harry Levinson menciona que la mejor cura para el burnout es la prevención, y considera que la mejor forma de hacerlo es creando un estado de compromiso y satisfacción. Para esto hay que generar incentivos desde la empresa, pero también es importante que una esté en modo entusiasmo: buscando esas cosas que nos empoderan y nos dan ganas de seguir trabajando.
Herramientas para no quemarte
- Buscá ayuda. Si sentís que ya "no das más", es clave la ayuda de un profesional, puede ser un psicólogo o coach laboral, para ver dónde estás parada, cuáles son los problemas y cambiar la perspectiva a tiempo.
- Detectá qué es lo que te genera disfrute. Bailar, cantar, correr, dibujar... Pensá qué te hace feliz más allá del trabajo y buscá el equilibrio entre esos momentos y lo laboral.
- Reconectate con los demás. Pasar tiempo con amigos, la familia e incluso conocer gente nueva nos recuerda que somos personas valiosas más allá de la vida laboral. Dale espacio al tiempo social de calidad.
- Querete y cuidate. Recordá que una buena alimentación, ocho horas de descanso y hacer actividad física son los grandes pilares para estar bien con vos. Sumar el hábito de la meditación a tu día a día, aunque sea 10 minutos, también puede ayudar.
- Organizate de otra manera. ¿Respondés mails de madrugada? ¿Resignás la hora de yoga para entregar un informe? La organización personal, más allá de la impuesta por la compañía, y establecer prioridades son fundamentales para poder con todo, pero de manera sana.
- Replanteate las metas. ¡Olvidate de querer bajar la luna! Apuntar a metas masivamente ambiciosas para tu carrera o compañía no es bueno: genera muchísima presión y, si no llegás a cumplirlas, desmotivación y frustración. Caminá a paso firme, pero real.
¿Y si ya estamos quemadas?
Una vez que este síndrome se instaló, la clave para poder salir fortalecidas del incendio es pensar el burnout como algo que puede servir como un GPS para encontrar, o reencontrar, el deseo en el plano laboral. Para eso, los especialistas afirman que primero es importante intensificar esas actividades que a una le gustan y la despejan de lo relacionado al trabajo.
Pero ojo: hablamos de despejarse, no de aislarse. Cuidado porque, además del agotamiento, el estrés crónico genera el mencionado "cinismo" frente a las tareas laborales: un estado psicológico que se caracteriza por no querer saber nada –pero absolutamente nada– con el trabajo. Es por eso que los especialistas remarcan que, para finalmente reconectarse con el deseo, es importante primero buscar un equilibrio entre las actividades que nos gustan y el trabajo.
Y si llegamos al caso extremo en que no se logra esa tan ansiada conexión, es hora de hacer una consulta profesional; buscar una ayuda externa puede ser definitorio al momento de desarrollar un plan saludable para salir de la situación que te agobia. Son ellos quienes te van a dar las herramientas para replantear el escenario laboral y personal y poder tener un panorama de 360 grados. No te asustes: quizás el incendio no era tan grande como se creía y solo era cuestión de dar ese pequeño giro o volantazo a tiempo.•
Expertos consultados: Alejandro Melamed. Coach ejecutivo y consultor de recursos humanos (@melamedale). Alejandro Audino. Licenciado en Psicología (@equiposursm). Datos: Universidad Siglo 21, Bumeran, Gympass y Adecco Argentina.
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