Selena Gómez cerró sus redes sociales hace 4 años: el debate sobre Internet y la salud mental
Por qué cada vez más jóvenes deciden poner un alto a la hiperconexión digital; estudios científicos mencionan la sobreexposición a las redes como conductores de ansiedad y depresión
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¿Cuánto tiempo pasás chequeando el Instagram, Tik Tok o tus redes sociales en general? ¿Qué reacciones experimentás a la hora de ver imágenes de otros, de sus cuerpos, vacaciones en lugares fabulosos, platos de comida provocadores y el bar de moda rodeados de muchos amigos? Tomate unos segundos para pensarlo.
Estudios desarrollados desde la psicología vienen analizando la sobreexposición a las redes sociales y están llegando a una misma conclusión: son conductores de ansiedad y depresión, entre los principales trastornos que afectan a la salud mental a personas cada vez más jóvenes.
Días atrás, la exestrella de Disney Selena Gómez declaró abiertamente que durante 4 años cerró sus redes sociales. Pasó de ser la “Reina de Instagram” por allá en 2016, con un número de seguidores insuperable, a desaparecer por completo al cerrar sus cuentas. “Mi vida cambió por completo” (…). “Soy más feliz, estoy más presente, conecto más con la gente”, contó. “Entiendo lo poderoso que es Internet, y en muchos sentidos ha hecho las mejores cosas para el mundo. Pero para mí, las noticias que son realmente importantes las obtengo a través de las personas de mi vida”, declaró en el show, Good Morning America.
La lucha con la imagen corporal
Selena Gómez fue objetivo de haters durante años. El “body shaming” o burlas que sufrió de su cuerpo fue inescrupuloso, lo que la condujo a tomar esa drástica decisión de no estar más en las redes. La actriz, que sufre de un trastorno bipolar, decidió retransformar su problema y lanzar “Wondermind”, una plataforma de salud mental para ayudar a las personas con diversos trastornos, proporcionando ejercicios diarios que se pueden hacer para mantenerse saludables.
Tal como le pasó a ella, las figuras públicas son el target perfecto para los más despiadados comentarios. Esta semana, la joven cantante cubano-estadounidense de 25 años, Camila Cabello, también utilizó su cuenta de Instagram para hacer un descargo por una cuestión que la venía atormentando desde siempre: los paparazzis que la buscan para exponer su cuerpo en bikini. La cantante, harta de las persecuciones de estos fotógrafos, posteó:
“Cada vez que voy a la playa en Miami he sido fotografiada a escondidas en bikini y me he sentido súper vulnerable y sin preparación: he usado trajes de baño que eran demasiado pequeños y pegados al cuerpo” (…). Después, veía las fotos en Internet y los comentarios, y me molestaban mucho. Recuerdo cuánto me impacto darme cuenta que estaba pensando en la cultura de pensamientos ajenos y no en los míos. Una cultura que se ha acostumbrado tanto a una imagen de lo que debe ser el cuerpo de una mujer, que es completamente falsa para muchas mujeres”, expresó en su Instagram. De inmediato, todo el apoyo de sus seguidores se hizo sentir.
JOMO vs. FOMO
En la jerga virtual, existen tres conceptos asociados al impacto de las redes sociales sobre la salud mental de las personas, en particular en jóvenes. Algunos son:
· FOMO: “Fear of Missing Out”, o sea al miedo y ansiedad que se genera al quedar afuera de las redes sociales.
· JOMO: “Joy of Missing Out” o el placer de quedarse afuera de las redes sociales
· Nomofobia: El miedo irracional de estar sin teléfono celular
“Es algo que veo mucho en mis pacientes. El miedo a no subir una foto o no mostrar en dónde están. Se da mucho con el tema viajes. Siempre ronda la figura económica como un yate, una foto de un pasaje, entre otros. La persona que mira eso se empieza a replantear su vida y lo que está haciendo con ella a diferencia de ese otro”, explica la neuropsicóloga especialista en adolescentes y adultos, Cynthia Zaiatz, jefa de Psicología del Sanatorio Modelo de Caseros.
Lo mismo ocurre con la imagen corporal. Ropa increíble vistiendo cuerpos perfectos, platos de comida súper saludables, entrenamientos físicos diarios envidiables. Esto invita a cuestionarnos cuán bien nos vemos hoy, cuán bien nos alimentamos o si estamos luciendo las últimas tendencias. Ahí surgen cuestiones como ansiedad entre otras afecciones.
¿Necesitamos más JOMO para vivir la realidad? ¿O es posible lograr la medida justa? Lo cierto es que es un desafío disfrutar de la vida en este mundo hipercontectado. El mindfullness o la práctica de vivir el presente es un ejercicio indispensable para poder lograr ese difícil -pero posible- equilibrio.
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