Robertita: "Dibujar es como tomar helado"
Estudió Arquitectura, ejerció de arquitecta pero llegaron los treinta, sus treinta, y con ellos una crisis que revolucionó sus prioridades.
Es arquitecta pero hace varios años, también ilustradora y escritora. Y si algo se propone ella, conocida como Robertita (39 años), es transmitir coraje para llevar a cabo lo que el deseo dicta. "Si te picó el bichito es porque tenés que hacerlo".
El deseo, el mandato, la exigencia, la rutina de trabajo y otra nueva entrega de Cómo crean los que crean.
-¿En qué momento sentiste "lo mío es el dibujo"?
-Yo había abierto un blog ("Treintañera") en el 2006, escribía algunos posteos porque estaba enojada con el laburo en el que estaba, laburo de arquitecta, el primer año solamente escribía y al otro año, entre abril y junio, se me dio por sumarle un dibujo en vez de foto. Ahí sentí que mi supuesta crisis existencial tenía que ver básicamente con que no tenía el trabajo que quería. Esa sensación me fue acompañando todo el año hasta fin de año. Y me acuerdo de una sesión de terapia de diciembre en la me dije: "no quiero trabajar más de arquitecta, ya fue, no me cierra por ningún lado, llego de vacaciones y trato de hacer algo con esto".
-¿Y cuándo volviste de vacaciones... ?
-Llegué de vacaciones y mandé unos flyers. Busqué en Google las editoriales que había, no tenía ningún contacto con nadie ni nada. Mandé esos flyers y al mes me llamaron de Ohlalá!. Ese fue mi primer laburo formal como ilustradora.
-¿Y por qué estudiaste Arquitectura y no Bellas Artes, por ejemplo?
-Por cómo era y soy yo, no me hubiera bancado estudiar una carrera que no fuera de las carreras liberales, de las políticamente correctas. También me pasaba que no me sentía lo suficientemente "artista" para ir a una Facultad de Bellas Artes. Y nada, me metí ahí. Venía con el chip de clase media de Floresta, "estudiá y trabajá por un buen pasar". Yo siempre cobré menos de arquitecta que de dibujante. Ojo, a mí me pasó eso. Hay arquitectos a los que les va muy bien, evidentemente no era mi lugar.
-¿Dibujar para vos es comparable a qué?
-A tomar helado. Es como que te paguen por tomar helado. Sos catadora de helados, pero sin empacharte. Para mí siempre fue la herramienta más rudimentaria y básica que tuve para calmarme. Se ve que cuando era chiquita e hinchaba mucho mi madre nos sentaba a mi hermana y a mí en una mesita y "tomen, dibujen". Fue algo que hice desde chiquita hasta mis 20 años, ahí dejé de estudiar dibujo porque empecé la carrera.
-Ah, estudiaste dibujo de chiquita.
-Sí, de los 11 hasta los 21. Primero fui para acompañar a una amiga, solamente para compartir más horas con mi amiga. Después mi amiga se fue y yo seguí yendo. Iba a charlar con mi profesora, la pasaba muy bien. Nunca pensé que eso sería una herramienta para algo, se me permitía en casa porque era un hobby. Y después dejé de dibujar y cuando lo retomé, años más tarde, de verdad era terapéutico. Los primeros dibujos del blog eran dibujados muy así nomás, de un modo muy infantil. Usaba cinco marcadores. Fue la vuelta a dibujar de un modo natural. Y pude reconectar con esa cosa terapéutica que para mí fue siempre el dibujo: dibujar me calma.
-¿Tenés alguna rutina de trabajo que a vos te inspire?
-En un momento era ir a un bar. Desde los treinta que laburo independiente y para poder cortar un poco con el monólogo interno, iba casi todos los días a un bar a merendar. Y era ver gente y dibujarla. Primero era eso. Después quizás me inspiraba en lo que decían para escribir y dibujaba otra cosa.
-¿Y si te sentís muy bloqueada en un dibujo, qué hacés? ¿Sos de los que se quedan insistiendo o largás todo y volvés en otro momento?
-Antes era de los que se quedan insistiendo. Al pedo. Porque lo único que lográs es un dolor de cabeza y que el dibujo te salga con cara de siniestra. En el dibujo se percibe tu estado de ánimo, no lo podés disimular, no es como diseñar. Aprendí, después de algunos de años de ver publicados dibujos con caras siniestras, que no va por ese lado. Ahora confío, sé que si no sale, voy a esperar hasta último momento y va a aparecer. Me llevó unos años ese cambio. Sobre todo porque, como venía de estudiar Arquitectura, estaba muy entrenada en aterrarme con la entrega. Yo sigo haciendo entregas después de la Facultad.
-La exigencia fue aflojando...
-Cambió la exigencia.
-¿Ahora con qué te sentís más exigente? ¿Cómo era antes y cómo es ahora?
-Antes era: "lo tengo que hacer perfecto, lo tengo que hacer perfecto". Y salía para el diablo. Realmente. Porque nunca puede salir bien si tu exigencia es que salga perfecto. Ahora la exigencia es: "disfrutalo".
-¿Cuánto te importa la opinión de los demás?
-Y mucho. Mi problema era ése, siempre.
-¿Por qué cambió?
-Cambié de psicólogo (Risas). Me crucé con alguien que me tiró una frase clave que fue: "escuchá tu deseo". Eso para mí fue revolucionario. Obviamente la mirada de los otros te importa. Cualquier actividad artística conlleva público. Es mentira que no te importa nada, pero sí empecé a reconectar con esa primera representación terapéutica que tenía yo del dibujo. Yo lo hacía para calmarme, bueno, que siga siendo eso.
-¿Qué te gusta transmitir a través de tus dibujos?
-Me interesa desmistisficar el laburo, decirle a aquel que quiere dibujar que se anime.
-¿Y a alguien que no tiene intención de dibujar?
-Que le guste, que sienta empatía. Quizás que me descubra ahí. Creo que uno en el fondo dibuja o escribe para darse a conocer.
-¿Cómo sería una escena ideal de tu vejez? ¿Estaría el dibujo presente?
-Lo ideal sería contar con más tiempo. El tiempo es interno. Yo estoy viviendo un momento propio de mi edad y la sensación es: "no tengo tiempo". Me imagino dibujando y escribiendo, pero más relajada. Todavía siento que estoy alterada con los tiempos de la juventud. Me imagino actividades muy parecidas pero con otra cosmovisión del tiempo.
-Por último, ¿cómo te gustaría que te recuerden de acá a 100 años o más?
-Soy muy insistente con la honestidad y veracidad de lo que uno hace. A veces los nuevos tiempos que corren hacen que uno, sin darse cuenta, se afane algo de otro. Ese es mi mayor terror. Por eso no miro tanto colega en general. Por lo cual, en contraposición, me gustaría que recuerden como alguien que pudo escuchar su propia voz, seguir esa especie de deseo interno, más allá de lo que corría en la época. Si en esa época lo que iba era reggaeton y yo hacía folky, seguí ahí estoica con el folky. Eso me gustaría.
-Muchas gracias, Robertita.
*"El Elemento es el punto de encuentro entre las aptitudes naturales y las inclinaciones personales. Allí donde confluyen las cosas que te encanta hacer y las que se te dan bien. Cuando las personas están en su Elemento establecen contacto con algo fundamental para su sentido de la identidad, sus objetivos y su bienestar. Experimentan una revelación, perciben quiénes son realmente y qué deben hacer con su vida" (Ken Robinson).
NOTA: Robertita publicó dos novelas: Loser y Winner. Si te interesa saber más acerca de ella, podés seguirla acá, y sino podés chusmear en las siguientes notas algunas de sus ilustraciones más recordadas: Las chicas del curso preparto: ¿cuál sos? y S.O.S.: "Lo amo pero me aburro"
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