Reserva paleontológica de Toropí: un viaje increíble para descubrir fósiles en Corrientes
Fósiles de gliptodontes, mastodontes y tigres dientes de sables pueden aparecer recorriendo una apertura natural en las afueras de Bella Vista, Corrientes; una reserva paleontológica imperdible para aprender sobre megamamíferos
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Apenas se ingresa el camino desciende y pareciera que nos sumergimos en una representación a escala del Gran Cañón del Colorado. Torres de tierra que se elevan al cielo, nuestra guía Patricia Canteros va marcando las distintas capas geológicas sobre sus paredes. Desciende en los distintos estratos hasta millones de años de antigüedad. Fósiles de gliptodontes, como descomunales tortugas de más de 4 metros de largo, mastodontes, similares a elefantes pero con colmillos que llegan a los 5 metros de longitud, tigres dientes de sable, que no precisan presentación desde la película La Era de hielo. Estos megamamíferos van desfilando ante nuestra imaginación a medida que nos sumergimos en la reserva paleontológica Toropí.
“Habitaron más de 40 especies animales, también hay registros fósiles de algunos vegetales y termiteros”, explica Patricia, quien es guía en Toropí desde 2014. “Vivieron en estas tierras durante el Pleistoceno, que se extendió hasta hace unos 11.700 años. Fue la época de la última glaciación”. Canteros explica que estos conceptos, de extinción y cambio climático, “son mucho más entendibles para los más jóvenes, que lo relacionan enseguida con lo que nos está sucediendo ahora. A los adultos a veces les cuesta más entender estos procesos de cambio”.
Así también, “lo primero que me preguntan es por dinosaurios, que acá no hubo, ya que se extinguieron hace 65 millones de años y las capas más profundas llegan a 3 millones de años en Toropí”, detalla Patricia. “Sí tenemos lo que se conoce como megafauna, en nuestro caso principalmente megamamíferos, que son aquellos que superan los 100 kilos de peso”. Hace algunos miles de años, manadas de toxodontes pisaban la actual reserva palentológica Toropí. Eran herbívoros de aspecto similar al de los actuales rinocerontes o hipopótamos, pero sin parentesco cercano con estos. Con cuello breve, enorme cabeza y patas cortas, dejaron sus huesos extintos sobre esas tierras.
“Ya los locales conocían de un lugar lleno de huesos”, acota Gastón Lanser que acompaña la caminata y nació muy cerca de la reserva, en la zona rural denominada Colonia Progreso. “Aparecían a simple vista, sin cavar. Aunque nadie sabía de qué se trataba”. Apenas con la erosión de la lluvia, los esqueletos surgían de la tierra. Ya en la década del 60 se empezaron a realizar estudios científicos que fueron en aumento. “Aparecieron muchos ejemplares de cada especie”, relata Patricia. La última se descubrió en 2013. “Los procesos de sedimentación que sucedieron acá conservaron mejor los fósiles, principalmente porque el río Paraná quedó más lejos”. Pareciera que el propio río se alejó para que los cuerpos de los megamamíferos, al menos por unos milenios, descansaran en paz.
Se escucha el sonido de los pájaros carpinteros a medida que avanzamos por el lecho del arroyo seco. Cada tanto aparecen algunas vetas de agua. “Brota de manantiales”, cuenta Patricia. “Este arroyo se llena con las lluvias y nace en la cascada del Toropí, que a su vez viene de las lagunas de los campos”. Una perdiz sale volando detrás de unos pajonales, a lo lejos un zorro cruza el camino.
“Uno de los significados de Toropí hace referencia a la pisada de toro, porque “to” es el ruido de la pesuña al golpear el suelo”. Los animales del pleistoceno, los actuales, los que vendrán parecen congregarse en este arroyo seco que despierta con las lluvias. La misma lluvia que destapa los cuerpos dormidos.
“Se realizó un estudio del polen fosilizado en esta región para recrear la vegetación en la época de estos fósiles”, explica Patricia, ya que no hay muchos registros de plantas. “Se determinó que aquí existía un bosque abundante”. A medida que caminamos, aparecen por el piso raíces fosilizadas, como pequeños dedos, de los árboles que cubrieron la región hace milenios.
“También aparecieron flechas de indios datadas en 8000 años antigüedad”, agrega nuestra guía. Fue para el 1500 que pasaron los primeros europeos por la zona, aunque no se asentaron hasta 1740. Hoy ya hace una década que la reserva fue declarada “Patrimonio Paleontológico de la Provincia de Corrientes”, y hace 4 años que la ciudad de Bella Vista, pasó a ser la Capital Provincial de la Paleontología. Desde 2015 cuenta con el Paleomuseo Toropí, considerado “el primer museo paleontológico de la provincia de Corrientes”.
Por la reserva paleontológica Toropí y el museo pasaron visitantes de toda la Argentina, pero también de Sudamérica, Inglaterra, Italia, Francia, España, Dinamarca, Suiza, Australia, entre los más de 5000 que llegan cada año. “Me gusta el contacto con la gente”, reflexiona Patricia y agrega: “Lo que aprendés de ellos y lo que se llevan de tu lugar y tu aporte es muy lindo. Yo era diseñadora y para despejarme de tanta computadora empecé con esto... hice el curso de guía paleontológica en 2013 y ahora estoy en la licenciatura en turismo. Cada vez lo disfruto más”.
“No solamente turistas nos visitan”, se entusiasma Patricia. “La reserva y el museo tienen un vínculo con el Centro de Ecología Aplicada del Litoral (Cecoal – Conicet – UNNE), cuyo referente es el investigador Alfredo Zurrita. Todos los estudios están a cargo de él. Vienen alumnos de paleontología o profesionales que están realizando algún doctorado”.
Datos útiles
Para quienes quieran disfrutar del museo, la entrada es gratuita y está abierto de martes a sábado de 8 a 12 y de 16 a 20. La entrada a la reserva paleontológica Toropí también es libre y gratuita, de hecho no hay un portón de acceso que se cierre con ningún horario. Pero es muy recomendable recorrerla con algún guía especializado para aprovechar al máximo la visita.
Los horarios que recomienda Patricia son: “En verano bien temprano para evitar el calor a las 7 o, por la tarde, a las 17:30. En invierno, a las 9 o a las 15”. El valor es de $300 por persona y se hacen descuentos para contingentes de escuelas. El museo se ubica en la calle Entre Ríos al 882, dentro de la Casa de la Cultura Pedro Mendoza y la reserva sobre la ruta 27 a 8 kilómetros al sur del casco urbano de Bella Vista. Esa hermosa ciudad de unos 40.000 habitantes, a 150 km de Corrientes Capital y recostada sobre las aguas del ancho Paraná.
Los guías se contratan en la oficina de turismo o en el museo. Hay dos guías municipales (una de ellas es Patricia, y la otra Natalia Areco) y dos privadas. También, una opción es ir en bicicleta. El recorrido dura entre una hora y media y dos. Muy poco tiempo para los millones de años que se recorren, pero suficiente para viajar a un pasado recóndito, donde megamamíferos dominaban un bosque frondoso, marcando un legado que quedaría sepultado por la tierra, para descubrirse naturalmente ante nuestros ojos, en la reserva paleontológica Toropí.
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