Refugio urbano. Una casa para tres con líneas simples y mucha luz
Un caminito verde acompaña el recorrido hasta su casa: un refugio de calma, materiales nobles y entorno. El depto de Valeria Rodero es parte de un complejo que fue una fábrica y hoy conserva sus techos altos, amplios ventanales y espacios casi sin divisiones, que dan ese efecto de casita que tanto le gusta. Vale y su marido, Maxi, vivieron un tiempo en España, donde tuvieron una hija; ya con Amanda bebé, se instalaron acá. Los muebles viajaron en container y sumaron otros más. Y, aunque Vale es muy estética, prioriza la funcionalidad y esa sensación de abrazo que regala una casa hecha hogar: "Llego, me descalzo y empieza mi día. Para mí, estar acá es un alivio", dice. Su buen gusto no es casual: es escenógrafa y vestuarista. Y cada rincón de su casa es un escenario que viste y transforma en un espacio para vivir en paz y que Vale logró capitalizar en su cuenta de Instagram @a.petitblog, donde las postales de su día a día generaron una comunidad virtual que supera los 40 mil seguidores.
Sus elegidos
Al ser una exfábrica, cada vivienda del complejo tiene una tipología distinta. Vale y Maxi habían vivido en un depto más chico, antes de la llegada de Amanda. Este les encantó, por sus metros, orientación, luz y ventilación. "Solo le faltaba una lavada de cara –dice ella–: pintar las paredes y reacondicionar los pisos". Hasta hace poco, el cemento alisado recorría cada ambiente. Pero este año, al sector social le llegó el gran cambio: un piso antiguo de roble americano, que recuperaron con paciencia. "Estaba en un container, directo para tirar, con brea y una laca brillosa horrible. Era difícil de imaginar su potencial, pero un carpintero lo acondicionó y hoy es parte de nuestra casa. ¡Estoy chocha!". Vale confiesa que no es muy dúctil con los materiales: siempre elige madera, para generar espacios cálidos y amigables. En este caso, además, con más de 30 años de historia y mucha pisada encima.
"En el living están los juguetes de Amanda, porque la casa es de los tres. ¡Los espacios son para vivirlos!".
El cuarto de A.
Volvieron al país al poco tiempo de nacer Amanda y, para que ella no sintiera un cambio tan grande, trasladaron su cuarto tal cual estaba en España y lo convirtieron en el ambiente estrella de la casa: con mucha madera, muebles bajos para fomentar su autonomía y detalles que suman calidez, como el empapelado de flores de la marca sueca Photowall Sweden.
"¡Acá se gestó todo! –cuenta Vale–. Empecé sacando fotos de los detalles que me gustaban y terminé haciendo styling para cuartos de chicos". Tan bien le fue que su cuenta de Instagram hoy es fuente de inspiración con una propuesta estética diferente en cuanto a contenidos, colores y filtros. "No soy muy amiga del plástico, porque creo que la madera tiene una información sensorial distinta para los nenes. Siempre elijo juguetes de madera que promueven el juego libre y dejan volar la imaginación".
"Algo en madera, algo neutro y algo de color. Esa es mi premisa cuando empiezo a diseñar un ambiente".
Dormitorio principal
La dueña de casa buscó que su cuarto fuera un espacio de descanso, para bajar las revoluciones del día. Eligió un blanco puro como color predominante, poca cantidad de muebles, textiles suaves y algunos detalles, como la lámpara de metal y madera (Klik Iluminación) y el cuadrito sobre la cama con la inicial de Amanda, "para que no nos olvidemos de ella!", se ríe. Acá, A. también tiene su espacio con un sector para sus libros, "porque la casa la vivimos los tres".
"La deco de esta casa me fue buscando y no al revés, como suele pasar. Y cuando me encuentra, me conmueve y enamora".
Diseño propio
"Así la soñé y así quedó", dice Vale sobre su cocina, recientemente renovada bajo la dirección de obra de Fiore Cocci. Tiene una onda farm vintage con azulejos subway, una bacha amplia y profunda de estilo antiguo, canillas de bronce viejo que se roban las miradas y pocos objetos sobre la mesada de mármol, que fue buscando y pensando especialmente.
Lo que más llama la atención es ese aspecto impecable; eligió el color blanco para multiplicar la luz, porque aun viendo cocinas de otros colores que le encantaban, no los terminaba de visualizar en su casa. "El diseño estuvo a cargo mío, sin saber cómo iba a quedar. ¡Y me encantó, es una gran satisfacción personal!". En un rincón del espacio, generó un pequeño comedor diario con una mesa redonda de patas metálicas y un dúo de sillas Eames, que usan con Amanda cuando están solas para almorzar o merendar.
Modo relax
"Estar en casa es un alivio, porque la ciudad es un caos y una corrida constante", dice Vale. En este balcón encuentra la calma que necesita, con una vista bien abierta y macetas repletas de suculentas que no paran de crecer, porque aprendió a cuidarlas con mucha dedicación. Sentada ahí, con tecito en mano, se relaja. "Los ventanales generan mucha libertad. Estás adentro, pero con un piecito afuera siempre". Eso la enamoró de este dúplex rodeado de verde, que le da la sensación de casita.
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