Recorrido: playa, arte y naturaleza en Río de Janeiro
Los datos más novedosos para recorrer la “cidade maravilhosa” a la que siempre queremos volver.
Es inevitable: nombrás Río de Janeiro y se te dibuja una sonrisa en la cara. Porque la anfitriona de los próximos Juegos Olímpicos suele enamorar a quienes la visitan. El flechazo tiene motivos: la ciudad desborda de música, selva, surfistas, morros, arquitectura, playas increíbles y jugos de frutas raras. Y con buena data, aunque tengas solo tres días, podés entrar en la frecuencia carioca y disfrutarla como una local.
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Leme y Copa: la punta izquierda de Copacabana se llama Leme y es súper familiar. Si subís al Fuerte de Leme –40 minutos de caminata–, la vista es formidable, y si te da hambre, Manifesto BCA (Nossa Senhora de Copacabana 22) tiene buenos sándwiches y cervezas artesanales. La punta derecha de Copa es ideal para el stand up paddle: es fácil de aprender y da un punto de vista único de Río. Después, hay que ir a la Confeitaria Colombo, en el Fuerte de Copacabana, a tomar un capuchino con pastel de Belém.
Ipanema: pura onda y los mejores atardeceres –desde la piedra de Arpoador–. El lugar para aprender a jugar o ver altinha –que consiste en hacer pases en ronda con una pelota– es el posto 9. Y si te gusta el frescobol –jugar a la paleta–, todas las mañanas se juntan en la Praia do Diabo, al lado de Arpoador.
Prainha: queda después de Barra da Tijuca y Recreio y es la playa más surfer y salvaje de Río, rodeada de verde. En verano funciona el Surf Bus, que va por toda la costa; en invierno, lo mejor es alquilar un auto o tomar un bondi hasta Recreio y de ahí un taxi. Hay que ir de mañana para aprovechar el sol, y podés almorzar en los barcitos rústicos.
Praia Vermelha: está a los pies del Pan de Azúcar, es una playa diminuta de aguas calmas, perfecta para ir con niños. Hay sol por las mañanas.
Ciudad del futuro
Lo bueno de Río es que cuando te cansás de la playa o llueve, tenés de todo para hacer. La gran novedad es la nueva zona portuaria; ahí, el Museo del Mañana, obra de Calatrava, es imperdible (los martes, gratis). Y al lado está el MAR, el Museo de Arte de Río (gratis, los miércoles), con toda la historia de la ciudad y un buen bistró en la terraza. Find Your Ri o hace unos paseos bien diferentes por donde Río comenzó: Gamboa, Saúde y el Morro da Conceição, zonas desconocidas, asombrosas y llenas de grafitis, por R$64 por persona con caldinho de feijão incluido. Cerca de ahí, la antigua fábrica Bhering, en Santo Cristo, es una vidriera del arte local de vanguardia. Ahora se puede tomar el nuevo VLT, un tren que une el puerto con el centro, donde están el CCBB, siempre con buenas exposiciones, el Teatro Municipal todo reluciente, la galería AGentil Carioca y la catedral, proyectada por Oscar Niemeyer.
desde arriba
No hay ciudad más linda para ver desde la altura. La geografía de Río es insuperable. ¿El Cristo o el Pan de Azúcar? Cualquiera de los dos son espectaculares y si vas a uno, no hace falta ir al otro. Siempre es mejor ir de mañana y con paciencia para hacer colas. El Parque das Ruinas, en Santa Teresa, un caserón antiguo donde se hacían fiestas de la alta sociedad, tiene una vista buenísima de la Bahía de Guanabara y es gratis. Si te gusta el trekking, Morro dos Cabritos y Dois Irmãos ofrecen vistas sin igual. Para subir a los dos lugares, hay que pasar por la favela, te llevan guías locales y es tranquilo. Para vistas con adrenalina, el vuelo en ala delta desde Pedra Bonita es i-nol-vi-da-ble.
Arte y verde
En el Aterro do Flamengo, diseñado por el paisajista Burle Marx, están el Museo de Arte Moderno y las palmeras del amor, que tienen la flor vegetal más grande del mundo. El Largo do Machado está repleto de abricó de macaco, esos árboles con flores fucsias que parecen carnívoras –pero no lo son–. El Parque Lage, a los pies del Corcovado, es una mansión de 1920 que tiene un jardín inmenso. Desde ahí se puede subir caminando al Cristo; son 700 metros de altura y el trekking es demoledor pero increíble. El Jardín Botánico está muy cerca y vale separar varias horas para recorrerlo, el arte está en el orquideario. Y hay que ir al Instituto Moreira Salles, en Gávea, ahí todo es artístico: el edificio, las obras y las plantas, que son envidiables.
Dónde comer: mucho más que feijoada
Cada vez hay más lugares para comer y conocer la onda local. Canastra es un bar de Ipanema, de dueños franceses, pero que sirven todo brasileño: son imperdibles sus tapas y sus vinos. En Botafogo está Comuna, muy hipster y con buenas opciones veggie. SOBE es el nuevo gastropub de Jardim Botânico y Formidable, del premiado chef Pedro de Artagão, el más querido bistró de Leblon. Para comer sushi del mejor, sin que te maten con el precio, Buda Sushi, en Copa; y para un brunch en la playa –del chef argentino Christian García–, la terraza del hotel Arpoador, a orillas del mar. Ahora, los clásicos infalibles: Adega Pérola, un bodegón portugués, los sándwiches enormes del Cervantes, ambos en Copacabana, y la feijoada del Bar do David, en Chapel Mangueira, solo los fines de semana.
Datos útiles
Cómo llegar: desde Buenos Aires, hay vuelos directos con Aerolíneas desde $3475.
Dónde dormir: en el Misti Ipanema, un súper hostel, con terraza y bar. Hay cuartos privados por R$200.
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