Quién es la argentina que puede aguantar 5 minutos y medio sin respirar abajo del agua
Entrena para el Mundial de apnea 2018 y la admiramos por su capacidad para transformar los obstáculos en desafíos.
Aprendió a nadar a los cuatro años, y con tan solo 10 –y a fuerza de su propia terquedad– logró llegar a la punta de una pileta de 25 metros sin respirar. Hoy tiene 40 y cambió la terquedad y la improvisación por esfuerzo y trabajo, y así logró definirse como deportista más que como soñadora porque “las pasiones hay que entrenarlas”.
Ludmila nació en Río Colorado, pero vive y entrena en Bahía Blanca, bajo la mirada amorosa de su hermana Eloísa. La apnea es un deporte extremo, y bastante poco popular, en el que se mantiene la respiración bajo el agua el mayor tiempo posible. La disciplina se divide en tres: apnea estática (flotar bajo el agua), apnea dinámica con aletas y sin aletas.
En la primera logró un récord de 5 minutos y 29 segundos en una competencia internacional en México en 2016, y en su especialidad, la apnea dinámica sin aletas, un récord sudamericano en Perú 2016 y panamericano en el Mundial de Francia 2015. Sin embargo, cuenta que el mejor premio fue el abrazo con su hermana cuando logró el cuarto puesto en el mundial en Francia 2015. Pero los triunfos siempre tienen detrás algunos riesgos y decisiones, de esas que marcan: antes de irse a su primer mundial, vendió todas sus cosas y se fue a entrenar a Puerto Madryn para aprender y convivir con apneístas.
Vivió en un hostel
Vivió en un hostel tres meses, y a cambio lo cuidaba durante la noche: “El universo te da y te saca, y vos tenés el poder de decidir si te aferrás a eso que te saca o lo reacomodás a tu favor”. Sus padres tenían otros planes para ella, mucho más convencionales; pensaban que sería científica o médica, como su papá. Pero ella, tan terca como a los 12, no les hizo caso y siguió el pulso de su pasión.No siempre se sintió preparada; hoy recuerda cuando llegó con lo básico al Mundial 2015: tan solo con su malla, su gorra de natación y su hermana que la entrenaba.
No contaba con ningún tipo de apoyo, mientras que los demás competidores contaban con auspiciantes y kinesiólogos deportivos. “A veces hay que ser salvaje”, le había dicho su padre, también nadador además de médico. Y ahí entendió que eso era todo lo que necesitaba para brillar. Se descubrió como apneísta profesional recién en 2013. Ese no había sido un buen año: se había quedado sin trabajo –Ludmila además es periodista y escritora– y la agencia donde trabajaba había cerrado. Ahí buscó nuevamente el agua para conectarse y, a la vez, desconectarse: “Lloré toda la noche y a la mañana siguiente fui a entrenar. Todo mal se disipa nadando. Me tiro al agua, juego un rato y salgo renovada”. Hoy entrena para tolerar la falta de oxígeno y controlar su cuerpo y sus emociones mientras se sumerge. Su desafío bajo el agua es aprender a reconocer sus límites y tomar decisiones. No pensar en lo que va a lograr, sino aceptar el presente con todas sus etapas.
En principio, la apnea conlleva un momento de relax, pero luego sobrevienen la lucha y el conflicto interno. Por eso siempre está acompañada por su entrenadora, “nunca hay que estar sola”, aclara todo el tiempo.
La vida es una gran apnea
Su vida no fue lineal ni estuvo llena de éxitos. “La mayoría de las personas vive una vida estructurada: estudian, trabajan, se casan, tiene hijos; yo no”. Igual confiesa que le gustaría enamorarse, pero, sobre todo, quiere vivir la vida a su manera. Por eso, hoy prefiere ser prudente y no estar al filo. Salir con una sonrisa, emerger a tiempo. Entendió que permanecer en una situación más de lo aconsejable puede lastimarla: “¿Hasta qué punto hay que tolerar el dolor? Si hay dolor, quizás algo estemos haciendo mal. Hay que saber diferenciar el dolor constructivo del destructivo”. Ludmila sabe mejor que nadie eso de que el mejor apneísta no es el que tiene los pulmones más grandes, más fuerza o más técnica. “Tener músculos y entrenar ayuda, pero en este deporte gana quien logra adaptar su cuerpo y su mente a la situación. Es correr el límite, no pasarlo”.
Cada vez que emerge, se aferra más a la vida y logra percibir mejor el mundo. Por eso, para ella la apnea es algo más que un deporte, es una práctica espiritual, “es una gran respiración, un ciclo entre la primera inhalación y ese último aire que exhalás antes de morir, y en el medio, muchas respiraciones cortas para transitarla. Pasa de todo: la calma, el conflicto, y debés sobrevivir. Y no solo eso, sino vivir. La vida es una gran apnea”.
¿Dónde verla?
Está grabando una serie documental sobre historias de deportistas extremos. Se estrenará en marzo en el canal DeporTV de Latinoamérica. Y actualmente está dando charlas motivacionales, cursos y/o clínicas.
¿Qué te inspiró esta historia de vida? ¿Seguirías tus deseos contra la vida estructurada que venís llevando? También mirá:5 cruceros alrededor del mundo que no vas a poder creer que existen y Fuerza femenina: ¿a qué mujer vas a ayudar este año?
Agradecemos a Depilart Bahía Blanca su colaboración en esta nota.
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