Otra de las películas favoritas para la temporada de premios, te contamos qué tenés que saber sobre la última producción de Lin-Manuel Miranda.
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Hay algo de lo que nadie tiene dudas: Jonathan Larson -creador de “Rent”- es una de las personas que logró revolucionar la escena teatral norteamericana de la década del 90. Pero, debido a su repentina muerte, no solo no llegó a disfrutar de su éxito, sino que también quedaron en el camino varias ideas inconclusas y algunos híbridos como “30/90″.
Este unipersonal semi autobiográfico es lo que Lin-Manuel Miranda terminó convirtiendo en “Tick, Tick... Boom!”, el musical protagonizado por Andrew Garfield que ya se convirtió en un nuevo éxito de Netflix y que se perfila como una de las producciones favoritas para los premios.
Pero ¿cuáles son las claves de su boom? Acá te lo contamos:
La voz de una generación
“Escribía durante ocho horas casi todos los días. Se negó a escribir jingles para empresas cuya política o ética no aprobaba, ni aceptar dinero por hacer cualquier tipo de trabajo para esas compañías. En cambio, optó por servir mesas”, recuerda Victoria Leacock, amiga de Jonathan Larson. Esta ‘filosofía de vida’ se ve bien reflejada en “Tick, Tick... Boom!”, el nuevo drama musical de Netflix, centrado en la inconclusa obra de este celebrado compositor.
Larson no era diferente a los personajes que habitan sus creaciones: el virtuoso bohemio incapaz de pagar un alquiler en el barrio menos glamoroso de Manhattan, como él mismo lo apoda, “esa tierra de nadie entre el Soho y Greenwich Village”. Soñaba con triunfar en Broadway y convertirse en algo meramente parecido a su ídolo y mentor Stephen Sondheim, pero nunca llegó a disfrutar del éxito y los elogios que lo separaban de sus colegas como el artista disruptivo que hizo foco en los temas sociales de su época, tales como el multiculturalismo, las adicciones, la homofobia y el VIH/Sida.
Durante una década -mientras atendía las mesas del Moondance Diner-, Jon le dio forma a “Rent”, catalogada como ‘la ópera rock de los noventa’, la que le valió el premio Pulitzer y tres premios Tony… de manera póstuma. Larson murió de un aneurisma aórtico en la mañana previa a la presentación Off-Broadway, en enero de 1996, con tan solo 35 años. ¿Su legado? El undécimo espectáculo de mayor duración en la historia de Broadway (Rent, por supuesto), un musical de ciencia ficción que nunca llegó a producir (“Superbia”) y un unipersonal basado en ese mismo fracaso, titulado “Boho Days”.
Después de su muerte, ese soliloquio roquero cobró nueva vida, se reconfiguró para tres intérpretes y triunfó con el nombre de “Tick, Tick... Boom!”, la misma obra que cambió para siempre la vida de otro joven aspirante teatral: Lin-Manuel Miranda.
“Realmente aclaró si quería hacer esto para ganarme la vida o no. Fue como, ‘Así es como se verán tus 20, amigo’”- Lin-Manuel Miranda
Dos vidas en paralelo
Hoy, Miranda es todo un sinónimo de éxito y transgresión cultural en sí mismo, gracias al suceso de “In the Heights” y “Hamilton”. Pero en 2001, el joven compositor sintió el ‘llamado’ tras asistir a una puesta de “Tick, Tick... Boom!” en un pequeño hotel de la ciudad de Nueva York. Incluso interpretó a Larson en una reposición de la obra en el año 2014, una actuación que el New York Times no pudo evitar destacar: “Palpita con un sentido de identificación profunda”.
No había dudas de a quién llamar a la hora de trasladar “Tick, Tick... Boom!” a la pantalla. Netflix eligió no solo a un fan del material original, sino a un artista que transmite la misma energía que Jonathan. “Fue el email que más rápido contesté: ‘Soy la única persona que puede dirigir esta película. Si solo me dejan hacer una, esta es la indicada’”, aseguró Lin-Manuel que, de esta manera, hace sus debut detrás de las cámaras.
Con sus propios Pulitzer y Tonys bajo el brazo, Miranda logra encapsular todos los miedos, los anhelos y el histrionismo de Larson en esta mezcla de realidad y ficción. Un retrato erigido a base de cariño, donde no faltan los guiños a las puestas más destacadas de Broadway y el cameo de muchas de sus estrellas. En el centro de esta euforia roquera y vertiginosa hay una puesta en escena increíble y la aún más fascinante actuación de Andrew Garfield.
El arte como sanación
Más conocido por su papel como Peter Parker/Spider-Man y las nominadas al Oscar “Red Social” (The Social Network, 2010) y “Hasta el Último Hombre” (Hacksaw Ridge, 2016), muy pocos sabía que Garfield era capaz de cantar… y de hacerlo ¡tan bien! Su actuación ultra neurótica pero empática ya suena como favorita para esta temporada de premios y, al menos, para acaparar una nueva candidatura por parte de la Academia.
Antes de empezar a filmar, el actor se sumergió de lleno en la vida de Larson, consumiendo películas caseras y grabaciones de archivo, además de estudiar detenidamente cada tarjeta y papelito que el compositor dejó a sus amigos. Para Andrew fue como pasar el rato con un “hermano perdido hace mucho tiempo”, pero también fue un evento catártico para aminorar su propio proceso de luto.
La mamá de Garfield, Lynn, falleció de cáncer de páncreas poco antes del comienzo de la producción. Darle vida a Larson, de por sí, ya era una tarea emotiva para él, pero asegura que ese dolor terminó por ayudarlo en su interpretación.
Andrew Garfield shares how art helps him get through grief. pic.twitter.com/ITg7roFB6U
— The Late Show (@colbertlateshow) November 23, 2021
“Es simplemente algo hermoso, es todo el amor no expresado, el duelo que se quedará hasta que nos vayamos porque no tuvimos suficiente tiempo entre nosotros. No importa si alguien llega a los 60 o a los 99, espero que este dolor se quede conmigo porque es todo el amor que no tuve la oportunidad de expresarle; y yo se lo decía todo los días, todos le decíamos eso todos los días. Ella era la mejor de todos nosotros”- Andrew Garfield
“Esta película tiene que ver con eso, con este reloj que todos tenemos, que todos sabemos, en lo más profundo, que la vida es sagrada, que la vida es corta y que es mejor estar acá lo más posible, apoyándonos entre nosotros. Pude cantar la canción sin terminar de Jonathan Larson, al mismo tiempo que pude cantar para mi mamá y su canción sin terminar”, continuó el actor, quien se sintió casi poseído por el espíritu (y la energía) de Jon durante todo el proceso, tanto así que no pudo despegarse de él fácilmente. “Tuve que decirle gentilmente, ‘John, la guerra terminó, hiciste todo lo que pudiste y ahora lo dejamos ir. Quédate conmigo, sentate a mi lado pero, tal vez, no habites todo mi ser’”, Andrew Garfield.
Domingo en la cafetería con Jon
A Garfield lo acompaña un gran elenco, incluyendo a Alexandra Shipp (su novia Susan), Robin de Jesús (su mejor amigo Michael) y Vanessa Hudgens, quien interpreta a Karessa Johnson, un miembro fundamental de la obra de Larson. Pero hay un número en particular plagado de estrellas, un homenaje directo a Stephen Sondheim y su “Sunday in the Park with George”.
En “Tick, Tick... Boom!”, con la venia del autor, el tema “Sunday” -originalmente un manifiesto sobre el arte, acá transformado en lamento de los camareros a la hora más concurrida del Moondance- se convierte en un deleite para los amantes del musical. La secuencia más grande de la película que, además, suma el cameo de varias luminarias del pasado y el presente de Broadway (no, no vamos a revelar quienes son porque es más lindo descubrirlas).
“Esa fue la idea de Lin desde el comienzo. Estaba poblando [la escena] con todas las personas que vivirían dentro de la imaginación de Jon y personas que ni siquiera conocería pero que, de alguna manera, serían sus descendientes”, contó el guionista Steven Levenson, sobre este número coral alejadísimo de la simplista versión de Larson, interpretada solo en el piano.
El icónico Moondance Diner (que cerró sus puertas en 2007) fue recreado en los estudios Steiner, tomando como guía videos caseros e imágenes capturadas por Jonathan. Debido a las restricciones del COVID-19, la escena casi no se lleva a cabo, pero el equipo decidió tomar medidas de precaución extras (cuarentena incluida), y mediante algunos trucos de cámara cortesía de la directora de fotografía Alice Brooks, la magia de este momento se hizo posible.
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