Con el potencial de convertirse en un viaje inolvidable, te contamos por qué no deberías dejar de visitar este destino.
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Me acuerdo de los días que pasé en el desierto de Merzouga como si esa experiencia no hubiese sido real. Un poco por esa sensación de agobio del verano que, en medio del Sahara, me hacía sentir como si estuviera flotando en otra realidad, y otro poco por la ilusión que me generaba emprender una aventura así, tan mística como exótica.
En total pasamos 3 días y 2 noches, y esto es lo que aprendimos de la experiencia:
Nuestro viaje
Salimos a las 7.30 de la mañana desde Yamaa el Fna (la plaza principal de Marrakech), punto de encuentro con Said, nuestro guía local, quien nos llevó en su camioneta 4x4. Me advirtieron de que era un viaje largo y por eso me preparé para disfrutar del camino: teníamos 800 km entre montañas por delante y la compañía de un guía a todo ritmo que era un apasionado de su trabajo. La primera parada fue en un mirador con vista a la Cordillera del Atlas, una cadena de montañas imponente que rodea el noroeste de África. Del otro lado de la ruta también hicimos un stop para conocer a las productoras del aceite de argán orgánico y admirar su trabajo artesanal, viendo cómo separaban a mano y uno a uno los frutos del árbol de Argán.
Ya de noche, llegamos a nuestro hotel en Las Gargantas de Dades. Al otro día -después de un desayuno- seguimos viaje al desierto con una última parada en la ruta: Ouarzazate, la capital del cine en Marruecos. Ahí pudimos conocer el famoso ksar de Aït Ben Haddou, una ciudad fortificada de tierra y barro que históricamente era la puerta de entrada y salida de las caravanas nómades que llevaban oro y plata, después declarada patrimonio de la humanidad por la Unesco en 1987 y hoy, la locación elegida para mega producciones y filmaciones de pelis famosas, como El Gladiador.
De nuevo en la ruta, de un momento a otro me di cuenta de que el único cartel que se veía al costado de la ruta era el de precaución por el cruce de camellos. Empecé a verlos y algunas dunas desde la ventana del auto pero tuve que contener la emoción: llegando a la frontera del desierto, Said nos anunció que teníamos que demorar la entrada a Merzouga porque había una tormenta de arena y no solo era imposible atravesarla sino que era peligroso. Cuando pensaba que íbamos a estar encerrados en la camioneta esperando que pasara la tormenta, Said dio marcha atrás y nos dijo: “no se preocupen, todo va a estar bien. Mientras tanto, vamos a tomar un té” Y de repente estábamos entrando a un pueblo desconocido y tocando la puerta de una casa, su casa familiar.
De nuevo en la frontera del desierto, empecé a ver las primeras estrellas y también unas luces detrás del médano más cercano: llegamos de noche al campamento y nos esperaba una carpa que por dentro era como un mini hotel boutique solo para nosotros dos. Al otro día el mejor plan fue despertarnos a las 5:30 para ver el amanecer desde las dunas y, aunque estaba algo nublado, la experiencia atravesó mis sentidos: no era un amanecer como el de la playa o de la montaña, el silencio del desierto era diferente.
A las 7:30 ya era hora del desayuno y después disfrutamos de un tiempo de relax en el campamento. Como cierre del viaje, nos animamos a una travesía en 4x4 por las dunas más altas del desierto: sumarle algo de adrenalina hizo aún más completa la aventura.
¿Qué tenés que saber para organizar tu visita al desierto de Merzouga?
- En Real Morocco Tours ofrecen diferentes opciones de experiencias en el Desierto de Merzouga: desde una noche hasta 5 días, incluyendo actividades culturales dentro de cada propuesta
- Nosotros elegimos la experiencia de 3 días y 2 noches que incluye diferentes pueblos y actividades en el camino al desierto y una noche en el Luxury Camp de Orient Desert Camp.
- Said siempre se ocupó de cuidarnos y mimarnos con diferentes detalles: un jugo de naranja exprimido y bien fresquito después de terminar acalorados una caminata por Todra Gorge, unos helados de chocolate durante un stop en la ruta, unos sombreros para protegernos del sol mientras explorábamos la Kasbah de Ait Ben Haddou y, lo más importante, su buen humor y la alegría constante que tenía cada día ya sean las 7 de la mañana o las 10 de la noche. Said le hacía honor al significado de su nombre constantemente: felicidad.
¿Cuándo es la mejor época para ir?
- El tiempo ideal es entre octubre y marzo porque la experiencia se disfruta mucho más con frío y evitando las temperaturas de calor extremas de los meses cálidos.
¿Qué es lo que no puede faltar en tu mochila?
Además de lo obvio (como ropa interior, la cámara de fotos y un pijama cómodo), no te olvides de:
- Un par de sandalias cómodas (evitar las de goma para que no se calienten)
- Un pañuelo grande para usar como turbante y protegerte del viento o la arena
- Ropa preferentemente de colores claros
- Protector solar
- Anteojos de sol
- Dirhams en efectivo para compras del camino y propinas
- Si viajás en invierno: abrigo y botas o zapatillas
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