¿Qué te llevás de 2016?
Me gusta preguntarme qué me dejó el año y, para no darle espacio al divague mental, me digo: “En una sola palabra, ¿qué responderías?”. Confianza.
Este año fue el más fuerte de mi historia: me separé, me mudé, me ascendieron y, al mismo tiempo, se pusieron en jaque mis creencias, mis manuales, mi propio casete. Fue un tipo de despertar en el que el “pipipipi, pipipipi” no dejaba de sonar, y así, aturdida, hacía lo que podía, con los ojos bien abiertos. No pensé que ese movimiento brusco era una bendición, sino más bien: “¿Qué hice yo para que me pase esto?”. Como si mis resultados dependieran solo de mi accionar. En una era en la que todos te dicen: “Vos podés”, “creá tu realidad”, “sembrá pensamientos positivos”, “el universo conspira a tu favor”, la frustración, la falla, lo que no me gustaba, el fracaso, no entraba en la ecuación. “¡¿Cómo?!, si hice todo bien”, me desesperaba. Hacía un esfuerzo para celebrar lo bueno, como ser directora de OHLALÁ!, un sueño que cociné a fuego lento, pero que a su vez traía decenas de frentes abiertos (que, obvio, no había previsto).
Empecé por tenerme paciencia, como cuando te cambian el software de la notebook y tardás un tiempo en resetear y entender los nuevos mecanismos. Y así, de a poco, las piezas se empezaron a acomodar. El proceso me volvía más blanda, empática, profunda, y lo más poderoso es que me bajaba del poni, me quedaba a pata. Cuando sentís que hacés algo de taquito, nada mejor que un nuevo desafío: “Ah, creías que la tenías atada... Genial, empezá a correr, porque se te escapa”. Entonces, solo pude aferrarme a la confianza: en mí, en mi red y en Dios. Entender que no todo tenía que salir como yo quería, que –quizás– había otros planes para mí. Bancarme el devenir de las cosas, volverme verdadera aprendiz. En definitiva, cada uno está ajustando lo que le falta, y confieso que la materia “soltar el control” me la llevé a diciembre.
Y aquí estamos, ya a fin de año, todas más sensibles y, sí, agotadas. Entonces, vos, ¿qué te llevás de este año? La respuesta, convertila en tu password de 2017, porque para #despegarfuerte hay que tener buenas bases, y también registrar esos instantes #SerendipityOhlala que nos dan la pista de que la vida tiene sentido. Está todo configurado para que vos brilles, pero hay que darle espacio a la magia, a lo incontrolable, a lo ilimitado, a lo sorprendente.
Y sí, saltar al vacío. A veces, nuestras mentes se quedan con poco, porque no podemos confiar en que estamos atravesadas por oportunidades y riquezas tan insondables como posibles. Está bueno entonces hacernos más silenciosas y receptivas a lo que acontece, volvernos un poco más espectadoras sin dejar de ser protagonistas. “El miedo ya fue”, me dice seguido nuestra querida astróloga Ana Bilsky, y me da risa de nervios, todavía no me lo creo, pero –no queda otra– sigo avanzando igual, aunque todavía tenga un poco de miedo. Mientras, rumbeo igual que vos hacia un nuevo año, que ninguna sabe lo que nos va deparar. Gracias por este gran año compartido y te deseo que te den las manos para recibir todo lo que te merecés, esto y mucho más.