¿Qué es ser sexy hoy? Lo natural y genuino se imponen como claves para explorar la intimidad
Sin tantos códigos ni reglas, lo sexy puede ser lo que quieras. Esta es nuestra lista (caprichosa).
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Ser sexy es atraer. Es llamar la atención. Pero especialmente en el último tiempo, es también que te caliente tu propia vida, que te sientas llena, plena y que te guste tanto tu propia compañía que juegues a compartirla con otros. A descubrir tu propia definición de sensualidad, aunque sea íntima y personal. Lo sexy, históricamente, suele pensarse como una promesa de placer, vida, abundancia y un montón de otras cosas que remiten a un sofisticado juego que involucra cultura, clases sociales, economía y afecto. La inteligencia de saber crear atracción a través de herramientas culturales está en juego en nuestros esfuerzos por formar, mantener y terminar relaciones.
Pero lo cierto es que hoy no hay tantos códigos ni reglas: porque sexy puede ser lo que vos quieras. ¿El carisma es sexy? ¿Y qué tal esas habilidades como la inteligencia o el humor? Claro que lo son. Porque hoy nos percibimos más como un todo, y es por eso que la personalidad y hasta la compasión son herramientas que inconscientemente usamos para jugar el juego más implícito del mundo. La idea de lo sexy cambia, se encripta, se libera, muta, va y viene, pero nosotras siempre lo detectamos y, la mayoría de las veces, nos lanzamos a reproducirlo. Pero lo más interesante no es lanzarte a copiar la foto fuego de la influencer de las redes, sino sumergirte en las miles de facetas donde hoy vibra lo sexy e inventar tus propias formas de expresarlas. Preguntate: ¿qué me atrae de mí misma hoy? Seguramente sea un juego divertido de jugar. Por eso, y bajo la premisa de que todo puede ser sensual –desde una foto en primer plano de tu culo hasta tu sonrisa de recién despierta–, armamos una lista (caprichosa) de las cosas que hoy nos parecen sexies. Esto no significa que las celebremos o las ridiculicemos. Están ahi. Miralas vos también.
Sexy es expansión
Más que cambiar, nuestro nuevo concepto de lo sexy se expandió. Nos puede seguir pareciendo sexy algo que era sexy en décadas pasadas, pero además, nos pueden parecer sexies cosas que antes no rankeaban oficialmente. Nuestros paladares se fueron abriendo, fueron incorporando texturas y sabores, estiramos nuestra idea de lo delicioso, de lo interesante y de lo extraordinario. Y descubrimos que en la expansión está lo divertido.
Sexy es effortless
No importa si es real o no, la actitud de “no estar haciendo ningún esfuerzo por ser sexy” es más sexy que nunca. Mientras muchos se matan por ganar likes, lo que más da likes es lo que demuestra que los likes son lo que menos nos interesa. ¿Enroscado? Sí, un poco, pero es el signo de esta era. Posar la no pose, jugar con las luces feas, autodeschavarte defectos y mostrarte a cara lavada y joggineta. Sexy es despertar el interés jugando cartas inesperadas.
Sexy es ambiguo
El terreno del género y las prácticas sexuales ofrece una paleta tan amplia de colores que ¿por qué no probar pintarnos con alguno? El mundo está celebrando a las personas que se animan, aunque más no sea por experiencia estética, a coquetear con el genderless, con lo trans, lo queer, lo gay, lo alternativo. ¿Y que hay más sexy que seducir desde el desprejuicio y la apertura mental? Si es real o es pose, es bastante incomprobable. Eso también es ser ambiguo.
Sexy es sentir “no tengo nada que ocultar”
No tener nada que ocultar incluye pelos, granos, estrías y celulitis. La humanidad nos encanta. Reconocer rasgos reales en otro nos divierte. Sí, creele a ese chongo que te asegura que sos más sexy sin maquillaje, que sos más hot cuando recién te levantás. No tener nada que ocultar es una prueba de intimidad. Y tal vez sea la intimidad, o la performance de intimidad, lo realmente sexy.
Sexy es cuidarte y demostrarlo
Los secretos de belleza antes se ocultaban, ahora se exhiben. Se exhibe la rutina de skincare, la rutina de gym, la ensalada que te comiste al mediodía, los hidratantes que usás y hasta las reflexiones sobre salud mental que hacés con tu terapeuta. Cuidarse hoy parece ser más sexy que “reventarse”, algo que en otra época era de lo más sexy.
Sexy es la inteligencia
Recortar nuestro universo a ciertos temas, convertirnos en autoridades en algo, ostentar información y capacidad reflexiva nos convierte en personas atractivas. En un mundo repleto de ruido, demostrar que tenés algo de valor para decir inevitablemente llama la atención. Atraer la mirada, atraer el oído, atraer la energía del otro, hoy no es tarea fácil (de hecho, hoy se atraviesa la mayor crisis de atención de la historia). En esa pulseada, la cabeza cotiza.
Sexy es el acceso
Estar donde nadie puede, con quien todos quieren estar. Algunas cosas nunca cambian. Mostrar tu astucia desplazándote a lugares y roles inaccesibles es una cualidad que a los humanos nos resulta atractiva desde siempre. El don del carisma, el entre y la actitud crean intrigas y especulaciones.
Sexy es mostrar mucho y en primer plano
Esta no es la era de sugerir. Sexy son tus nalgas, reales y en primer plano. No tenemos tanto tiempo de leer entre líneas ni de buscar atractivos en la sutileza de una clavícula. Queremos carne, la queremos ya, la queremos bien al frente, la quremos en movimiento y también con estrías. Lo sexy que hace ruido, siempre que lo hagas por lo que te hace sentir a vos y no por lo que puedan sentir los demás, vale doble.
Sexy es el talento
Por eso, cuando la gente tiene o cree tenerlo, no para de exhibirlo. El que sea: escribir instapoesía, maquillarte, cocinar saludable, cantar con ukelele o autorretratarte desnuda y con alta actitud. El talento es algo que se pela, que se exhibe obscenamente. El talento es una llave que todos queremos tener (todos somos talentosos en algo). Vamos probando las que nos tocaron, a ver si abren algún cofrecito de plenitud.
Sexy es participar de algo que pocos entienden
Criptomonedas, arte NFT, Clubhouse, mindfulness. Cuanto menos entienda el resto en que andás, más puntos ganará tu exotismo. Participar de algo cerrado, de una experiencia del futuro o que al menos lo parezca, es la nueva foto frente al espejo. Estar inmersa en un diálogo de lo que viene, cuando el mundo está en ascuas, puede resultar, incluso, envidiable.
Sexy son las causas
Exhibirlas. Porque sexy es tener una cosmovisión. Mostrar que algo te calienta, que algo te preocupa, que hay sangre en tus venas puede ser sexy, incluso para los que no estén de acuerdo con lo que te mueve. Mostrar que no sos indiferente en un mundo más bien tirando a apático te impregna de vida.
Sexy es poco serio
Autorridiculizarte is the new black. Si vas a ser una femme fatale, posalo con ironía, y si te vas a entregar a una pasión ridícula, entonces no lo escondas. Saber reírte de tus manías, de tus malos ángulos, de tus berrinches, es parte de estar cómoda con vos misma. En la vida, en las redes, el mundo se hace menos pesado si nos tomamos a nosotras mismas menos en serio, ¿y a quién no le atrae un mundo menos pesado?
Sexy es ser tierna
Mostrar amor por las cosas, embobarte con un gatito, suspirar por una flor, cautivarte con un insecto. Compartir la capacidad de maravillarte por el mundo y expresar amor puede conectar como ninguna tecnología. Transmitir el deseo de cuidar y admirar a seres u objetos es una cualidad reparadora en un mundo bastante destructivo.
Ser sexy es no esforzarse por encajar
Por Cande Yatche. Fundadora de @bellamentearg, psicóloga y activista de la diversidad corporal.
En los últimos años, la sexualidad femenina ha ganado mucho terreno. Hoy en día las mujeres estamos explorando mucho más y nos lo estamos permitiendo, lo cual es un gran avance que modifica el juego de lo sexy. En el pasado, querer ser sexy pero pasarte un poco te enviaba directo a la categoría de “puta”, una palabra muy interesante de pensar. Una pollerita muy corta, un escote profundo o las uñas rojas estaban asociados a esa clasificación. Eso cambió. Hoy jugamos con más libertad. En el mundo de las redes esto se ve clarísimo. Trabajamos con nuestra imagen, experimentamos y cuando nos sentimos sexies, compartimos. Pero no solo compartimos una imagen, transmitimos una personalidad, una forma de ser, nuestro humor, nuestra forma de generar una situación, nuestra forma de pensar. A mí, personalmente, lo que me hace sentir sexy es sentirme alineada entre lo que pienso, lo que hago y lo que digo. Cuando no estoy intentando esforzarme en encajar en un tipo de belleza o de conducta y me dejo ser a mi estilo, con mi forma, cuando me siento naturalmente yo, ahí siento que soy verdaderamente sexy.
Agradecemos a Paula Menga y Vi Carel por su colaboración en esta nota.
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