Puertas adentro. Un refugio familiar en Lanús para pasar la cuarentena
#yomequedoencasa, como todas las que hacemos OHLALÁ! Por eso, esta vez, Kari Sdrubolini y su marido, Nico Pérez, hicieron la producción de esta sección deco: ella es ambientadora y organizadora de eventos y él, un fotógrafo que ama la naturaleza. Si bien están acostumbrados a trabajar en dupla, la produ de su casa les llevó ¡más de tres días! Y es que el ritmo en tiempos de cuarentena es otro –más lento, más caótico y lleno de imprevistos–, en el que también se cuelan las responsabilidades: mucho home office, tareas del hogar y cuidado de sus dos hijas, Lola (13) y Juana (1). Pero el resultado les gustó, porque cada rincón los representa por completo. Su casa tiene mucho de los dos y es el universo íntimo que juntos construyeron y que hoy se resignifica como el refugio perfecto.
Sector social
Era una casa chorizo, que pasó por tres reformas hasta convertirse en lo que es hoy: un refugio de tres plantas con espacios integrados y un estilo "poco definido", según sus dueños, que habla mucho de los dos. Convencidos del potencial que tenía el espacio, se aventuraron en un proyecto que diseñaron en sus cabezas y plasmaron sin arquitectos. Nico se encargó de lo estructural y Kari, de lo estético. "Lo hicimos a nuestro gusto y como se podía", bajo el concepto de que nada queda en su lugar para siempre.
La mesa ratona era del abuelo de Kari: "Estaba en la carpintería de papá, cubierta de maderitas, polvo y virutas. Me la llevé y le corté las patas". Hace poco, la patinó con un toque rústico.
La ex galería se convirtió en el sector social, donde se mantuvo el piso original de pinotea. Armaron el comedor con mesa y sillas del Mercado de Pulgas, una lámpara de macramé hecha por las manos de Vero Alessandrini y una composición de cuadros con fotos de Nico, de la serie "Naturaleza fugaz": "Son de la selva misionera y del jardín de casa. Armo la escena y espero a que las aves se metan en el set", una técnica muy especial, que da resultados únicos y poco predecibles.
En el living, también se percibe el amor por el mundo natural: plantas a cada lado y una pecera de 500 litros, que debajo esconde el bar. "Este sector me da mucha tranquilidad. En las noches de cuarentena, me siento en el sillón a mirar los peces, con un wisky en mano. ¡Me encanta la vida subacuática!", dice él, que también bucea. Por eso, los recuerdos de las profundidades del mar.
El rincón de Kari
El bonsái es obra de Nico. En él: Buda y elefante, comprados en Italia. Otro de los planes de la cuarentena fue armar terrarios en frascos: "Los hicimos juntos, para decorar distintos sectores de la casa".
Si bien usan toda la casa, este sector es exclusivo de Kari y "hasta la beba sabe que no se tiene que acercar". En esta biblioteca de madera guarda todos sus tesoros deco: muchos objetos traídos de viaje y otros heredados. Su profesión la llevó a coleccionarlos y su amor por ellos, a cuidarlos mucho más: casi a modo terapéutico, saca pieza por pieza para limpiarlas y mantener las repisas siempre impecables. Entre sus preferidos: un chanchito de mimbre (Tienda Chida), un candado con forma de tortuga que viajó desde Italia, platos de cerámica (Casa Ceviche), cubiertos dorados (Falabella) y una taza con su inicial en dorado (Anthropologie). En general, los usa para armar producciones y para sorprender cuando recibe en casa, "¡aunque a mis amigas les da pena desarmar las mesas que armo para ellas!", se ríe. En estos días sin visitas, le gusta levantarse temprano, generar escenas y esperarlo a Nico para sacar fotos juntos. A veces, esos rincones quedan por un tiempo, para que la deco sea más dinámica: "¡Está bueno cambiar para no aburrirse!".
La cocina de Lola
"Me imaginé ser chica y tener una cocina así", dice Kari, con relación a su hija Lola, de 13 años, que ama cocinar. Primero, la remodelaron: colocaron azulejos subway blancos, muebles hechos por su papá, estantes de madera y ventanas de hierro, ¡que Kari encontró en la calle, de una obra de demolición! Después, la decoraron juntas con vajilla de cerámica, frascos transparentes con tapa dorada y electrodomésticos rosas, como la heladera, la pava y la batidora (Peabody), que usa muchísimo. "En estos días que estamos todos en casa, ella cocina casi todas las noches y lo hace muy bien. Nosotros somos sus asistentes", cuenta Nico. Lola, desde los dos años, acompaña a su mamá a los programas de tele, donde hace las ambientaciones. Esta cocina es casi un estudio de grabación.
Colecho con Juana
El dormitorio principal llegó con la tercera reforma y hoy es un espacio que se vive de a tres, con Juanita, que acaba de cumplir un año. "Creemos que el colecho le hace muy bien a la beba y nos conecta con ella, de un modo muy especial", coinciden. Por eso, eligieron esta cuna de madera oval (Muebles más Chicos) que la va a acompañar durante muchos años. En cuanto a deco, Kari eligió un estilo bien fresco con paredes en gris claro, cortinas aguamarina, lámpara de macramé (Vero Alessandrini), acolchado de plumas, almohadones peludos (todo, Falabella) y una mesa de luz heredada de su abuela, que restauró y pintó. "En un tiempo, la oficina de Nico se va a transformar en el cuarto de Juana. Mientras tanto, duerme con nosotros y ¡lo estamos disfrutando mucho!". Durante el día, Kari encuentra acá su lugar para los ratos libres: "Me encanta la luz de mi cuarto y me genera mucha sensación de paz. Cuando estoy tranquila, me hago un mate y me tiro en la cama a leer un libro".
Pequeño mundo
"Hasta hace poco, yo le decoraba el cuarto a Lola. Pero ahora, ella toma cada decisión", cuenta su mamá. Como en la cocina, también predomina el rosa: acá, en paredes, detalles deco, manta sobre la cama (Falabella) y respaldo capitoné, restaurado por Kari. Lo decoró con una repisa con muñequitos coleccionables, cabezas de animales de peluche (Tienda Alegría) y una silla que encontró en la calle: "¡Tiene ojo, como yo!". Además de cocinar, a Lola también le encanta pintar con acuarelas: "Se pasa horas pintando en su habitación y conectada con sus amigas. En cuarentena charlan de todo y hacen los deberes juntas". En esta página, también el baño principal, que mantiene el gris de las paredes y objetos deco que son protagonistas, como la araña de caireles y el espejo antiguo, que le compraron a un amigo: "Quedó perfecto en este rincón".
La miniselva de Nico
A la casa se accede por este jardín, de 10 x 3 m, donde el verde natural enmarca el camino hacia el interior. Lo armó Nico con plantas que no paran de crecer y un estanque con peces nativos y carpas koi, que regala paz en medio de la vorágine diaria. "Si fuera por él, viviríamos en la selva", dice Kari. Y es que Nico es muy fanático de la naturaleza: "Todos los años viajo a la selva de Misiones, donde el corazón me late fuerte". Mientras tanto, despunta su vicio en este rincón que se convirtió en el escenario ideal para una pausa diaria y para capturar aves con su cámara, su verdadera pasión. "Este espacio, y más en estos días raros, nos da mucha tranquilidad –coinciden–. Nos encanta sentarnos junto al estanque con el sol de las mañanas". Ella con mate en mano. Y él, con su cámara siempre atenta.
Al natural
"Amo la luz de este rincón, es mi favorito", cuenta la dueña de casa. El espacio se abre generoso hacia el jardín y permite que la postal del estanque también se pueda disfrutar desde adentro. "Esa vista –dice Kari– me da mucha tranquilidad. Todas las mañanas me siento sobre el banco redondo a meditar". El lugar, además, le resulta un gran escenario para hacer fotos y videos diarios, "porque acá, todo se luce mucho más". Las plantas las cuida Nico: "¡Yo me olvido, aunque las amo!". Ella, además, lo ambienta: esta vez, con bancos y macetas de madera (Mil Gracias), una manta suave al tacto –ideal para esta época–, un almohadón de macramé (Vero Alessandrini) y una silla que encontró en la calle y pintó de verde, en sintonía con el espacio.
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