Pregorexia: de qué se trata este trastorno de conducta alimentaria
El 2 de junio es el Día Mundial de acción por los Trastornos de Conducta Alimentaria (TCA); para visibilizar estas alteraciones, nos concentramos en la pregorexia, una poco conocida que afecta a las embarazadas
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En este Día Mundial de acción por los Trastornos de Conducta Alimentaria (TCA), con el fin de visibilizar y socializar para que no haya nada de qué avergonzarse por padecer alguno de estos trastornos de la conducta alimentaria, quisimos explorar en qué consiste el trastorno de la pregorexia.
Partimos de la base que un trastorno alimentario es una alteración de la conducta alimentaria de origen neuropsicobiológico. Es decir, son múltiples los factores que se tienen que dar para desarrollarse: factores psicológicos, neurobiólogicos y también culturales. Justamente, en este día de conmemoración se pretende que todos los profesionales que tratan estas alteraciones, clínicas, familiares y pacientes se unan para darles visibilidad.
¿Qué es la pregorexia?
En el caso de la pregorexia es un término que deviene de la unión de dos palabras del inglés: pregnant (embarazada) y del griego oreáis (apetito), y “hace alusión a un desorden alimentario que afecta a las mujeres embarazadas, quienes alteran su conducta alimentaria para no aumentar o para mantener el peso corporal previo al embarazo”, explica la psicóloga especialista en Trastornos de la conducta alimentaria Mara Fernández (@hablar_sana).
Concientizar con historias: Bellamente (@bellamentearg) lanza una campaña con el #DetrásDeUnCuerpo donde se visibilizan historias de personas que atravesaron un trastorno alimentario
Nos preguntamos: ¿Cómo se detectan las primeras manifestaciones? Son mujeres que están a dieta, que se restringen, que hacen ejercicio de manera excesiva, que le tienen temor extremo a cambiar el cuerpo y a subir de peso. También puede manifestarse con vómitos autoinducidos, consumos de laxantes y diuréticos. Se da en mujeres que ya han sido madres o en primerizas.
La nutricionista Agustina Murcho (@nutricion.ag), experta en trastornos alimentarios, señala: “Muchas pueden haber estado padeciendo un trastorno alimentario antes de quedar embrazadas, por eso a alguien que está atravesando por algo así no se le aconseja tener hijos hasta que el trastorno esté controlado. Puede ser también que haya un trastorno latente y se manifieste en el embarazo”.
Sin embargo, el verdadero impacto lo recibe el bebé que está en gestación. Consecuencias para el bebé:
- Bajo peso al nacer
- Parto prematuro
- Abortos espontáneos, hiperémesis
- Afecta al neurodesarrollo
- Malformaciones
- Mayor riesgo de padecer hipotermia, hipoglucemia, infecciones varias
“Ese nuevo ser con una alta dependencia emocional y nutritiva sufre no solo carencias alimentarias sino afectivas. Esa mamá tiene dificultades para sostener y contener a su hijo, no solo por estar mal alimentada sino por el agobio, miedo, y angustia que le ocasiona el TCA”, señala Fernández.
En el caso de la madre, puede haber descompensaciones, desmayos, debilidad, carencia de nutrientes. Para el TCA de la pregorexia, “el tratamiento debe ser igual al de cualquier trastorno, y no es solamente en ese “período corto”. Son personas que, probablemente lo estén pasando o que se haya disparado en el embarazo, pero no termina cuando dan a luz, sino que hay que seguir tratándolo”, destaca Murcho.
Día Mundial de acción por los Trastornos de Conducta Alimentaria: momento de concientizar
Vigorexia, ortorexia, bulimia, anorexia o pregorexia. Cualquiera que sea el tipo de trastorno de la conducta alimentaria (TCA) son alteraciones que deben ser socializadas, abordadas multidisciplinariamente y no vividas desde la vergüenza.
“El médico obstetra que detecte algún tipo de cambio de hábitos o conducta alimentaria o rechazo al aumento de peso esperable para cada trimestre del embarazo no solo debe hacer una evaluación adecuada, sino que debe trabajar interdisciplinariamente con colaboración y apoyo de nutricionistas y psicólogos especialistas en el tema para trabajar en la importancia de tener un cuerpo sano para alojar a ese bebé y en su nueva posición subjetiva como mujer, revalorizando su autoestima y los vínculos afectivos que puede desarrollar como mamá”, concluye Fernández.
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