Porno y helado: Martín Piroyansky nos lleva al detrás de escena de su serie en Amazon y nos cuenta cómo fue trabajar con Susana Giménez
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Estás de estreno. ¿Qué nos podés contar de tu última serie, Porno y helado?
Es la historia de tres amigos (que somos Nachito Saralegui, Sofi Morandi y yo), que mentimos que tenemos una banda de rock y la mentira se va volviendo realidad hasta que la tenemos. Pero no sabemos tocar, no sabemos nada de música y eventualmente tenemos una banda.
¿Y cómo surgió la idea de que Susana Giménez se sumara a la historia?
Susana aparece en dos capítulos y hace de la mujer de un político muy importante. Muy tonto. Básicamente, el éxito de este político es tener a Susana de esposa. A ella lo que le importaba era interpretar un personaje distinto a lo que siempre había hecho como “Susana Spadafuchile”, esa mujer naíf. Acá ella personifica a una mujer poderosa, muy brillante e inteligente.
¿Y cómo fue dirigirla?
Fue una experiencia espectacular laburar con ella porque es súper humilde y es muy fácil trabajar con ella. Es muy graciosa y en la serie está genial. Muy fresca. No existió toda esa cosa de la diva. Todo lo contrario, era muy fácil y la verdad es que hasta ensayábamos juntos. Yo le pedía cosas y ellas las incorporaba todo el tiempo.
Actúas, dirigís, escribís guiones. De todas esas facetas, ¿cuál te queda más cómoda?
Me gusta más dirigir. Últimamente solamente estuve actuando en mis cosas y muy de vez en cuando en cosas de otras personas. Pero, en realidad, lo que más hago es escribir porque para dirigir cualquier cosa tengo que escribir durante años. Literalmente. Me la paso escribiendo, mi vida literalmente es escribir, siempre con coguionistas, nunca escribo solo. Pero lo que más me gusta es dirigir.
¿Y en qué te inspirás a la hora de escribir?
En general, me inspiro en vivencias personales que transformo en comedia o en algo parecido. En el caso de Porno y helado, no tiene que ver con una vivencia sino con una frustración de querer ser músico. Durante toda mi vida, en el fondo, quise ser músico. Pero nunca estudié nada.
¿Qué significa la actuación para vos?
Es algo que apreció en mi vida desde lo lúdico. Mi mamá me empezó a mandar a teatro como quien manda el hijo a piano. En mi casa son todos bastante histriónicos y graciosos, entonces era como uno más entre mis hermanos y papá. Eventualmente eso fue teniendo más fuerza y empecé a trabajar desde muy chico. Entonces, cuando terminé el secundario dije: “Bueno, soy actor”. Nunca soñé con serlo, no era algo que deseaba. Y de pronto, empecé a tener más curiosidad por las otras áreas: escribir, dirigir... A mí lo que me interesaba era el cine. Entonces, el vehículo para entrar ahí fue la actuación. Cuando hice mi primera película y vi lo que era un set, estaba más fascinado con todo lo que pasaba atrás que con lo que me tocaba hacer a mí. Hasta que los mismos directores con los que iba trabajando me iban diciendo: “No, vos sos director”... Veían una curiosidad extra y me lo hacían notar. Ariel Winograd fue el primero que me dijo: “Che, me parece que vos sos director. Me parece que tenés un problema”.
Hablabas del histrionismo en tu familia y, generalmente, te ofrecen papeles “graciosos”. ¿Por qué creés que pasa eso?
Porque hice más que nada comedia. Me encanta hacer comedia y también me encanta hacer drama, pero no se me tiene en cuenta para eso. En general, no me llaman para hacer drama. Y es evidente, si ves a una persona hacer mucho algo, pensás que es eso lo que hace. Ahora, tengo muy disociado lo que es hacer humor actuando y ser gracioso en la vida real. Incluso hay una presión de tener que ser gracioso en la vida real que hace que no sea gracioso. Entonces, si llego a un lugar, no soy particularmente gracioso. Si entro en confianza, puedo hacer chistes. En mi intimidad soy gracioso con la gente que quiero.
También con vos sale mucho el “loser”, el antihéroe...
Hoy tiene más onda ser loser que ser popular. Es como que siempre el protagonista de la comedia es medio el antihéroe. Uno se identifica más con esos personajes que con Superman, que tiene poderes que no se parecen en nada a uno. Lo que me estuvo pasando en los últimos proyectos míos, como Vóley y ahora Porno y helado, es que los personajes que interpreto son bastantes miserables. Personajes malos; torpes y tontos, pero con mucha maldad. Creo que hay algo catártico como espectador cuando ves a un personaje hacer lo que vos no harías porque sabés que está mal, pero hay un disfrute en ver cómo lo hace mal.
Hablemos de la deconstrucción del hombre y el feminismo. ¿Son temas que incorporás en tus guiones?
Está buenísimo lo que está pasando porque, incluso en la intimidad de los hombres, hay como mucho señalamiento de lo que está mal. Ya pasó a ser incómodo que alguien diga un comentario fuera de lugar misógino o machista. Es interesante ver en distintos ámbitos donde estoy solo entre hombres y alguno quizá dice algo y se lo señala o no se dice nada y digo “bueno, qué bien”. Igual, sigue siendo un ámbito muy chiquito donde está pasando. Siento que todavía en el país, en general, seguimos un poco atrasados con eso. Pero desde mi lugar de creador de contenidos me parece interesante que las historias que hago sucedan en un mundo un poquito más evolucionado que el real. Que en los escenarios en donde viven estos personajes ya decir esas cosas está totalmente fuera de lugar. Eso me parece importante de la ficción. Porque la ficción tiene un poder muy fuerte educativo si el autor quiere educar. En mi caso, no me interesa educar solamente; me interesa contar una historia y que sea divertida, pero me parece importante no ser ofensivo. Y si un personaje es ofensivo, que los otros le hagan entender que eso que dijo fue ofensivo.
El amor también suele ser otro de los temas recurrentes en tus trabajos...
Siento que es de lo más importante que nos pasa a todos, o por lo menos que a mí más me atraviesa, el tema del amor romántico, de la pareja. Siento que, en el fondo, todas las películas tratan de eso. A pesar de que Indiana Jones esté buscando el Santo Grial, tiene una situación con una chica. Lo mismo sucede en Jurassic Park. El amor siempre está ahí, dando vueltas. A mí me interesa particularmente hablar de eso. En Porno y helado es más sobre la amistad: lo que más se pone en juego con la idea de la banda es la amistad entre estos tres amigos.
¿Qué se viene en el universo Piroyansky?
Bueno, ahora estoy escribiendo una película para dirigir y también estoy escribiendo ya la segunda temporada de Porno y helado, y también voy a actuar en una película que va a dirigir un amigo. Es la biopic de un personaje célebre y yo tengo que hacer de ese personaje. Pero no puedo adelantar mucho, la verdad.
Por último, ¿cómo te imaginás de acá a 10 años?
¡Viejo, más viejo! Yo siempre me siento viejo. Sobre todo porque empecé a actuar de chico, entonces me veo y digo: “Ya estoy viejo”. No sé, la verdad, creo que justo eso estuve pensando ayer, qué vamos a hacer en el futuro. Está muy incierto todo, prefiero pensar en ir de a poco y ver si podemos salir a la calle.
Entonces vamos más cerca en la recta del tiempo, ¿cómo te ves de acá a tres años?
Me gustaría seguir haciendo esto, películas, series... Es lo que me gusta. Me da mucha pena que implique escribir, porque es un proceso muy frustrante y desgastante, pero me gustaría seguir filmando muchas películas.
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