Por qué sigo dándole de mamar a mi hijo de 2 años
Sin que nadie nos indicara cómo debía ser, Fidel reptó hasta mi pecho, se apropió de él y comenzó a tomar a los cinco minutos de haber nacido. Un arranque ideal, casi mágico. Pero en el camino siempre hay que atravesar obstáculos y yo no fui la excepción a esa regla. Actualmente, con casi 2 años, mi hijo continúa tomando teta a demanda, como se dice cuando no tiene horarios ni una cantidad de tomas estipuladas por día. En realidad, en el último mes le dije que ya no habría más teta durante el día, y que de ahora en más solo le daría de noche. Luego de algunos llantos y enojos, lo entendió. Fue el tipo de límite sano que logré poner(me) de acuerdo a mi deseo y a mi cansancio corporal.
En la Semana Mundial de la Lactancia Materna (del 1 al 7 de agosto), y este año con el lema "la lactancia como fundamento de la vida", honro profundamente la posibilidad que tengo como mujer (y que tenemos todas) de poder alimentar a mi hijo de manera natural. En este sentido, es fundamental recordar que la lactancia previene el hambre y la malnutrición en todas sus formas y garantiza la seguridad alimentaria para bebés, incluso en momentos de crisis.
También es conocida de manera internacional la recomendación que hace la Organización Mundial de la Salud (OMS), que pide lactancia exclusiva hasta los seis meses y a partir de entonces, que sea complementada con otros alimentos hasta por lo menos los dos años. De todas maneras (y esta es mi posición personal), ninguna mujer debería sentirse disminuida en su rol de madre en el caso de no poder o, incluso, no tener el deseo de amamantar. Pero llegada esa instancia, creo que vale la pena tomarse un tiempo para evaluar -sin culpas en lo posible-, qué factores pueden estar desmotivándola. Desde mi experiencia, puedo asegurar que el apoyo de mi pareja, de mi familia y de mi entorno inmediato ayudó a que la lactancia ocurriera de manera totalmente natural, sin presiones ni condicionamientos. Pero no siempre ocurre así. Es fundamental contar con el acompañamiento de tu pareja, y eso quiere decir que comprenda tu necesidad de descanso a la par de tu hija o hijo, de compartir la cama junto a él o ella, de recibir comprensión cuando te encuentra puteando a mitad de la noche y horas más tardes, en el desayuno, te vea firme en tu decisión de continuar con la lactancia. Porque así de contradictoria, intensa y hermosa es la lactancia.
¿Qué pasa con el tabú social cuando los hijos o hijas superan el año? En mi caso, más me reafirmo en la condición de madre que amamanta. De todas maneras, es cierto que las críticas son molestas, duelen, inquietan, y algunas veces desmotivan. Porque la lactancia no es lineal, tiene etapas buenas y otras no tan buenas, algunas que fluyen, otras que duelen al extremo. Pero por suerte existen las redes de apoyo en todo el país, siendo entre las más antiguas la Liga de La Leche (LLL), que también integra la Comisión Asesora en Lactancia Materna del Ministerio de Salud de la Nación, entre otras cosas. Otra ayuda valiosa viene de la mano de Puericultoras (que son de vital importancia durante todo el desarrollo de la lactancia y no sólo en los dos o tres primeros días), y en general, de cualquier mujer que empatice con tu necesidad de ser comprendida y aceptada, tomes la decisión que tomes, y sin importar los resultados a los que llegues.
En crisis
Al cumplir el año, recuerdo que atravesé varios momentos donde tuve ganas de cortar de manera radical por sentirme agobiada, agotada, con necesidad de recuperar territorialidad sobre mi propio cuerpo. En ese entonces distintas amigas y asesoras en lactancia coincidían en que podía tratarse de una crisis pasajera, y en mi caso así fue. ¿Y si no hubiera sido eso? También hubiera estado bien decir "hasta acá" en respeto de mi cuerpo y de mi deseo.
En estos años confirmé lo bella y lo cruel que puede ser la maternidad, invitándonos a un mundo tan desconocido, primitivo, donde el instinto se come a la razón y avanza a tal ritmo que ya no sabemos cómo dominarlo. Desde que soy madre duermo entrecortado, vivo con ojeras, y me olvido la mitad de las cosas. ¡Y no sé como evitarlo! Así y todo, si bien hay noches que decido que serán las últimas y que entonces me repito cual mantra "vas a dormir de corrido, Fidel" (sabiendo que el cese de la lactancia no me asegura noches de sueño corrido y que eso dependerá de la evolución madurativa de mi hijo), vuelvo a entregarme con amor y disponibilidad ante la necesidad (mutua) de continuar teteando juntos, en una misma cama, abrazados.
Trabajo y lactancia, un binomio difícil
Otro factor que suele poner en jaque la continuidad de la lactancia es la vuelta al trabajo. Si bien yo trabajo independiente, y por eso pude acomodar los horarios para dar de mamar a Fidel, no es lo que le sucede a muchísimas otras mujeres. Partiendo de la base que amamantar es un derecho, como tal debe ser garantizado por el Estado y respetado por toda la sociedad. Cabe recordar que en el año 2015 se reglamentó la Ley 26.873, referida a la Promoción y Concientización Pública sobre la Lactancia Materna, y en ese entonces el Estado argentino marcó una clara posición acerca de favorecer la lactancia materna como política pública. Sin embargo, la encuesta nacional que realizó este año La Liga de La Leche Argentina (LLLA) junto a la Consultora Voices a 1883 mujeres, reveló un altísimo grado de dificultad para conciliar lactancia y trabajo. Tal es así, que el 65% de las mujeres entrevistadas que amamantan y trabajan en relación de dependencia se extraen leche en un baño paradas, apuradas, escondidas, con falta de privacidad y en un ambiente sucio. La falta de cultura de lactancia en el ámbito laboral es tal que la mayoría indicó que se sintió incómoda más de una vez preguntando dónde podía extraerse leche (73%) y hablando en general acerca del tema de la lactancia con sus jefe o jefa (73%) y colegas (43%). No se trata únicamente de "instalar" lactarios por cumplir con la legislación vigente y apoyar a las mujeres, sino de generar un contexto favorable para que las mujeres puedan ejercer su derecho de trabajar y amamantar contando con apoyo y valoración de esta tarea.
Destete
Tarde o temprano, aparece la pregunta acerca de ¿cómo destetar? Aún no sé cómo será con mi hijo, pero confío en que ya encontraremos la manera -Y sí, Fidel, aunque te enojes, aunque duela, aunque tu llanto me haga llorar y me haga sentir la peor mamá del mundo, es parte de crecer-. Seguro que cuando me calme, y me acepte imperfecta, sabiendo que estoy dando lo mejor de mí, aunque a veces no nos alcance, entienda también que de eso se trata la maternidad.
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