¿Por qué es clave renovar los contratos con nuestra pareja para mantener una relación saludable?
Mientras que la idea del “amor para toda la vida” queda anticuada, sí es fundamental que, en parejas de larga data, demos el espacio a repensar algunas dinámicas.
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El amor para toda la vida se inventó cuando la vida duraba treinta años y, aunque suene trágico, lo cierto es que el “hasta que la muerte nos separe” de ese entonces era bastante más corto. A esto se suma que, en la actualidad las relaciones son bastantes más complejas y se construyen con múltiples factores: estabilidad económica, compartir estilo de crianza, los proyectos del futuro, que haya cuidado mutuo, sentirse priorizados. Además, tiene que haber erotismo y una sexualidad medianamente activa a lo largo de esos años.
Entonces, ¿por qué está bueno renovar contratos? Porque, a medida que pasan los años, vas cambiando, no sos la misma persona, y es mejor que haya diálogos reales sobre el funcionamiento juntos. Si las cosas no se hablan, se suponen, incluso en los vínculos prolongados, donde subyace la idea de que conozco tanto al otro que puedo elegir en su lugar.
¿Qué es un contrato?
Un contrato no es pensar lo mismo ni estar de acuerdo en todo, tampoco es un papel que se firma. Lo que se pone en esa cajita imaginaria es el consenso de cómo nos gusta vivir: qué elige cada uno hoy, cuáles son sus deseos, de qué se quiere ocupar, a dónde quiere irse de vacaciones, cuántos planes quiere tener el finde, etc. Pero ojo, esto incluye destacar las diferencias, para no condicionar el desarrollo del otro ni que se limite tu potencial. Los contratos sirven para habilitar la confianza y que todo fluya mejor dentro de la rutina, para que cada microtarea no implique un debate ni que se vaya inflando el globo de los enojos diarios hasta explotar. ¿Cuándo es momento de replantear acuerdos? Hay momentos típicos de la vida de pareja en los que probablemente haya que rearmar el juego:
1) El inicio de la convivencia
Cuando se mudan juntos, con el correr del tiempo, es común que surja la necesidad de armar algún contrato. Puede ser a través de una charla o tal vez baste con esas miradas filosas que lo dicen todo, cuando el otro, por ejemplo, deja la ropa desparramada en lugar de ponerla en el canasto de cosas para lavar que está a medio metro.
Qué plantear en el contrato: a casi nadie le gusta ocuparse de las tareas domésticas y al que le gustan algunas no le interesan otras. Tené en cuenta que no es un atenuante ser quien trabaja fuera de casa, el hogar tiene sus propios acuerdos y deben ser explícitos. A lo mejor no hay que preguntarse qué es lo que más le gusta hacer a cada uno, sino qué es lo que menos le molesta.
2) La llegada de un hijo y la crianza
La revolución más profunda en la vida de a dos es cuando se convierten en mapadres. Esa intensidad de emociones y el cambio en todas las rutinas suelen exigir un replanteo. Un problema común en muchas parejas con hijos es que uno de los dos invalida el modo en que el otro cumple con su función parental si no lo hace como aquel quisiera.
Qué plantear en el contrato: tené en cuenta que criar es una tarea compartida, pero eso no quita que los roles puedan permanecer diferenciados. Está bueno saber que hay situaciones que cada uno va a apreciar desde su punto de vista, con su propia historia y valores, y que no tienen que ser complementarios, pero sí suplementarse. Lo central es que cada uno pueda garantizar su función y dejar espacio para que el otro también lo haga. Criar a un hijo no es estar de acuerdo en todo, sino consensuar los desacuerdos, que no necesariamente son perjudiciales.
3) Una modificación con relación al trabajo
Muchas veces, alguno de los dos cambia el rumbo laboral y, por ejemplo, deja de ir a la oficina para trabajar desde casa. Esto implica una ruptura en el statu quo de la pareja, así como cuando uno renuncia o pierde el trabajo y el otro integrante se vuelve el sostén durante un tiempo.
Qué plantear en el contrato: el dinero es un símbolo que puede ser usado para dominar o esperar reconocimiento, pero hay que alejarse de eso. El punto central en la pareja es si pueden tener una economía común o si se van a manejar independientemente. Algunas parejas dejan un resto o ahorros fuera de la pareja, pero comparten todo en la diaria. El punto más relevante es que en una pareja igualitaria no se le cobra al otro su menor aporte y se toma en cuenta que hay tareas que son trabajo no remunerado.
Un refresh sexual
Cuando la sexualidad se está empezando a convertir en algo repetitivo y, por momentos, en una molestia, hay algo que está haciendo ruido. Es importante que revises el contrato sexual vigente, para reactivar un poco esas cosas que te gustaban y permitirte descubrir otras nuevas. Muchas veces nos preguntamos por qué estamos mal en la cama, si el resto del tiempo todo va bien: se divierten, charlan, salen, no tienen grandes problemas, pero algo falla en la sexualidad. Bueno, resulta que el deseo es muy vulnerable a los cambios hormonales y físicos, a la autoestima, a nuestra manera de entender el mundo y a nuestro entorno. Podés estar bien con tu pareja, pero si hay mucha revolución en otros planos, puede que se vea perjudicada la conexión. También puede ser que haya algo de la relación que esté afectando la sexualidad, es decir, aunque el problema no esté a la vista, en la cama se manifiestan los síntomas. La redefinición del contrato tendrá que ver con cada pareja: muchas pasan meses sin tener deseo y no hay problema, y hay otras que pasan dos días sin tener relaciones y se les encienden las alarmas.
Algunas ideas
- Escuchate, hacé autoanálisis, preguntate: ¿por qué me está pasando esto?, ¿por qué me hace ruido?
- Explorá nuevas herramientas. Podés buscar información, comprarte un disfraz, un juguete nuevo, pero lo ideal es consultar con una especialista en sexología que te acompañe a profundizar en el problema.
- Tené en cuenta el contexto. No es lo mismo una pareja de diecinueve años que una que acaba de tener un bebé ni la que tiene hijos grandes. Antes de buscar una reactivación, pensá si no se están sobreexigiendo demasiado.
¿Monogamia o pareja abierta?
Hay una variable bastante común que se presenta en muchas renovaciones de contratos: la posibilidad de abrir la pareja. Puede aparecer como una decisión conjunta, por una búsqueda de crecimiento o de cambio temporario; o bien, puede surgir como una maniobra desesperada para conservar la relación; cuando alguien ya no siente deseo, pero no quiere perder al otro, suele proponer un nuevo formato en el que se asegure ambos frentes. De cualquier manera, los psicólogos afirman que incluso las parejas abiertas sufren por la infidelidad. Se sufre, no por lo que el otro hizo necesariamente, sino porque se descubre que no comparten la misma idea respecto del amor. Poder tolerar esta tensión es un gran desafío. Pero volviendo a la posibilidad de la pareja abierta, tenés que saber que este nuevo contrato puede tener sus beneficios, pero no va a resolver los problemas de base dentro de una pareja monógama. Seguramente sea divertido, puede hacer que te sientas deseada, que haya una nueva relación con vos misma, pero no va a resolver la sexualidad en tu pareja cuando el núcleo duro, que es el erotismo, no está resuelto.
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