Por amor: recorrió pasillos de hospital y gastó suelas hasta que él dijo “basta”
El amor es para valientes, todas lo sabemos. Y, en el mes de los enamorados, en esta segunda entrega de historias para emocionarse, te presentamos a Nadia Di Rado. Nadia tiene 34 años, es periodista y escritora.
“Con Aníbal nos conocimos en 2003, éramos dos adolescentes de 16 y 19 años. Y siempre supe que iba a pasar el resto de mi vida con él: crecimos juntos, vimos pasar trabajos, amistades, vacaciones, carreras universitarias, y al tiempo, ya estábamos conviviendo y pensando en armar nuestra familia.
En 2016 nació nuestro hijo y ese mismo año Ani comenzó con molestias gástricas. “Úlceras”, le dijeron los médicos. Pasó un año tomando pastillas que no hacían ningún efecto. Un mes después del festejo del primer año de nuestro hijo, los síntomas empeoraron y se sumaron nuevos. Nunca olvidaré el momento en que el médico entró a la habitación con su delantal de “oncólogo”, anticipando lo menos esperado: cáncer avanzado de estómago.
Aníbal miró la nada un rato largo hasta que rompí el silencio y le dije: “Esto lo vamos a pelear juntos”. Así fue durante los dos años que duró el tratamiento; yo sabía que iba a ser muy difícil que se curara, pero saqué una fuerza interior que nunca supe que tenía. Recorrí pasillos de hospital hasta gastar las suelas, lloré, me angustié, caí, me levanté, vi suceder milagros, recé, vimos curas sanadores, hice promesas, y en paralelo viví mi vida fragmentada, mientras todo alrededor se desmoronaba y el dolor me surcaba el pecho.
Con mi vida en pausa, saqué fuerzas de donde pude para amamantar a mi hijo cuando volvía del hospital, seguí trabajando desde la sala de quimio con él al lado, pero con un motor clave en toda esta historia: el amor que yo sentía por él y que al día de hoy atesoro en mi corazón.
El 25 de agosto de 2019 Ani me dijo “basta” y yo lo dejé ir para que pudiera acompañarnos desde otro plano. Él está siempre presente en la vida cotidiana, con canciones, comidas, frases, momentos, lugares, aromas. A partir de esta experiencia, puedo decir que me siento una mujer resiliente, mucho más poderosa. ¿Tengo miedo? Sí, mucho. Las enfermedades y la muerte son temas que tengo que trabajar para que no me controlen. Pero me descubrí metiéndome en el barro más de una vez. Nuevamente, el único motor que me sacó a flote fue el amor propio y el de mi niño, fiel reflejo de su papá: un ser valiente. ¡Ah!, un detalle que no les conté, ¿adivinan cómo se llama nuestro hijo? Sí..., Valentino”.
Producción de Lula Romero.
Maquilló Vicky López Saubidet. Peinó Karina Otero para Estudio Olivera. Agradecemos a Vetiver Shop, Adidas, Levi’s, Mishka y Reebok su colaboración en esta nota.
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