¡Buen día!
Hoy les traigo el relato de parto de Silvina Prats, de 29 años. En cuanto recibí su mail con el asunto "Parto en el baño!!! No llegamos a la clínica", sentí mucha curiosidad por conocer su historia. Esto pasó el 28 de marzo de 2015 ¡Las dejo con ella!
El embarazo fue estupendo, me sentí muy bien todo el tiempo, hacía gimnasia, caminaba en la cinta, el último tiempo lo pasaba mucho en la pileta también haciendo ejercicios. Aunque ya había arrancado la licencia trabajaba desde casa (soy diseñadora gráfica y trabajo para un estudio). El viernes 27 de marzo de 2015 a la mañana entregué el último boceto de una web y le dije a mi jefe que eso era lo último que hacía, que empezaba oficialmente la licencia. La fecha de parto era 6 de abril.
Ese viernes 27 al mediodía fuimos a la obstetra, me revisó, me hizo tacto y nos dijo que estaba todo bien, que podía ser en cualquier momento, teníamos que esperar las señales de alarma, que tanto nos había remarcado la partera en el curso: contracciones cíclicas, regulares, cada 5 minutos por dos horas. A la tarde vino una amiga (la madrina de Tomi) y se quedó conmigo mientras nuestros maridos iban a jugar al fútbol. Por momentos sentíamos que la panza se ponía dura, pero no me dolía, eran contracciones como las que ya había tenido en otras ocasiones. Cuando volvieron los chicos, nos despedimos.
Mi marido pidió pizza y yo comí una porción, casi sin hambre. Las contracciones se intensificaron un poco pero igualmente no estaba segura si eran de parto. No me dolían tanto e imaginaba otro tipo de dolor. Le avisamos a la partera y nos dijo que me bañara tranquila, que había tiempo, y después fuéramos para la clínica. Durante el baño tuve muchas contracciones y en cuanto terminé, vomité. Estaba fuera de mí, en un estado de shock que me impedía racionalizar lo que estaba pasando. Además, estaba cansada y sólo quería acostarme para atravesar las contracciones
Mi marido preparó el auto, cargó el bolso y la carpeta con los últimos estudios. Quería salir pero yo no estaba lista. Después lavó los platos, la ropa de fútbol y me siguió insistiendo: "Vamos". Pero en ese momento a mí me agarraron unas ganas incontrolables de ir al baño. Mi marido aprovechó y le subió la perra a sus papás, que viven en el departamento de arriba. En el baño yo empecé a notar algo raro. Me toqué y sentí la cabeza del bebé. Cuando mi marido volvió le dije que estaba saliendo, que no llegábamos. Ahí sentí otra contracción y con un pujo la cabeza. La sostuve con mis manos. En la siguiente solté todo para agarrarme de la pared y mi marido lo atajó en el aire. Sin planearlo, recibió a nuestro bebé. Estaba resbaladizo y de color morado (en una milésima de segundo pensé lo peor), el cordón se cortó solo, agarré una toalla y lo envolví.
Del otro lado de la puerta ya estaba mi suegro que no podía creer lo que estaba pasando. Cris -mi marido- se lo llevó a la pieza y me gritó que estaba bien, que respiraba y ahí lo escuché llorar un poquito. Yo me lavé las manos llenas de sangre, me envolví en otra toalla y fui para la habitación. Para ese momento ya habían llegado mi suegra y mi vecina. Llamamos a la ambulancia, a la partera y a la obstetra. Mi vecina, que tenía conocimientos médicos, le aspiró la boca y con un cordón de un pantalón le ató el cordón.
Cuando llegó la partera lo limpió, lo cambió y nos fuimos para la clínica. A mí me ingresaron en una guardia para controlarme, todavía me faltaba expulsar la placenta. Y a mi bebé se lo llevaron a neo. Mi suegra controlaba lo que le hacían y mi marido corría de un lado para otro haciendo los trámites de internación. Las enfermeras no lo podían creer, me preguntaron mil veces si era el primero. Enseguida llegó mi doctora, que también estaba muy asombrada. Me llevaron a quirófano para sacar la placenta y coserme un desgarro. Tenía frío y me dolió mucho, más que el parto en sí.
Ya en la habitación le agradecí a mi marido y a mi vecina por lo que habían hecho. Al rato nos dejaron ir a verlo a neo. Estaba bien: 2,640 kg y 45 cm. Igual le hicieron análisis para descartar alguna infección.
Los siguientes días fueron duros: solo podíamos verlo en los horarios de visita (como los resultados no estaban él seguía en neo), yo seguía internada, me sacaba leche y finalmente llegó mi alta antes que la suya. Me angustié mucho: ¿Si estaba bien por qué lo dejaban tanto tiempo? A la mañana siguiente llegó el alta y comenzamos a vivir en familia.
Hoy sigo reviviendo los hechos y me sigo asombrando por el desenlace. Si bien le tenía un poco de miedo a la cesárea nunca había deseado un parto domiciliario. Jamás contemplé esa opción. Hoy me doy cuenta de que el cuerpo es sabio y que lo mejor es entregarnos.
En mayo es la semana del parto respetado. Este año el lema es "Menos intervenciones más cuidados" ¡Me encantó! Ya elegí un relato para contarles que creo que les va a gustar mucho.
¡Buen fin de semana largo!
Debbie
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