Nuestra pareja es adicta a las redes sociales
¿Qué sucede cuando el universo online genera conflictos en la relación?
A nuestro pesar o con nuestra mayor alegría, es imposible negar que vivimos inmersos en la nueva cultura de las redes sociales. Ya a nadie le puede sorprender el término 'conectado' o 'estoy en linea' y así miles de ejemplos que sin duda van adueñándose de nuestro léxico. Todo parece intentar adaptarse o querer sobrevivir a la tendencia online, de la cual nada puede escapar, incluso nuestros propios vínculos están, en mayor o menos escala, atravesados por este paradigma.
Por lo tanto, nos acostumbramos a que nuestras relaciones afectivas sean parte del mundo virtual, en el que seguro nos vamos a inundar de 'likes' en Facebook, nos vamos a reír con nuestros pensamientos en Twitter, y vamos a subir nuestras fotos de salidas en Instagram. Si bien hay parejas que no suben absolutamente nada, también están aquellas que todo su mundo está plasmado en las redes: declaraciones de amor, perfiles con grandes dedicatorias y es más sus peleas y reconciliaciones también quedan evidenciadas. Hasta acá nada parece presentar dificultad alguna, todo parece a favor de compartir mayor tiempo juntos ¡qué más se puede pedir en el nombre del amor! Pero todos sabemos que existe *un pero* que puede hacer tambalear a más de una relación.
¿A qué nos referimos? A cuando los límites se vuelven tan difusos que pasamos a estar pendientes de todos los movimientos online del otro. Ya no sólo medimos si nos puso o no un 'like' en una foto, si no que observamos si además le puso 'me gusta' a otra persona, o lo que es más grave, nos detenemos en ver si agregó gente, o cuestionamos lo que publica, o si no nos contestó en el chat. Si pasa todo esto, estamos en el centro del conflicto. Nada bueno puede resultar si ambos nos convertimos en panópticos humanos de la conducta virtual de nuestra pareja.
Lo que antes, entraba en el terreno de los celos, ahora abarca el exceso del control que dan las redes. Si una relación no puede manejar esos puntos límites, y su atención se empieza a focalizar cada vez más en el mundo online, se puede volver una adicción que no sólo irá destruyendo el vínculo sino que además es perjudicial para quienes lo componen.
Respecto a este tema es necesario tener en cuenta:
- Evitar la escalada simétrica. Que el otro esté pendiente de todo lo que hago online, no me habilita a tener que replicar esa conducta, porque de este modo alimentamos una dinámica destructiva que será cada vez mayor. Debemos ser conscientes de que esa conducta es nociva y lograr trabajar en pareja para modificarla.
- El control no es amor. Si el fin que le damos a las redes sociales es el de vigilarnos el uno al otro, no sólo malinterpretamos su sentido, sino que además denota un grave conflicto latente en la relación, dado que ninguna pareja puede crecer si no se sustenta en la confianza mutua que tiene que existir entre los dos.
- Elaborar juntos el concepto de privacidad. Dentro de una pareja no siempre ambos están de acuerdo con la idea de 'compartir' todos sus sentimientos en las redes. Es importante que cada relación establezca sus propios acuerdos en los que los dos se sientan cómodos con lo que desean exponer de su intimidad. A su vez, es fundamental que los momentos que construyan como pareja sean para ellos y que no siempre tengan la necesidad de mostrarlos, comprendiendo que la importancia de estos radica en el disfrute que generan en cada uno de los dos.
- Reflexionar sobre el tiempo que le brindamos a lo virtual. Las redes son una herramienta de comunicación que aportan un factor lúdico extra. Si dentro de una pareja generan más conflictos que soluciones, debemos replantearnos el exceso de atención que le estamos destinando. Cuando nuestra comunicación se concentra solamente en lo que el otro manifiesta online, perdemos aspectos esenciales del diálogo cara a cara con el otro. Debemos enfocarnos en crear cada vez más espacios juntos que no estén sometidos a la existencia de lo virtual.
Cuando el uso excesivo de las redes sociales, acompañado del control y necesidad de las mismas, se transforma en una parte esencial de la rutina de una pareja, se genera un nivel de tensión que irá creciendo hasta que impacte en el vínculo, desgastándolo. Si no podemos manejar esto, y la situación se naturaliza dentro de la relación, lo que empezó como un medio más para comunicarnos no sólo no cumplirá su función si no que tendrá el efecto contrario. Vivimos en la era de la comunicación, pero eso no nos garantiza estar realmente más comunicados con el otro. Es importante no otorgarle a lo virtual el carácter que sólo lo real posee. Las redes sociales deben estar al servicio nuestro y no nosotros al servicio de ellas, y así evitar entrar en un círculo que no podamos controlar. Debemos ser conscientes de los límites para que la intensidad de lo virtual no nos sobrepase, y además, como bien lo expresa un término del autor Gilles Lipovetsky, lograr no quedar atrapados en el “Imperio de lo efímero”.
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