Nos lavaron la cabeza: 5 estereotipos que estamos aprendiendo a cuestionar
La moda, las canas y el paso del tiempo, los talles y cuerpos hegemónicos. Estas son algunas de las ideas que las mujeres empezamos a deconstruir.
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Hubo una época en la que asustarnos a las mujeres rendía frutos inmediatos. Decirnos que estábamos gordas, que nuestras canas deserotizaban, que nuestra piel no era lo suficientemente firme, radiante y joven, formaba parte del modus operandi. Medios de comunicación, publicidades y referentes del cine o la tele transformaban sus discursos en ventas masivas de productos para adelgazar, tinturas y cremas rejuvenecedoras. El truco de hacernos sentir mal para ofrecernos, inmediatamente, algo que nos hiciera sentir mejor era –sigue siendo, claro– tan explícito que cuesta entender cómo funcionó, pero lo hizo. Es cierto, hoy no estamos totalmente superadas y todavía nos cuesta dilucidar muchas de las artimañas que enredan nuestras cabezas, sin embargo, somos mucho más capaces de pararnos frente a esos fantasmas y mirarlos como lo que son: ¡sábanas desgastadas flotando sobre la nada! Cuando hablamos de belleza y moda, estas son algunas de las ideas que poco a poco estamos aprendiendo a cuestionar.
SE VALORA LA EMPATÍA
Estereotipo deconstruido: “Lo que es moda no incomoda”
Era fácil sostener esta creencia cuando no había ningún lugar en el que expresar la incomodidad. Lo cierto es que millones de personas sí estaban incómodas con las tendencias. Hoy, gracias a las enormes posibilidades expresivas que habilitaron las nuevas tecnologías, el paradigma del discurso publicitario se ha visto obligado a mutar. En palabras de Carla González, especialista de Branded Content en habla hispana y autora de campañas para marcas como IKEA, BMW y Vueling, durante los últimos años las marcas tuvieron que cambiar el simple “compre ya” y desplazarse hacia la tarea de descubrir, profundizar y expandir sus universos a través de valores. Ella asegura que sí, que la publicidad constructiva existe. Que se trata de un tipo de publicidad consciente del daño que hizo la publicidad anterior y dispuesta a tomar medidas para arreglarlo. “La publicidad ha normalizado realidades que no existen y ha hecho mucho daño tanto individual como socialmente. Ahora tiene el deber de solucionarlo”, explica. ¿Cómo? Usando sus herramientas, su altavoz, para dar visibilidad, hacer el bien y no solo para vender sus productos. Ampliar la representación de modelos estéticos, darles visibilidad a grupos identitarios ausentes en los medios masivos (colectivos étnicos, sexuales, personas con capacidades diferentes) y brindar productos que sirvan para reparar los daños de haber querido pertenecer es ser parte de un proceso de curación.
EL PASO DEL TIEMPO NOS HACE ATRACTIVAS
Estereotipo deconstruido: “Las mujeres con canas dan viejas, pero los hombres con canas son sexies”.
Seguramente no te sorprenda saber que algunos estudios internacionales señalan los 60 años como la edad en que los hombres comienzan a sentirse viejos. Ahora, ¿no te sorprende que, en promedio, las mujeres comencemos a sentirnos así llegando a los 29? ¿Por qué hay tanta diferencia? ¿Por qué en nosotras dejarnos las canas y otros signos del paso del tiempo está peor visto que en ellos?
Todo indica que esto pasa porque la concepción de lo deseable, en nosotras, está mayormente asociada a la noción de nuestra edad fértil. Al parecer, nos inculcaron que, pasado cierto tramo de la vida, sin la función reproductiva activa, nuestros cuerpos quedan fuera del intrincado mercado del deseo. Pero ¿qué sabemos exactamente de ese mercado? No tanto como creíamos. La incursión de las redes sociales, el acceso a material erótico en la web (donde “mature” es uno de los términos más buscados) y la progresiva caída de algunos tabúes nos revelaron el verdadero capital sensual de las mujeres mayores. ¿Qué nos perdimos? Reducir el deseo a parámetros biológicos como la fertilidad o a variables relativas como la belleza física es un error desde el vamos. Desconocer que detrás de la atracción hay variables psicológicas, representaciones inconscientes e historias personales es desconocer lo que nos impulsa en nuestro encuentro hacia otros. El paso del tiempo nos hace atractivas y las canas pueden, también, ser símbolo de elegancia. Si no, chequeá el hashtag #sistersilver. Así que si te dan ganas de dejarte las canas, no lo dudes, eso no va a hacer que pierdas tus encantos.
CADA ELECCIÓN ESTÉTICA NOS HACE ÚNICAS
Estereotipo deconstruido: “Vas a ser la rara”
¿Qué es ser rara? ¿Sigue esa idea vigente? El estudio de Dove señala que, a medida que deciden adoptar diferentes peinados para reflejar la propia identidad, cerca de un 40% de las personas pertenecientes al colectivo LGTBQ termina por sufrir algún tipo de violencia simbólica o física por atreverse a lucir diferente. Y casi el 10% de las personas con colores de cabello poco convencionales y peinados originales son juzgadas por sus propios familiares, que las presionan para que vuelvan a las pautas de formalidad que imponen las reglas sociales. No siempre hay malas intenciones. El deseo de pertenencia es parte de nuestra naturaleza y los peligros que implica no hacerlo son una verdadera amenaza de la cual tu propio entorno puede querer liberarte.
Si antes algunas insignias físicas, como cortes de pelo diferentes o colores extremos, podían representar formas de comunicar la pertenencia a un grupo o a una forma de pensar, hoy estamos yendo un paso más allá para desafiar ideas más profundas. Podés lucir una melena canosa a los 23 por elección, podés raparte sin dejar de considerarte femenina o te podés enamorar de un hombre con pelo largo que se pinte las uñas y que no tenga ninguna duda sobre su identidad sexual. Podés coquetear con cabellos de colores a cualquier edad y siendo una persona convencional y también podés tener una melenita natural y ser la más punk. Nos volvimos menos literales y todo indica que profundizaremos en esta dirección, tal vez ahora más que nunca nuestro estilo será 100% nuestra elección.
TODAS LAS MUJERES SOMOS HERMOSAS
Estereotipo deconstruido: “No hay mujeres bellas y mujeres feas, lo que hay son mujeres bellas y mujeres vagas”
La idea de que, si te esforzás, vas a poder encajar con lo que se espera de vos es un estigma difícil de mover. No sentirte linda, no quererte ni aceptarte ¡y que la culpa sea tuya por no intentarlo lo suficiente! naturalizó niveles de crueldad para con nosotras mismas que necesitamos reconsiderar. Durante el último tiempo, muchas nos hemos cuestionado la verdadera necesidad de sostener hábitos extenuantes, como alisarnos el pelo cada santo día porque “lacio es más lindo”, y, en casos más extremos, nos hemos expuesto a tratamientos tóxicos para liberarnos de la esclavitud de la planchita. De estos hartazgos han surgido grupos de mujeres decididos a poner en valor su belleza en común. Sí, a muchos puede haberles parecido un chiste que un grupo llamado “mujeres con rulos” se tornara un búnker de resistencia estética, pero, ¿no es ridículo que nos obliguen a luchar contra nuestra naturaleza cada día? Que hoy un grupo así cuente con un cuarto de millón de personas que respiran aliviadas por haber tirado las planchitas habla de la cantidad de mujeres a las que el mandato de “ser lacias” las estaba extenuando. El proceso que conlleva la aceptación de nuestra naturaleza capilar tiene un nombre: transición de textura capilar, e implica un proceso de autopercepción necesario muy frecuente que requiere, en el caso de mujeres afroamericanas, por ejemplo, reencontrarse con sus raíces culturales y con otras mujeres orientadas en la misma dirección de las cuales obtener apoyo. Según una encuesta de Dove, el 7% de las que volvemos a nuestro pelo natural experimentamos algo así. Como sea, el reclamo para que todas esas cosas que nos llevan tiempo, energía y dinero, como maquillarnos o depilarnos, empiecen a ser una opción y no requisitos indispensables para ser aceptadas habla de mucho más que un gesto de rebeldía. Habla de ganas de apropiarnos de nuestros recursos y usar nuestro tiempo y dinero como se nos cante, no como nos dicen que debemos.
SE DERRUMBA EL CUERPO HEGEMÓNICO
Estereotipo deconstruido: “Viene en talle único”
¿Qué es un modelo de belleza hegemónica o dominante? Se trata de cánones de la belleza que han sido impuestos a través de medios de difusión con llegada a audiencias enormes. Tal es su naturalización que terminan por considerarse las formas únicas de belleza. Pero, aunque este es un debate muy actual, los estándares no son algo nuevo. Todas las épocas tuvieron sus medios y maneras de imponer valores estéticos. En general, siempre ganaron los cuerpos blancos, jóvenes y, sobre todo, estilizados. Y a esa representación ha respondido y aún responde todo un sistema de valores que premia o castiga nuestras decisiones. La famosa hegemonía se construye a través de mensajes, a través de talles y a través de discursos y acciones que buscan convencerte de que no ser de cierta forma está mal. Luego, con las burlas en el colegio, los comentarios de tus parientes y las miradas de desaprobación de desconocidos, el mensaje terminará de calar en vos. Funciona como un complejo engranaje.
La buena noticia, sin embargo, es que, al entender el proceso de construcción de los estándares, también podemos pensar formas de deconstruirlos. Es curioso que no hayamos reparado, hasta hace muy poco, en el poder que tenemos, por ejemplo, de elegir llenar nuestro feed de Instagram de personas que se parecen más a lo que somos y de marcas que sí ofrecen alternativas para lo que tenemos. Este es un hábito recomendado por organizaciones como Mujeres para la Salud, especialmente atentas a la incidencia de los mensajes en nuestra psiquis. Según esta organización, para educarnos a nosotras mismas, es necesario entender el proceso que nos tuvo paralizadas. Durante siglos hemos sido receptoras pasivas de cierta información, luego, hemos aprendido a cuestionarla. En una era en la que lo más valioso es la atención, sacar el foco de quienes te hacen sentir mal y redireccionarlo hacia inspiraciones posibles, sinceras y amplias es la mejor forma de decir que, aunque lo demás esté ahí, existe y circula, no te representa. Cuando eso se traduce en algoritmos diferentes y sumas monetarias alteradas, tarde o temprano impacta en industrias más grandes. La atención es un arma de cambio masivo.
Experta consultada: Lic. Viviana Wapñarsky. Psicóloga y miembro del Servicio de Sexología Clínica del Hospital de Clínicas José de San Martín. lic.viviana@hotmail.com.
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