Noche de tragos por la Río olímpica
Un circuito de bares de alta coctelería sugerido por el premiado bartender brasileño Alex Mesquita, para olvidarse de la cerveza y la caipirinha
Para empezar a hablar sobre coctelería en Río de Janeiro, primero hay que pasar por Buenos Aires. Más de cuarenta años atrás, el bartender Angel Ojea volvió de la capital argentina con un bagaje de recetas heredadas, principalmente, de los inmigrantes italianos y españoles, para la inauguración del Sheraton Río como jefe de bar. Los hoteles fueron la principal puerta de entrada de la coctelería en Brasil. "Al recibir turistas internacionales, precisan ofrecer cócteles clásicos que esos clientes, más que nada europeos, ya estaban habituados a tomar", escribe el periodista Rafael Tonon en la revista brasileña Rabo de Galo, novísima, de distribución gratuita, dedicada a las bebidas espirituosas.
Una década atrás, quien volvía a Río egresado de la famosa Universidad del Cocktail, de Buenos Aires, era el mixólogo Alex Mesquita, elegido tres veces consecutivas como el mejor bartender de Río de Janeiro y en 2014, de Brasil; además de tener 27.300 seguidores en Instagram. Futbolista y estudiante de medicina, el día que vio la película Cocktail, con Tom Cruise, decidió que eso era lo que quería hacer. Con veinte años dejó todo y voló en avión por primera vez en su vida a Buenos Aires para hacer la carrera de bartender. Hasta hace poco se lo podía ver a Alex preparando tragos detrás de la barra del París Bar, ubicado en un palacete de 1920, en el barrio de Flamengo, múltiples veces premiado como la Mejor Carta de Tragos de Río, creada por él. Ahora está su sucesor, Daniel Milão, que fue su brazo derecho y mantiene el mismo nivel en un salón que remite a la belle époque.
París Bar fue la primera recomendación del bartender argentino Tato Giovannoni, dueño de Atlántico, el bar de playa que abrió en diciembre de 2015 en Río de Janeiro, al comienzo de Barra da Tijuca. Otro lugar que hay que conocer. Durante los Juegos Olímpicos y hasta el 24 de agosto, la barra de Atlántico también funciona en un pop up instalado en la pileta del Clubhouse Rio, el hotel más bonito del Morro do Cantagalo, entre Copacabana e Ipanema. Queda en la calle Saint Roman 184, y abre de jueves a domingo de 17 a 1.
Caverna, en Botafogo
Ambos bartenders, Mesquita y Giovannoni, coinciden en la siguiente recomendación: Caverna, un bar rockero que está en el barrio de Botafogo, el nuevo Soho carioca. Inaugurado hace dos años exactos, la carta de tragos es una libretita roja con el dibujo de un frasco de veneno. El bartender Miguel Paes, 24 años, autodidacta, de Belo Horizonte, Minas Geráis; los brazos tatuados, el cuello tatuado, aros extensores en las orejas, camisa negra con rosas blancas y delantal, sugiere el Bipolar (R$25): cachaça envejecida, jarabe artesanal de maracuyá, licor Saint Germain y jugo de limón fresco finalizado con pimienta negra. Servido en jarrita de acero, este trago suave y fresco hace que la cachaça, la bebida nacional, base de toda caipirinha, vuele más alto, a un Brasil exótico, diferente y más elaborado.
Caverna también es famoso por sus hamburguesas, como la Pulled Pork: paleta de cerdo con curry indiano y chutney de ananá en la baguette (R$30). La barra está iluminada con lámparas de filamento fino y un cartel de neón rojo que dice "Highway to Hell", título de un tema de AC/DC. En el medio del salón hay dos mesas altas con una estantería de hierro que cuelga encima, repleta de jarras de cerámica en las que venden la cerveza artesanal propia. Las bolsas de papel para llevar comida a casa tienen frases y el baño, que está instalado dentro de un container, también. "Você é linda" -sos linda- dice el femenino, y es que uno de los socios es director de arte. Otra socia es chef y el tercero, administrador y cervecero casero. Miguel Paes sirve un Uai Protein: cachaça artesanal envejecida, pulpa de cupuaçú -un fruto amazónico-, almíbar de naranja y un toque de nuez moscada (R$25), y recomienda que visite dos bares, el Sub Astor, en el sótano del tradicional Astor, de Ipanema; y Dry Martini, el bar del Sheraton Rio, aquél donde comenzó Angel Ojea hace cuarenta años, cuando volvió de Buenos Aires y ahora lleva la firma del español Javier de las Muelas.
Alex Mesquita, alto, peinado con gel, modales de caballero, propone ir a SOBE, un gastrobar que está a los pies del Corcovado, detrás del Jardín Botánico, en una terraza con estilo tropical -mesas de madera, sillas de colores-, desde la que se ve el cielo y tiene un pequeño escenario donde los jueves tocan jazz en vivo. William Barão es el bartender de la casa, y prácticamente el staff entero se acerca a saludar a la mesa. Todos se conocen en este arte de servir bebidas y se sabe que la agenda de un barman consagrado se parece a la de una estrella de rock: viajes, eventos, presentaciones non stop. Es muy difícil ver a Mesquita en un bar si no es detrás de la barra. Alex pide un Kingston Negroni: Bacardi blanco, Bacardi 8 años, Campari, Martini Rosso y ananá deshidratado (R$ 26,90) y un Gin Lírio: Bombay Sapphire, licor de manzana y jugo de pepino (R$29,90), que llegan acompañados de un plato de salmón sellado con teriyake de ananá, mayonesa de wasabi, chips de jengibre y sésamo tostado (R$33,90), todo muy tropical.
Mesquita habla de sus años en Buenos Aires, de cómo su padre dejó de hablarle cuando le contó que quería ser barman, de la lucha inicial para instaurar la coctelería en Río, del reconocimiento que por fin llegó. SOBE está animadísimo pero hay que seguir la ronda. La próxima parada es la barra pionera de esta tendencia de cócteles de autor, Meza Bar, que abrió en 2008 en Humaitá, que también es el barrio pionero en materia de gastronomía con personalidad. El Meza está en la esquina donde antes funcionaba Madame Vidal, una casa en la que Cássia Eller cantaba seguido.
El bartender, Roger Bastos, nos recibe como si hubiera llegado una celebridad, el Maestro, como todos los barmans de Río se refieren a Mesquita. Nos sentamos en la barra, pido algo fresco y Bastos improvisa: gin, té de hibiscos, jarabe de rosas y un toque de limón siciliano. Más tarde lo bautizará como Roselle, y es así como muchas veces nacen los tragos que pasarán -o no- a la carta, mixturando ingredientes como un alquimista. Ojalá este pase, porque el Roselle resultó una delicia.
Es tarde para una noche de semana en Río, sobre todo para una semana en plenos Juegos. Cuando aquí empiezan a cerrar, a eso de la una y media de la mañana, en Buenos Aires los lugares se empiezan a llenar. Vale tenerlo en cuenta para salir de copas en Río de Janeiro. Lo único bueno de que la noche termine temprano es que al otro día hay más tiempo para disfrutar de la playa.
Guía entre copas
París Bar. Praia do Flamengo, 340. (5521) 2551-1278. www.parisbar.com.br. Abierto de martes a sábado de 19 a 23.30 y domingos de 12 a 16.
Atlántico. Av. do Pepê frente al número 530. Barra da Tijuca. (5521) 99586-0453. Abre todos los días de 10 a medianoche.
Caverna. Rua Assis Bueno, 26. Botafogo. (5521) 3507-5600. www.caverna.net.br. Abre de 18 a 00 los lunes, hasta las 01 de martes a jueves, viernes hasta las 02, y sábados de 19 a 2.
Sub Astor. Av. Vieira Souto, 110. Ipanema. T: (5521) 2523-0085. www.subastor.com.br. Abre los martes de 20 a 2, jueves a sábado de 20 a 3, y viernes hasta las 4.
Dry Martini Sheraton Rio. Av. Niemeyer, 121. Leblon. T: (5521) 2529-1289. www.drymartinirio.com.br. Abierto todos los días de 8 a 2.
SOBE. Rua Pacheco Leão, 724. Jardim Botânico. T: (5521) 3114-7691. www.facebook.com/barsobe. Abre martes, miércoles y domingo de 18 a 1. Jueves y viernes de 18 a 2. Sábado de 14 a 2.
Meza Bar. R. Cap. Salomão, 69. Humaitá. T: (5521) 3239-1951. www.mezabar.com.br. Abierto de lunes a miércoles de 18 a 01. Jueves de 18 a 02. Viernes de 18 a 03. Sábado de 11 a 3 y domingo de 11 a 1.